Los españoles ahorramos ahora más que nunca y por qué puede ser fatal

La incertidumbre domina nuestro día a día desde que se declaró la pandemia por Covid-19. Todos nuestros planes están condicionados por la posibilidad de un nuevo confinamiento o de restricciones a la movilidad, lo que se traduce en cambios en el consumo y en un aumento significativo del ahorro.

Lo que en un principio podía denominarse como “ahorro forzoso” se ha transformado en un ahorro preventivo, destinado a preparar la economía familiar para situaciones económicamente adversas. En concreto, la Covid ha disparado la tasa de ahorro hasta un 31,1%, el valor más alto desde 1999, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). No solo eso: esta tasa supera en más de diez puntos el anterior máximo, que se situaba en el 20,1% y se alcanzó durante el segundo trimestre de 2009, en la anterior crisis económica.

La Covid-19 ha disparado la tasa de ahorro hasta un 31,1%, el valor más alto desde 1999, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Getty Creative.
La Covid-19 ha disparado la tasa de ahorro hasta un 31,1%, el valor más alto desde 1999, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Getty Creative.

En términos desestacionalizados, la tasa de ahorro en los hogares también marcó máximos históricos al situarse en el 22,5% de su renta disponible. Entre abril y junio de este año, los hogares recortaron su renta disponible un 8,8%, hasta los 193.460 millones de euros, mientras que su gasto se situó por debajo de esta cantidad, en 133.222 millones. El ahorro total de los hogares se situó en 60.204 millones, una cifra muy superior a los 36.856 millones de euros del segundo trimestre de 2019.

¿Cómo afecta el ahorro a la recuperación?

Los economistas advierten de que el ahorro preventivo no es el antónimo de “vivir por encima de nuestras posibilidades” porque, aunque prepara a los hogares ante los posibles efectos de una situación económica adversa, se trata de un ahorro por miedo y no por planificación económica. De hecho, la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas (CGE) considera que la recuperación fue muy rápida en la anterior crisis en términos comparativos y que en esta se antoja muy lenta: las previsiones la sitúan en 2023.

Lo habitual es que, en tiempos de crisis, las familias ahorren por precaución, por el medio a perder el empleo o vean amenazadas otras rentas, como los alquileres. Esto agrava aun más la situación económica, ya que las familias consumen menos y posponen sus decisiones de grandes gastos, y todo apunta a que esta situación se mantendrá así de aquí a finales de año. Aunque la capacidad de ahorro de por sí es algo positivo, hay que tener en cuenta que, cuanto más limiten sus gastos los hogares, menos consumo habrá, que es justo lo contrario de lo que necesitan muchos establecimientos para no cesar su actividad y verse abocados al cierre definitivo.

La incertidumbre ante la evolución de la pandemia no es el único factor en juego: los cambios en los patrones de consumo que ha provocado el coronavirus también han tenido un grave efecto en el ahorro y en el consumo. Es el caso, por ejemplo, del teletrabajo, que exige menos movilidad que el trabajo presencial. Con la implantación del trabajo en remoto, los bares y restaurantes se han quedado sin una importante parte de su clientela: los empleados de las oficinas que acuden todos los días a tomar café o a comer el menú del medio día, reduciendo drásticamente sus ingresos.

En el contexto actual nada está seguro. La reactivación del consumo por parte de los ciudadanos dependerá de la evolución de la pandemia, que a su vez está vinculada a la mayor o menor efectividad de las medidas adoptadas por los gobiernos autonómicos y central. Mientras tanto, las familias seguirán ahorrando de forma preventiva para hacer frente a lo que esté por venir durante los próximos meses.

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