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El sueño de James Rodríguez

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James Rodríguez no quiso dar pie a la especulación cuando, tras marcar ante Uruguay el que a la postre sería el mejor gol del Mundial 2014, el colombiano dejó bien claro sus preferencias: “Me encantaría jugar en el Real Madrid”.

El 10 llevaba varios años destacando en Europa, tanto en el Porto como en el Mónaco, y Florentino Pérez –siempre dispuesto a firmar a los mejores jugadores de cada Mundial: Ronaldo, Ozil, Kroos, Keylor– no dudó en desembolsar 80 millones de euros por su traspaso. James cumplía su sueño de chico y llegaba al Real Madrid campeón de Europa a portar la mítica 10, la de Figo, la de Seedorf, la de Laudrup, la de Netzer, la de Velázquez o la del mismísimo Puskas.

Su primer año fue de ensueño. James sorprendió a todos y se ganó un puesto en el corazón de los madridistas, por su juego preciosista, por su gran implicación, por todo lo que aportaba entre líneas y la magia que desprendía de su bota izquierda. Sin embargo, la temporada acabó sin trofeos de peso y Carlo Ancelotti, su gran valedor, se fue del club.

A Rafa Benítez el colombiano no le cabía en su esquema, empeñado como estaba el madrileño con contentar a Gareth Bale dándole la posición de mediapunta por detrás de Benzema. Cierto es que James hizo más bien poco por revelarse, y su juego empezó a decaer cada vez que tuvo una oportunidad. El colombiano, con problemas en su relación de pareja también, se fue encerrando en sus ganas de jugar y apuntando a su estatus de estrella más que a sus exhibiciones en el campo como reclamo, y aunque Zinedine Zidane apostó por él nada más llegar al banquillo como relevo de Benítez, tras el Derbi ante el Atlético de Madrid (la primera derrota de Zizou como entrenador blanco) James cayó en desgracia por desentenderse de su marca en el gol de Griezmann, el cual a la postre valió los tres puntos.

Su situación no mejoró el año pasado, en el que sus goles y sus asistencias cuando jugaba no podían opacar los grandes tramos de los partidos en los que desconectaba. Con el impresionante repunte que tuvo Isco en el último tercio de la temporada, los goles salvadores de Morata y le explosión definitiva de Lucas, el final de la aventura de James Rodríguez se veía próximo. Quedarse fuera de la lista de 18 en la final de la Champions League en Cardiff fue el último clavo en su ataúd.

El Bayern de Munich estuvo muy rápido en esta jugada. Vio una oportunidad increíble de mercado, sintió el mar revuelto, y no lo dudó un segundo. Seguramente asesorado por su nuevo técnico, Carlo Ancelotti, firmó una ganga de cesión más opción de traspaso sobre el colombiano: Cesión de dos años por 13 millones de euros y un traspaso unilateral en 2019 por 32 millones. Con 55 millones de euros, los bávaros serán dueños de un jugador de una calidad increíble y un potencial inigualable, un hombre que en el Real Madrid se veía seriamente como el relevo generacional de Cristiano Ronaldo, y ya en su primer año en Múnich James ha demostrado lo mucho que puede lograr con la camiseta del Bayern.

El colombiano pasó al equipo alemán por dos temporadas; recién ahí se podría hacer uso de la opción de compra.
El colombiano pasó al equipo alemán por dos temporadas; recién ahí se podría hacer uso de la opción de compra.

El destino ha querido que los caminos del Bayern de Munich y del Real Madrid se vuelvan a cruzar –una vez más– en las semifinales de la Champions League. Nadie estará más feliz que James Rodríguez con el sorteo, pues al colombiano se le presenta una situación inmejorable.

Ahora mismo es uno de los líderes indiscutibles del equipo bávaro y de él dependerá en gran parte si su equipo lograr llegar a la final de Champions League. Además, tendrá la oportunidad de volver a un estadio donde es venerado. Tras su salida, al aficionado de a pie no le quedó del todo claro si él se quiso ir –como fue el caso de Morata– o si fue el club el que le invitó a marcharse. De ahí que gran parte del graderío seguramente le aplauda al volver a la que fue su casa, pues zurdas como la suya no se encuentran todos los días.

Pero quizás por lo que más contento esté James Rodríguez será por la oportunidad de demostrarle a Zizou que con él se equivocó. Decíamos antes que quizás el jugador se dispersó y no se reveló de la forma que se esperaba de él, pero no es menos cierto que con otros jugadores (Kaká, Bale, Benzema…) se tuvo infinitamente más paciencia cuando no tenían ni un cuarto del potencial del colombiano. Zidane era además el ídolo de juventud de James, por lo que seguramente sus decisiones le pesaban incluso más.

Por eso James Rodríguez debe estar como loco de que pasen estos 10 días y que lleguen ya las semifinales de la Champions League. Sin duda una serie espectacular para todos, pero que al colombiano le acabará marcando –para bien o para mal– su carrera.

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