Emiliano Grillo, desde el diván: por qué se cae cuando aparecen los primeros errores en los torneos del PGA Tour

Hubo una percepción inicial cuando Emiliano Grillo irrumpió en el PGA Tour, allá por octubre de 2015: en su primer torneo como miembro del circuito, ganó. Y aquel triunfo como novato en Napa, California, dio lugar para proyectar que el jugador formado en el Chaco Golf Club sería un múltiple campeón en la máxima gira de golf del mundo. Más que una ilusión, había certezas de su consistencia para creer en varias consagraciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, los festejos no volvieron a repetirse en el trajín de cinco temporadas y hoy sigue persiguiendo su segundo título.

Para poner su situación deportiva en contexto: Grillo tiene de por sí el enorme mérito de sostenerse con solvencia en el Circo donde están los mejores: jugó todos los majors más de una vez, siempre salvó la tarjeta con margen y se ganó el respeto de sus colegas. Con 28 años, es un jugador talentoso con mucha trayectoria por delante, en una competencia que, semana tras semana, tiene cada vez más candidatos a llevarse los torneos. Sin dudas, es un golfista muy competitivo, talentoso, inteligente y con mucha capacidad para seguir creciendo.

Con todo, sus participaciones de los últimos meses post interrupción por pandemia dejaron dos aristas: por un lado, se situó varias veces en condiciones de ganar. Por otro, en los momentos decisivos de esos certámenes, encontró una barrera mental que le impidió dar el zarpazo final, aquel atributo que sí había exhibido en Napa, siendo mucho menos experimentado y quizás más "inconsciente" del escenario que afrontaba.

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Valga recordar qué le sucedió en este tramo reciente del PGA Tour. A fines de julio, en el 3M Open de Blaine, Minnesota, había cerrado con vueltas de 64 y 65 que lo ubicaron en el tercer puesto, su mejor colocación en la temporada 2019/2020. Al despedirse del Club House, gozó de buenas sensaciones. Pero ya en el torneo siguiente, en el Barracuda Championship que se jugó bajo el sistema Stableford, empezó su tendencia al derrumbe, de más a menos. Partió segundo antes de la última vuelta en Truckee, pero el domingo rescató un bajo puntaje (solo recogió 3 unidades) y retrocedió al noveno puesto definitivo. Un doloroso doble bogey en el hoyo 13 le desbarató todo el recorrido hasta el final.

En el Northern Trust Open, los 64 golpes que había firmado el viernes en Norton, Massachussets le habían dado la esperanza del título y de avanzar al siguiente torneo de la FedEx Cup. Pero el sábado lo terminó condenando: 73 golpes (+2) que lo sacaron de los playoffs, más allá de la vuelta bajo par del domingo, cuando concluyó 44º. Necesitaba figurar entre los primeros 15 para seguir en carrera, aunque no se pudo recuperar. La mente lo volvió a traicionar.

Más: en el Safeway Open de Napa, allí donde había ganado cinco años antes, ilusionó con tres primeras vueltas de 69, 68 y 65, que lo dejaron en el 7º puesto a 18 hoyos del final -a dos golpes de la punta- y con la posibilidad concreta de disputar el trofeo. Sucedió que se vio atrapado en un laberinto y cerró con 73 (+1) para concluir en la 29ª ubicación. Y el último antecedente de sus habituales declives se dio hace dos semanas, en el certamen del Corales Puntacana Resort & Club, donde es embajador: arrancó la vuelta final en el 11º lugar y con espacio para pelear bien arriba, aunque se nubló y repitió la fatídica vuelta de 73 de anteriores torneos, que lo hundieron hasta el 21º lugar del leaderboard.

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Una publicación compartida por Emiliano Grillo (@grilloemiliano) el 23 de Sep de 2020 a las 11:15 PDT

Si Grillo suele ser muy sólido del tee al green, ¿qué es lo que pasa por su cabeza? En su podcast "Un Grillo en la Cabina", donde se permite reflexionar en charlas de 50 minutos -lejos de las declaraciones de ocasión y del apuro en zonas mixtas-,explicó por qué le cuesta tanto afrontar las situaciones negativas que le plantea la competencia: "Me freno yo solo en la parte mental -admitió-. Es como una debilidad mental que tengo: por ahí prefiero sacar las emociones afuera -que no está mal- pero no me gusta sufrirla. Y es eso lo que me falta. Así como la sufrís practicando porque no te salen las cosas, hasta que le das, le das, dejás de sufrir y la empezás a disfrutar, lo mismo me pasa en la cancha de golf. Me falta el 'disfrutar sufrir', para después terminar la semana y decir 'valió la pena haber sufrido para luego disfrutar".

Phil Mickelson ha sido siempre un crack a la hora de salir de momentos apremiantes. Un verdadero escapista como Houdini, pero entre árboles o frondosos roughs. En cambio, las dificultades parecen abrumar a Grillo, como también cuando falla un putt accesible y su vuelta se le arruina: "Lo que siento es que todavía no termino de disfrutar el sufrimiento en la cancha. Solo disfruto cuando juego bien y estoy contento con mi resultado, más allá de que haga un score sobre o bajo el par".

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Una publicación compartida por Emiliano Grillo (@grilloemiliano) el 1 de Oct de 2020 a las 1:40 PDT

El chaqueño ahondó en el concepto del padecimiento golfístico: "El sufrir es todo, porque principalmente querés que te vaya mejor que a nadie. Y si no te va exactamente como vos esperás o como te gustaría, te frustrás. Todo el mundo se frustra, pero hay gente que disfruta de esa frustración y es como si le dieran ganas de volver y seguir. A mí, en cambio, la frustración me tira para abajo, pero también me hace querer más. Cuando uno empieza a aceptar los errores y la frustración es cuando uno más fácil va para adelante".

Autocrítico hasta la médula, siguió: "Yo mis errores los acepto. Lo que no puedo superar es la frustración. No la aprendo a superar rápido. Tengo todas las herramientas, sé qué es lo que hay que hacer. Hay miles de maneras, pero espero tanto de mí que la frustración me supera".

Por ahora Grillo, que vive en San Diego, no está trabajando con un especialista en la faceta mental, pero hace tres años tenía como apoyo a Rafael Beltrán, psicológo orientado en Negocios y Psicología Deportiva de Alto Rendimiento. Hoy, el jugador que ocupa el 155º puesto del ranking mundial siente que necesita mejorar en las últimas 30-40 yardas, más allá de que advierte grandes mejoras en esa parte del juego. También procura afianzarse en la preparación física y en el equilibrio a la hora de la ingesta de comida, más allá de que los buenos platos le tientan mucho: "Me pasa que amo probar cosas nuevas, distintas. Comer pollo con ensalada no me produce placer, pero sé que es lo mejor para mí. Lo ideal es llevar una vida sana para mi trabajo".

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Entre el sufrimiento, el chaqueño encuentra una luz para motivarse: "Lo que me encanta del golf es mejorar: ya sea sentarme a pensar, a practicar o buscar esa pequeña cosa que me hará jugar mejor. Si yo sé que si agarro doce fairways y puedo agarrar trece, y encuentro la manera de mejorar, entonces es el mayor placer que me puede otorgar este deporte".

Grillo insiste para despejar los fantasmas y desde este jueves tendrá una nueva oportunidad en la cita del PGA Tour en Las Vegas. Lejos está de perder la fe. "A mí no me gustaría ser Nº 1 del mundo, sino dominar el golf. Por eso, ir mejorando día me satisface más que subir en el ranking o ganar más dinero o lo que sea. En uno de los torneos recientes vi a Dustin Johnson estar once bajo el par en once hoyos. Eso fue lo más cercano de dominar el golf que vi en mi vida. Si yo un día vengo y hago doce bajo el par en doce hoyos, entonces habré dominado el golf más que nadie en este mundo, en mis ojos. En su época más ganadora, Tiger llegaba con su remera roja un domingo, un golpe por delante o por detrás del líder, y ya dominaba el torneo".