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Por qué las "grandes" cifras de la reapertura económica no son suficientes

Recuperación económica de la forma de V después del concepto de colapso de la COVID-19. Getty Creative.
Recuperación económica de la forma de V después del concepto de colapso de la COVID-19. Getty Creative.

La desescalada ha registrado cifras de crecimiento histórico: el consumo minorista se disparó en mayo un 18,5% y se prevén registros de datos similares durante los próximos meses. De hecho, se calcula que la economía española podría crecer en un 10% a lo largo del verano, una cifra sorprendente a todas luces y nunca antes vista.

Sin embargo, no debemos confiarnos ni asumir que, solo por estos datos positivos, se va a producir una salida rápida de la crisis después de ver la peor recesión en los registros, con una caída del PIB del 18,5% en el segundo trimestre. Estas subidas porcentuales son solo el resultado de la reactivación económica, el conocido 'efecto reapertura'. Cuando un negocio abre tras haber estado cerrado durante un tiempo, pasa a un registro de crecimiento total que muestra cierto espejismo. Por ejemplo: si un establecimiento sufría caídas del -50%, volver al nivel inicial sería equivalente a crecer un 100%.

Habrá mucho crecimiento en los datos pero...

Una subida del 100% es un dato positivo, pero no quiere decir que sus niveles de ingresos sean superiores a los previos, sino que el negocio en cuestión ha logrado recuperarse. En el caso de la economía española, las previsiones apuntan a que la reapertura logrará recuperar, como máximo, un 40% de la actividad perdida como consecuencia de la crisis del coronavirus. Es decir, este será el verano de mayor crecimiento de la historia, pero también el verano con menor empleo y actividad en décadas.

Precisamente hoy hemos sabido que el PIB de abril a junio cayó cinco veces más que en el peor momento de la crisis y que España ya tiene la tasa de paro juvenil (39,6%) más alta de Europa, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Los datos reales pueden comenzar a verse en otoño

Esta recuperación inicial, al fin y al cabo, solo ayuda a ocultar los problemas que se están incubando ahora y que podrían emerger con fuerza a partir de octubre, agravándose en caso de un segundo confinamiento. Cerca de millones y medio de trabajadores ya han salido de sus ERTE —la mayoría, de empresas sólidas y de sectores dinámicos—, pero todavía queda otro millón de trabajadores esperando. Sobre todo, empleados en negocios relacionados con el sector turístico.

Si este millón y medio de trabajadores no puede volver a sus puestos, las colas del paro se dispararán cuando se eliminen las ayudas extraordinarias, a lo que habría que sumarle los 600.000 desempleados surgidos con el estallido de la crisis. Aunque este colectivo está protegido por el Estado, está claro que las ayudas no durarán eternamente, ni para los desempleados, ni para las más de 130.000 empresas que cerraron desde el mes de marzo hasta junio.

Aunque las previsiones son delicadas para todo el continente europeo, España es uno de los países más vulnerables ante cualquier debilitamiento de las condiciones económicas y financieras. Poner la economía a ‘hibernar’ sonaba como la mejor idea al principio, pero nadie esperaba un confinamiento tan largo e intenso. Ante los repuntes de la COVID en las últimas semanas, esta idea está emergiendo de nuevo. Aunque un cierre total no puede ser viable, sí es cierto que los confinamientos parciales se van a suceder en favor de la salud comunitaria, al menos, hasta que se encuentre una vacuna. ¿Impulsar la economía o la salud? Una cuestión compleja.

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