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El dilema de la depilación: ¿realmente nos hace más femeninas?

Entre esos tópicos que siempre dan de qué hablar, más en la actualidad cuando miles de mujeres en el mundo tratan de romper con las estructuras estéticas que se le han impuesto al género femenino históricamente, está el del vello corporal. Para muchas, dejarlo crecer es una bandera de triunfo antisistema, para otras puede resultar vergonzoso, y están quienes simplemente les gusta y lo consideran un tema de pulcritud.

Lo cierto es que no es un debate que ha surgido en la actualidad. El hábito de la depilación está compuesto no solo por normas estéticas, sino también por significados que se le han conferido a lo largo de la historia.

Los egipcios, según el portal de psicología La Mente Maravillosa, independientemente de su género, la relacionaban con aspectos religiosos, políticos, morales y hasta terapéuticos. En la cultura grecorromana, la ausencia de vello corporal se relacionaba con inocencia y juventud. En el Medioevo, la depilación total del rostro era costumbre, no así la del resto del cuerpo. Mientras que otras culturas, aún hoy, imponen a los hombres el pelo en el rostro como símbolo de elevación espiritual.

Con la llegada de las faldas y vestidos que dejaban las piernas al descubierto, a comienzos de 1920, revistas y periódicos brindaban referencias de piernas depiladas y en adelante, la ausencia de vello corporal se consolidó como símbolo inequívoco del aspecto femenino.

(Getty Creative)
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Aglaia Berlutti, abogada, fotógrafa, escritora y articulista pop, explica que el tema es controversial por el hecho de que se está poniendo en tela de juicio una visión estética.

“Las visiones estéticas son pactos sociales que todo el mundo converge para decir si algo es o no atractivo, lo cual en culturas vanidosas como la nuestra, es extremadamente importante”.

De esta manera, argumenta la escritora, la discusión sobre el vello corporal se trata de un símbolo sobre la libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo. “Al incorporarnos a estas conversaciones, donde se está exponiendo el vello como símbolo o no de liberación femenina, es posible que parezca intrascendente en comparación con temas mucho más graves como la maternidad respetuosa o las cuotas de trabajo y empeño, pero cuando lo contextualizas donde encaja, que es dentro de la imagen corporal femenina, te encuentras que no se trata del vello, sino del derecho de la mujer a comprender su cuerpo como mejor crea necesario”.

No se trata del vello, sino del derecho de la mujer a comprender su cuerpo como mejor crea necesario

Entonces, y para tranquilidad de quienes hasta hoy sienten que la depilación es una imposición de la sociedad por la cual están obligadas a practicarla por temor a ser estigmatizadas, el vello no debe tener realmente ninguna relación con la imagen femenina. De hecho, hoy en día son muchos los hombres que eligen depilarse no solo con el argumento de la comodidad y la higiene, sino también por razones estéticas y también son juzgados por parte de la sociedad.

“Cuando se abren estos grandes debates sobre por qué una mujer debe tener una apariencia depilada para ser muy femenina, en realidad lo que estamos invocando una serie de ideas sobre lo que creemos que se relaciona con la femineidad y eso está en constante evolución”.

Según Aglaia, el crecimiento y exhibición del vello femenino puede resultar para muchos una imagen de choque y rebelión hacia la idea de cómo debe verse la mujer, pero en realidad son códigos simbólicos de enorme importancia para miles de mujeres que abanderan la desestructuración de la imagen estética tradicional y conservadora que, según el feminismo de la cuarta ola, se le ha impuesto a la mujer.

(Getty Creative)
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La clave: tu derecho a decidir

“La primera vez que se habla directamente de la imagen corporal con relación al vello femenino es durante los años 50, cuando la publicidad norteamericana comenzó a hacer hincapié sobre el ideal de belleza y cómo debía verse una mujer. Así se estandariza la opinión de que la mujer, para verse pulcra, debe eliminar cualquier vello corporal. Es lo mismo que ocurre cuando hablamos del tema de los colores, rosado para las niñas, azul para los varones. Son reminiscencias de campañas publicitarias de gran impacto que llegan a nosotros como códigos culturales”, evoca Berlutti.

“Al final lo que el feminismo propugna es tu derecho a decidir, ya sea sobre las estructuras estéticas que te enseñaron, o sobre la ruptura de ese canon. Lo que propugnamos las mujeres que queremos abrir ese espectro de discusión es que cada quien pueda entender su cuerpo de la manera más conveniente, por ejemplo, si deseas afeitarte está bien, de la misma forma que si no deseas hacerlo. El nuevo feminismo está más enfocado a la idea de que la mujer tenga una amplia capacidad para comprender el hecho sobre cómo se ve y cómo se mira en relación con su identidad, tanto cultural como política”.

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