Deportistas que no quieren volver: la NBA y el tenis encuentran focos de resistencia

LOS ÁNGELES, Estados Unidos (AFP).- Kyrie Irving es uno de los bases muy talentosos de la NBA. Fue compañero de LeBron James en el campeonato que ganó Cleveland Cavaliers en 2016 y el mejor novato de la temporada en la 2011/2012. A los 28 años, el número 11 de Brooklyn Nets es una estrella, que promedia 27,4 tantos, 6,4 asistencias y 5,2 rebotes por partido.

Tiene peso como para dar una opinión y ser escuchado. Y está al frente de un grupo de jugadores que cuestionan el plan de la liga de terminar la temporada en Disney World, cerca de Orlando, con 22 planteles aislados a raíz de la pandemia de coronavirus. En una conferencia telefónica entre más de 80 basquetbolistas, aunque fueron alrededor de 20% de los convocados por la organización, Irving se opuso firmemente al regreso de la actividad y exhortó a priorizar la lucha por el cambio social desencadenada en Estados Unidos tras el crimen de George Floyd, sucedido el 25 de mayo.

Otros participantes en la conversación grupal a distancia alertaron sobre los riesgos de contagio de Covid-19 que deberían afrontar y cuestionaron las condiciones de aislamiento que quiere aplicar la NBA en la "burbuja" de Disney, donde según sus resultados en el torneo deberán permanecerán entre uno y tres meses.

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El retorno de la NBA, tras la suspensión del 12 de marzo, parecía asegurado desde que la semana pasada las franquicias y la Asociación de Jugadores (NBPA) aprobaron reanudar el certamen el 30 de julio sin público en el complejo deportivo de Disney World. Ahora no está tan claro que ello ocurrirá. Sigue siendo lo más factible, y la liga no cree que la situación derive en un boicot, algo que repercutiría económicamente en todas las partes, pero sigue atenta a la situación.

Se calcula que una cancelación de la 2019/2020 implicaría pérdidas de 645.000.000 de dólares en salarios, y que si hubiere definición en Disney los basquetbolistas rescatarían 300.000.000. ESPN, empresa del grupo Disney, advirtió que si se diera por terminada la campaña, la NBA podría aplicar la cláusula de "fuerza mayor" para extinguir el actual convenio laboral con los jugadores y renegociarlo a la baja.

El prestigioso periodista Adrian Wojnarowksi, siempre muy bien informado acerca de NBA, no descartó problemas: "Si el diálogo actual entre los jugadores se convierte en un movimiento, sí, el 30 de julio puede estar en peligro", sostuvo el reportero de ESPN. De todos modos, proyecta que habrá reanudación: "Los jugadores de elite de los equipos aspirantes al anillo han estado bastante sólidos en que quieren jugar, y esto sería suficiente para la NBA", añadió.

Un veterano de la liga, Carmelo Anthony, se mostró dubitativo sobre la definición del certamen en Florida. "Volver a jugar y hacerlo en Orlando... Todavía lo tengo un poco en el aire, porque no conocemos todos los detalles", advirtió el alero de Portland Trail Blazers. A su vez, Malcolm Brogdon, de Indiana Pacers y uno de los siete vicepresidentes de la NBPA, contó que había hablado con algunos jugadores que estaban "muy interesados en la posibilidad de quedarse fuera" del predio próximo a Orlando.

Nada tan contundente como la férrea postura de Irving, que al parecer se despachó con contundencia ante sus colegas y la organización de la liga en la teleconferencia: "No apoyo ir a Orlando. No estoy con el racismo sistemático y la basura. Algo huele un poco mal", habría dicho el también vicepresidente de la NBPA. Su situación personal es más fácil que la otros: el base de Brooklyn está lesionado.

A pesar de las palabras de Irving, el ambiente de la NBA ha apoyado masivamente las protestas contra la disparidad racial y la brutalidad policial. Giannis Antetokounmpo, de Milwaukee Bucks, se unió a las marchas y otra superestrella, LeBron James, de Los Angeles Lakers, lanzó una iniciativa para fomentar el voto de los negros en la elección presidencial de noviembre.

Pero LeBron pensaría que jugar en Disney no afectaría el objetivo social. Lo mismo que explicitó Austin Rivers, de Houston Rockets: "Adoro la pasión de Kyrie por ayudar a este movimiento. Es admirable e inspiradora. Estoy con él... pero de la manera correcta y no a costa de toda la NBA y las carreras de los jugadores. Podemos hacer ambas cosas", escribió el perimetral en Instagram.

Por lo pronto, la NBA acordó con la NBPA que los jugadores que estén en mayor riesgo ante el virus podrán ausentarse de Disney y que quienes prefieran no jugar por otras razones no serán sancionados pero no recibirán los pagos correspondientes a esos partidos.

Una situación similar en el tenis

No sólo en el mejor básquetbol del mundo hay negociaciones por volver o no volver a jugar. También en el mejor tenis, y con una competencia estadounidense, se da la paradoja de que luego de una pausa de tres meses algunos profesionales prefieran no salir a la cancha. Y ciertamente se trata de astros, aun más brillantes que Irving en lo suyo.

Rafael Nadal, Novak Djokovic y Serena Williams están pensando en no acudir al Abierto de Estados Unidos, habitualmente último torneo de Grand Slam, que en esta temporada será el penúltimo, pues Roland Garros se corrió hacia el final del año. A ninguno de los tres lo convence presentarse en semejante compromiso sin estar al tope de su potencial ni de su comodidad, y eso es lo que implicará cumplir las restrictivas condiciones que impone la organización para protagonizar el certamen de Flushing Meadows, programado para entre el 31 de agosto y el 13 de septiembre.

"Creo que Serena querrá jugar al 100% de sus posibilidades. No sé como puede instalarse en Nueva York para competir acompañada por una sola persona", explicó Patrick Mouratoglou, su entrenador, citado por la agencia EFE. "No imagino a Serena tres semanas en Nueva York sin su hija, que además cumplirá tres años el 1 de septiembre. Quieren que el torneo siga adelante a cualquier costo por razones económicas, lo cual entiendo, pero me pregunto cuántos estarán dispuestos a aceptar esas condiciones", añadió el francés, quien también objetó que los tenistas no puedan ir a Manhattan, pues deberán permanecer en un hotel cercano al aeropuerto para ser examinados hasta tres veces por semana.

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Además, se les exigirá una cuarentena de dos semanas. Por eso son varios los que lo piensan dos veces, o más."Todo el mundo quiere jugar si es posible, pero con las condiciones actuales en vigor será muy difícil", observó el alemán el alemán Alex Zverev. "Algunas condiciones deberán cambiar para que ir tenga un sentido", fue un poco más allá el austríaco Dominic Thiem. Ninguno tan lejos como Richard Gasquet, que hasta puso en duda que haya Abierto de Estados Unidos este año: "Todo está difuso. Es difícil imaginar la realización del US Open. Pero quedan dos meses, mucho tiempo. Nadie puede saberlo. Las condiciones son difíciles, pero es posible. Todo es planteable", opinó el francés.