Disputas por los estadios son un mal recurrente

Édgar Luna Cruz

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 10 (EL UNIVERSAL).- El futbol mexicano está lleno de históricos escándalos y los estadios no han quedado exentos de éstos. Lo que sucedió en la casa del León no es nuevo, los problemas legales en distintos inmuebles han existido y son más frecuentes de lo pensado.

El más famoso quizá es el ocurrido en el Sergio León Chávez de Irapuato en 2003. Cuando se iba a realizar el partido de vuelta por la final de la entonces Primera A, entre Irapuato y León (vaya coincidencia), un comando armado —con helicóptero incluido—, tomó las instalaciones, lo que provocó que las porras del equipo fresero intervinieran, y esto dio paso a un enfrentamiento. A las pocas horas, el estadio fue liberado.

En 2012, el Sistema de Administración Tributaria se hizo presente en el estadio Cuauhtémoc para embargarlo. Los empleados desmontaron las pantallas, se llevaron las computadoras y hasta el autobús donde se transportaba el equipo. Todo esto debido a la disputa que había entre Ricardo Henaine y Francisco Bernat, que se decían, desde su trinchera, los dueños del club.

En 2019, el estadio Tamaulipas donde juega la Jaiba Brava fue clausurado parcialmente por las autoridades, que reclamaban el pago de impuestos. Ese mismo año, ya con Fidel Kuri desafiliado de la Federación Mexicana de Futbol y por consecuencia también el club Tiburones Rojos del Veracruz, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje entró al Luis de la Fuente a embargar por las deudas que arrastraba el empresario. Lo que pudieron llevarse fueron dos camionetas que se encontraban estacionadas.

En febrero de este año, el estadio Banorte, donde juegan los Dorados de Sinaloa del extinto Ascenso MX, fue embargado por deudas con el Servicio de Administración Tributaria. La directiva explicó que esta deuda era de administraciones anteriores.

El caso León

Gana Zermeño. En octubre de 2019, un juez decreta que Club Deportivo y Social León AC es propietario del estadio León.

Se adelantan. En la madrugada, empleados del club León sacan documentos, trofeos y desmontan la tienda.

Llegan los dueños. A las 8 de la mañana, representantes legales de Zermeño buscan tomar posesión del estadio.

Reacción. La afición reacciona en forma violenta. Al no encontrar garantías de seguridad, los representantes de Zermeño se retiran.

Se lava las manos. El Municipio de la ciudad se desmarca de las decisiones tomadas y comunica que está en contacto con el club.