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¿De dónde surge llamar ‘dinero’ a las monedas o billetes que usamos para pagar?

(imagen vía Pixabay)
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Las civilizaciones de la antigüedad utilizaban el trueque o intercambio de productos cuando necesitaban algo (tú me das huevos y a cambio yo te doy leche). Al no existir el dinero, tal y como lo conocemos hoy, los trabajos y servicios también se pagaban a través de especies y cosas materiales (quien trabajaba el huerto de otra persona recibía hortalizas o el que vigilaba una mina de sal cobraba un puñado de esta sustancia, dando esto origen al término ‘salario’).

Se tiene constancia que también empezó a usarse algunos metales preciosos como método de pago o trueque, allá por el 2500 a.C. y la aparición de las monedas podría situarse alrededor del siglo VII a.C.

Cada cultura y civilización acuñó las suyas propias, con diferentes valores, tamaños, pesos e incluso formas (redondas, cuadradas, en forma de lingote…). En la Antigua Roma una de las primeras monedas que apareció fue el ‘as’, teniendo originalmente cada pieza un valor diferente, debido a que su tamaño y peso variaba, por lo que se sabía cuánto valía al pesarla en una balanza. Muchos son quienes apuntan que fue bajo el reinado de Servio Tulio (siglo VI a.C.) cuando se reguló el peso y valor monetario de aquellas monedas.

A lo largo de los siguientes siglos fueron apareciendo diferente tipos de monedas, siendo una de ellas el ‘denario’ (denarius en latín), denominada de ese modo debido a que su valor equivalía a ‘diez ases’.

La expansión del ‘Imperio carolingio’ (siglo VIII d.C.) trajo hasta la península ibérica el denario y en la conocida como ‘Marca Hispánica’ también se acuñaron diferentes tipos de monedas a las que se les denominó de tal modo.

No se sabe a ciencia cierta el momento exacto en el que el vocablo latinizado denario se convirtió en el castellano ‘dinero’, pero durante la Edad Media varias fueron las monedas que así se les denominó, siendo una de las más populares la acuñada en plata y cobre y que fue usada en Castilla a partir del siglo XIV.

En los siguientes cuatro siglos siguió acuñándose (tanto en el reino de Castilla como en el de Aragón) monedas denominadas como ‘dinero’ y que tenían diferentes valores (la mayoría de ínfimo valor) junto a otras como los maravedís, reales, escudos, doblas, coronas, cincuentines, blancas, ducados y un larguísimo etcétera.

Fue el francés Philippe de Borbón, tras ser coronado como Felipe V de España, quien mandó retirar de circulación, paulatinamente, las monedas de ‘dinero’ (en aquellos momentos un dinero de Aragón equivalía a veinte dineros de Castilla) y ordenó acuñar nuevas monedas; entre ellas la famosa moneda de 8 escudos la que aparecía la efigie del monarca luciendo una vistosa peluca (muy de moda en la Corte francesa de donde provenía) y que con el paso del tiempo dio origen a la denominación ‘peluco’ para hacer referencia a un reloj.

Pero para aquel entonces el término dinero (para hacer referencia a las distintas monedas que habían circulado) estaba tan en boca del lenguaje coloquial de los españoles que estos siguieron denominando de tal modo a las monedas que fueron apareciendo posteriormente, quedando tal nombre como forma generalizada y corriente de llamar a todo tipo de moneda y billetes que usaban.

Fuente de la imagen: pixabay

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