El desplante de John McEnroe en Wimbledon y el umpire que murió esperando una disculpa

Se cumplieron 40 años de uno de los arrebatos de furia más icónicos de la historia del tenis: aquel del “¡You cannot be serious, man!" de John McEnroe al umpire Edward James, en Wimbledon 1981.
Mirrorpix

John McEnroe fue, probablemente, la persona que más sacudió la formalidad y las tradiciones de Wimbledon, el torneo de tenis más prestigioso del mundo. El arrebato de furia más icónico de la historia del deporte de las raquetas, aquel del “¡You cannot be serious, man!” (No puedes hablar en serio, hombre), lanzado al umpire Edward “Ted” James en 1981, después de que marcara como malo un saque del zurdo que -claramente- levantó el polvo blanco del fleje central del cuadrado de saque en el que recibía Tom Gullikson, agitó las normas en aquel momento y aún hoy, al cumplirse cuatro décadas, sigue inmortalizado. Claro que al autor de la frase, además, lo acompaña como una marca registrada.

El 22 de junio de 1981, John McEnroe, durante la primera ronda de Wimbledon vs. Tom Gullikson, cuando tuvo el famoso ataque de furia contra el umpire Ted James.
Mirrorpix


El 22 de junio de 1981, John McEnroe, durante la primera ronda de Wimbledon vs. Tom Gullikson, cuando tuvo el famoso ataque de furia contra el umpire Ted James. (Mirrorpix/)

Aquel partido, por la primera ronda de Wimbledon, se disputó el 22 de junio, en el antiguo y demolido Court 1 del All England. McEnroe, siendo 2 del ranking y finalista de la temporada anterior (había perdido por 8-6 en el quinto set la definición con Bjorn Borg), frente a Gullikson, estadounidense de La Crosse, Wisconsin, que era 40°. Antes de que McEnroe triunfara por 7-6, 7-5 y 6-3, el áspero e irascible tenista tuvo un momento de furia contra el juez de silla, un escocés que tenía pasado como jugador de rugby. Escéptico por el fallo del umpire, McEnroe se acercó a la silla y le gritó, moviendo los brazos y pasando su raqueta de madera de una mano a la otra: “¡You cannot be serious, man! “¡You cannot be serious! ¡That ball was on the line! Chalk flew up (Esa pelota estaba en la línea. La tiza voló hacia arriba)”. El ataque de rabia no terminó allí y esa primera explosión del neoyorquino (que hizo doble falta en ese turno de saque) le costó un warning por parte de James.

En el siguiente game, con Gullikson sacando 1-1 en el tercer parcial, McEnroe le dijo al umpire que era un incompetente y le gritó un hiriente “You’re the pits of the world” (Eres el pozo -o la escoria- del mundo). El juez de silla volvió a castigarlo aplicándole un ‘penalty point’, un punto de penalización, y Big Mac dejó de jugar y reclamó la presencia de Fred Hoyles, un emblemático referee de Wimbledon. McEnroe no se calmó pese a la presencia de la máxima autoridad, dijo estar “muy jodido por culpa de los árbitros” del torneo y que algún día sería “el comisionado del tenis” y todos los árbitros lo padecerían. “Van a ver”, amenazó. El partido seguiría y McEnroe no sólo lograría avanzar a la segunda ronda (vs. el mexicano Raúl Ramírez), sino que ganaría el título, el primero de los tres que encumbraría en el césped británico (también en 1983 y 1984). En la final de 1981, Johnny Mac derrotó a Borg (por entonces, 1° del mundo; había ganado el major británico en 1976, 1977, 1978, 1979 y 1980) por 4-6, 7-6, 7-6 y 6-4.

El cuadro individual de aquella temporada tuvo a dos argentinos. A Guillermo Vilas, 7° del ranking y décimo preclasificado: perdió en la primera ronda con el australiano Mark Edmondson (55°) por 6-4, 6-1, 1-6, 4-6 y 6-3. Y José Luis Clerc, 6° del mundo y noveno favorito, que cayó en la tercera ronda frente a Paul Kronk (99°; Australia) por 2-6, 6-4, 6-1 y 7-6. “Con John tuvimos muchos partidos, con mucha dificultad. Era un jugador contra el que uno tenía que estar muy concentrado y ponerle las cosas en orden para que no se pasara. Nos respetábamos mucho, pero esa frase va a quedar, realmente, en la historia. A McEnroe la gente lo iba a ver por lo bien que jugaba pero también por los grandes despelotes que hacía en la cancha. Tenía una personalidad tremenda, un tenis fantástico y un carisma único” , recordó, ante LA NACION, Batata Clerc, que le ganó cinco de los once partidos que disputó contra McEnroe.

Emma Raducanu: quien es la teen que enloquece a Wimbledon con su frescura

Por aquel acto de indisciplina, el Comité del All England multó a McEnroe con US$ 1500 y evaluó seriamente la posibilidad de la descalificación -y hasta de suspenderlo del certamen por un año-, pero ninguna de las dos últimas acciones ocurrió. Los campeones de Wimbledon son premiados haciéndolos miembros del All England, pero McEnroe, antes de ser aceptado, debió ganar el título dos veces porque no lo admitían por mal comportamiento en el court. De hecho, el tenis inventó el código de conducta, en buena medida, por McEnroe. También por Jimmy Connors e Ilie Nastase, entre otros “chicos malos” del tour.

John McEnroe terminaría ganando el trofeo en aquel Wimbledon de 1981, tras vencer a Bjorn Borg en la final.
Eamonn McCabe/Popperfoto


John McEnroe terminaría ganando el trofeo en aquel Wimbledon de 1981, tras vencer a Bjorn Borg en la final. (Eamonn McCabe/Popperfoto/)

Hoyles, el árbitro general que debió lidiar con McEnroe, murió en 2004. James, el juez de silla, falleció el año pasado a los 91 años. En el homenaje que le rindieron en el Llanelli RFC, un club de rugby de Gales al que presidió, lo destacaron: “Será recordado por ser un caballero de la vieja escuela muy refinado y bien hablado. Le encantaba el rugby, el tenis y otros deportes. Fue respetado y admirado universalmente”. También rememoraron el incidente con McEnroe y unas palabras que, apenas, balbuceaba James, a quien no le gustaba hablar de lo que había sucedido. Aquel Wimbledon de 1981 lo atesoraba como un momento de suma amargura. “Fue la primera vez que lo arbitré y la última. Todavía espero, pero no pienso que se disculpe, no cree que haya hecho nada malo. De hecho, nunca volvimos a hablarnos”, expresaba James.

Gullikson, que fue 15 del mundo en 1979 y entrenador de Pete Sampras, murió en mayo de 1996, a los 44 años, por un cáncer cerebral. Al funeral, realizado en Chicago, asistieron diversas figuras del tenis de EE.UU., como Pistol Pete, Andre Agassi, Jim Courier, Mary Joe Fernandez. También John McEnroe.

Wimbledon: tras el último Middle Sunday, un lunes intenso para reanudar la actividad

Es una de las grandes leyendas del tenis, McEnroe. Número 1 en marzo de 1980 (estuvo en la cima durante 170 semanas) y ganador de 77 títulos (siete de ellos de Grand Slam). Pero aquella frase lo escoltó desde entonces y tuvo una fuerza tan grande que fue mucho más que un ataque de ira. En 2002, la biografía de McEnroe, producida y escrita con la ayuda del novelista estadunidense James Kaplan, se tituló, naturalmente, “You Cannot Be Serious”. Remeras, películas, comerciales, canciones y souvenirs de todo tipo llevaron esa marca registrada.

El monólogo de McEnroe que habló sobre todo
El monólogo de McEnroe que habló sobre todo


Hoy, a los 62 años, McEnroe sigue siendo una gran figura del tenis: comenta en TV y juega algunas exhibiciones.

Hoy McEnroe tiene 62 años y se encuentra en Londres comentando Wimbledon en la TV. ¿Cómo cree John, a la distancia, que funcionó aquel hecho? “Yo lo llamaría una bendición mixta, pero más positiva que negativa. Fue la única vez que lo dije en mi carrera de 15 años y luego, de repente, cuando jugué en la gira de seniors, me pagaron una bonificación si lo decía”, recordó el ex tenista en un artículo del periodista Mike Dickson en el diario británico Daily Mail.

“No sé si es hermoso o triste. En cierto modo, es agradable ser recordado. Obviamente quieres que te recuerden por lo que lograste, junto con las payasadas. Hace que la gente recuerde lo que hiciste, así que supongo que es muy positivo”, añadió McEnroe, ya sin la cabellera tupida y enrulada de 1981.

Hoy, con el uso de la tecnología y el Hawk-Eye Live (Ojo de Halcón en Vivo), un sistema automatizado que también elimina a los jueces de línea, probablemente aquella discusión de McEnroe con el umpire no se hubiera producido. Claro que Big Mac, colérico como era, hubiera buscado otro motivo para debatir.