¿EE.UU. podría repetir el éxito de Francia y sacar provecho de sus futbolistas con raíces inmigrantes?

Con 49.8 millones de inmigrantes, EE.UU. es de lejos el país con mayor cantidad de esta población en el mundo, según los registros de la ONU en 2017. Los segundos, Arabia Saudí y Alemania, alojaron cada uno 12.7 millones. Francia, con 7.9 millones, era el séptimo. Una cifra importante para altos niveles gubernamentales y organismos multilaterales de asistencia humanitaria, ¿pero para el fútbol?

Pues debido al triunfo de la flamante campeona del mundo, Francia, este dato ha cobrado relevancia, dado que en su nómina de 23 jugadores, al menos 17 tenían ascendencia en otros territorios o incluso nacieron en algunos de ellos: Samuel Umtiti lo hizo en Camerún y Steve Mandanda en Congo.

El padre de la máxima estrella francesa en Rusia 2018, Kylian Mbappé, vio la vida en Camerún, y su madre en Argelia, pero fue en Bondy, una localidad al sur del país que ahora es bicampeón mundial, donde dieron a luz a la figura del París Saint Germain.

¿Puede soñar EE.UU. con que esta historia se repita, pero con su selección nacional como protagonista?

Pulisic, la piedra que soporta el proyecto

El último partido oficial que EE.UU. disputó fue el 10 de octubre de 2017, en Trinidad y Tobago. La derrota 1-2 ante el seleccionado local sentenció la eliminación sorpresiva para Rusia 2018 de un equipo que no faltaba a una Copa del Mundo desde México 1986.

Aquella noche, en su once titular formaron DeAndre Yedlin (con pasaporte letón), Ómar González (de padres mexicanos), Darlington Nagbe (nacido en Liberia), Bobby Wood (madre japonesa), Christian Pulisic (abuelos croatas), Jorge Villafaña (padres y nacionalidad mexicanos), Jozy Altidore (padres haitianos) y Paul Arriola (bisabuelos mexicanos). Solo Tim Howard, Michael Bradley y Matt Besler no tenían ascendencia inmigrante.

También jugaron en aquel partido Clint Dempsey (nieto de irlandeses), Benny Feilhaber (brasileño nacionalizado estadounidense) y Kellyn Acosta (hijo de japonés). En la banca se quedaron, entre otros, Brad Guzan (pasaporte polaco), Nick Rimando (ascendencia filipina y mexicana), Alejandro Bedoya (padres colombianos) y Chris Wondolowski (abuelo y nacionalidad polacos).

Pese a lo anterior, el talento reclutado no fue suficiente y se quedaron por fuera de la gran cita.

De cara a Qatar 2022, EE.UU. deposita su confianza en el joven talento Christian Pulisic (19 años, llegaría al Mundial con 24 años, ya que el torneo comenzará en noviembre), quien despunta en el Borussia Dortmund alemán. Allí, en tres temporadas, ha disputado 78 partidos y anotado once goles.

Junto a Pulisic, hay una serie de jugadores con raíces inmigrantes que, de consolidarse, podrían darle razones a la población estadounidense de soñar con repetir la historia francesa.

Uno de ellos es Timothy Weah, hijo del Balón de Oro en 1995, el liberiano George Weah -hoy presidente de su país-. A sus 18 años, ya ha jugado algunos partidos en la Ligue One de Francia con el París Saint Germain. Nació en Nueva York y anotó su primer gol con la selección de EE.UU. en un amistoso en marzo de 2018 ante Bolivia (3-0).

Justamente en los partidos preparatorios para Rusia2018 en los que la escuadra estadounidense fue sparring de algunos participantes, se pudieron ver varios jugadores que con seguridad harán parte del nuevo ciclo rumbo a Qatar.

Frente a Irlanda, el 2 de junio pasado, además de Weah (Pulisic estaba lesionado), JorgeVillafaña, DeAndreYadlin y BobbyWood, comenzaron como titulares AndrijaNovakovich (21 años), delantero del Fortuna Sittard de Holanda, y cuyas raíces son serbias; ShaqMoore (21 años, cuyo padre nació en TrinidadyTobago), quien juega en Reus de la segunda división española; y JoeCorona (28 años, de padre mexicano y madre salvadoreña), un veterano con la Selección toda vez que fue campeón de la Copa de Oro en 2013. En la banca arrancaron RubioRubin (22 años), del ClubTijuanadeMéxico, país del que es su padre -su madre es guatemalteca-, y EricLichaj (29 años, de padres polacos), defensa del Nottingham Forrest inglés.

Sangre juvenil

En el pasado Mundial Juvenil Sub20 de la FIFA, disputado en Corea del Sur en 2017, el combinado estadounidense alcanzó los cuartos de final, siendo eliminados por Venezuela (1-2).

El arquero de ese equipo fue Jonathan Klinsmann, hijo del alemán Jürgen Klinsmann, campeón del mundo con su selección nacional en 1990, entrenador de ese mismo equipo en el Mundial de 2006, y quien luego asumió la dirección de EE.UU., a la que clasificó a octavos de final en Brasil 2014.

Su hijo nació en Munich, tiene 21 años, y juega en el Hertha Berlín, aunque hasta ahora solo ha disputado un encuentro de Europa League.

Otro jugador destacado de ese combinado, incluso con doble participación en mundiales juveniles -2015 y 2017- fue Cameron Carter-Vickers, nacido en Inglaterra pero que tras ser descubierto en un campamento por las directivas de la federación estadounidense, ya que era hijo de un exjugador de la NBA, Howard Carter, quien migró a Europa en mitad de su carrera.

Hoy, Carter-Vickers (20 años), hace su carrera en su país natal. En el primer semestre de 2018 jugó con el Ipswich Town y ha sido tenido en cuenta por el Tottenham, también de esa liga.

En la delantera de ese equipo juvenil figuró Luca de la Torre (20 años), quien anotó un gol en el torneo. Hoy es delantero del Fulham inglés y ya fue convocado en una oportunidad a la selección mayor -justamente ante Irlanda-. Es hijo de un español, pero nació en San Diego, California.

El único gol de la derrota 1-2 ante Venezuela lo hizo Jeremy Ebobisse (21 años), nacido en Francia y en la actualidad integrante del Portland Timbers de la MLS.

¿Le alcanzaría a EE.UU. con estos talentos? El tiempo dará sentencia.

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