Deportistas olímpicos: el difícil camino a Tokio

Era el año de los Juegos, pero la pandemia todo lo cambió para los deportistas. Entrenamientos virtuales, equipamientos caseros, demorada respuesta oficial al reclamo... Atletas argentinos que, entre protocolos, se preparan como pueden y buscan llegar en forma al ansiado sueño olímpico
Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló

Más de tres meses de entrenamientos de ciencia ficción. Fernanda Russo practicando tiro vía láser contra la pared de su departamento. Agustín Vernice remando en el living con un simulador. Belén Pérez Maurice haciendo movimientos de esgrima con una espada invisible. Paula Pareto vía Instagram mostrando como su mesa se convirtió en una tabla de ejercicios. Yamil Peralta levantando pesas hechas con baldes. Trabajos tácticos de grupo virtuales. La vida por Zoom. El deporte en zoom.

Los deportistas olímpicos argentinos transportaron los entrenamientos a sus casas desde que el 19 de marzo el presidente Alberto Fernández anunció el aislamiento social preventivo y obligatorio por la pandemia del coronavirus. Fue el punto de partida para un tiempo de realidad adaptada que en 90 días consumió sus energías. En el alto rendimiento, cada jornada sin el máximo de exigencia disminuye la barra de rendimiento.

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"Estoy hace 11 semanas sin poder entrenarme en una pileta. No existen ejercicios que repliquen la sensibilidad que necesita un nadador para entrenarse en el agua. Una semana de entrenamiento equivale a dos o tres meses de recuperación", dijo Delfina Pigantiello en Todo Noticias. La nadadora, que ganó tres oros en los Panamericanos de Lima 2019, hizo la primera declaración pública de alto impacto. "Esto hace que considere la posibilidad de ni siquiera prepararme para Tokio y hasta dejar de nadar si esto sigue".

El boxeador Yamil Peralta se entrena en su casa, en José C. Paz
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Santiago Lange, otra voz de peso en el olimpismo nacional -el regatista fue medalla dorada en los Juegos de Río 2016- también habló. "Ya no sé cuánto tiempo nos va a llevar recuperarnos. Entiendo la pandemia, pero también hay que ser creativos respetando a la población. La historia me dice que hace tres meses estoy en casa", dijo, también en televisión, a comienzos de junio. "Somos muy respetuosos y estamos alineados con quienes deben tomar las decisiones".

Con los reclamos reverberando, las reuniones para gestionar los permisos de entrenamiento se apuraron. Por Zoom, el Ministerio de Turismo y Deportes, la Secretaría de Deportes, el Comité Olímpico Argentino, las diferentes federaciones, el ENARD, el Ministerio de Salud y entrenadores y atletas empezaron a definir las condiciones del operativo retorno olímpico. El 6 de junio se hizo el anuncio: los deportistas olímpicos podían salir a entrenarse. Claro que llegó el reclamo de los otros deportistas, desde los tenistas que se quejaron frente a la Quinta de Olivos hasta el remero Ariel Suárez (campeón Panamericano en 2011 y 2019, subcampeón mundial en 2011 y finalista en los Juegos Olímpicos de Londres 2012), que rompió la cuarentena para entrenarse después de 144 días y generó polémica.

Pero los clasificados para Tokio volvieron antes. "Nuestros deportistas tenían ansiedad por entrenarse, pero también una idea clara de lo responsables que tienen que ser en cuanto al cuidado de su salud y del resto de la población", dice Matías Lammens, ministro de Turismo y Deportes. "Entendí la angustia y la frustración, porque veían que sus rivales empezaban a entrenarse y eso implica una clara ventaja en el alto rendimiento".

La preparación olímpica de Paula Pareto: la serie de ejercicios que realiza colgada de una mesa

Inés Arrondo es la secretaria de Deportes de la Nación y la primera mujer en la historia argentina en ocupar el máximo lugar en la gestión deportiva pública. Es, también, una ex Leona que compitió -y ganó dos medallas- en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y Atenas 2004. "Es muy movilizante esto. Uno viene con la cabeza y la preparación para una fecha determinada. La postergación es recoger y dar de vuelta. Reconfigura los pasos en un escenario de mucha incertidumbre", dice Arrondo. "Un Juego Olímpico es algo único en la vida de un atleta. Que se postergue, o que esté a la vista la realización o no por la pandemia, es difícil para los atletas".

El 12 de junio se publicó la decisión administrativa 1056/2020 que permitió a los 143 atletas argentinos ya clasificados a los 32os. Juegos Olímpicos volver a entrenarse "en el ambiente que más natural les resulte para su disciplina". La medida fue celebrada y tomada con cautela. Varios deportistas prefirieron no hablar al ser consultados para esta nota. Cuidar su imagen y mantener el foco en recuperar el estado físico, solidarizarse con aquellos que todavía deben seguir entrenándose en casa por no estar contemplados en la medida, fueron algunos de sus argumentos.

El atleta en silla de ruedas Alejandro Maldonado se queja de que se olvidaron de los paralímpicos
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El permiso, que fue comunicado vía Boletín Oficial, aclara, además, que en las prácticas deportivas autorizadas no se contemplan las situaciones de intercambio y debe mantenerse el distanciamiento.

"Es volver a prepararse. Una vuelta adaptada, no pueden reproducirse un montón de situaciones de juego en esta primera instancia", aclara Arrondo. "Hay que ver cómo se resignifica todo: el escenario mundial, volver al juego y reconsiderar las planificaciones".

Agustín Vernice | Kayak

El coronavirus llevó a Agustín Vernice al lugar donde todo empezó. A esta altura del año iba a estar en Tokio, en sus primeros Juegos Olímpicos, pero está en Olavarría. Remando en el arroyo Tapalqué. "No recuerdo haber entrenado más de 3 o 4 días en Olavarría en pleno invierno", dice vía Zoom. Vernice, de 25 años, vive, duerme y se entrena en la casa de sus padres. Y desde el 16 de junio solo sale para practicar en el club Estudiantes: el mismo lugar donde descubrió el remo a los 12 años.

Una semana antes de la suspensión de actividades, Vernice estaba entrenándose con la selección nacional y recibió -junto con sus compañeros- una orden: no salir de casa más que para entrenarse. Después, el equipo canceló las jornadas en la pista nacional en Tigre, la zona donde Vernice vive la mayor parte del año. "Era como que ya habíamos tomado dimensión nosotros, pero los demás no", cuenta. Faltaban 72 horas para el anuncio del presidente, ya se habían suspendido las clases y los eventos masivos. "Con la cuarentena total empezó lo peor. De un día para otro nos dicen que cada uno se vuelva a su casa y veríamos cómo retomar los entrenamientos. Ahí se derrumbó todo".

La noche del 19 de marzo, Vernice cargó su auto y salió para Olavarría, donde comenzó con las jornadas de entrenamiento indoor. Estudiantes le dio elementos de gimnasio, la Federación Argentina de Canoas le prestó un simulador de remo y la parte aeróbica la hizo trotando alrededor del patio de la casa: un minuto cada vuelta al terreno.

"Nunca dejé de entrenarme", dice Vernice, que en Japón competirá en la categoría K1-1000, en la que es campeón mundial. "Llegó un momento que quería que se postergaran los Juegos porque no tocaba el agua. No estaban las condiciones dadas. Era un deseo y no creo que haya sido el único".

Hasta que salió el decreto que permite a los deportistas olímpicos entrenarse, Vernice monitoreó de cerca la discusión sobre el tema. Habló con autoridades municipales, de la federación, gente del COA, charló a diario sobre el tema con su entrenador. "Traté de agotar todos los recursos para poder volver a la actividad", dice. "Mi deporte no implica un riesgo, porque lo práctico en absoluta soledad. La intención de entrenarme en el agua siempre estuvo, pero llevó un poco más de lo imaginado".

El 10 de julio, Agustín Vernice partió en su auto desde Olavarría hacia Tucumán para poder entrenarse durante seis semanas, junto con el equipo argentino de canotaje, en aguas más cálidas. Cinco días más tarde posteó en Instagram que era positivo de Covid-19. "Me siento muy bien, sin síntomas, y con ganas de que esto pase pronto. Los atletas somos humanos y no estamos exentos de contagiarnos, aun tomando todas las precauciones que marcan los especialistas sobre la pandemia". También, agradeció y dejó un mensaje: "El gobierno provincial, el Comité Olímpico Argentino, el ENARD y la Federación Argentina de Canoas trabajan para apoyarme en esta recuperación. Lo único que me desilusionó es que mi nombre se diera a conocer cuando mi deseo era otro como paciente". Luego concluyó: "Me quiero concentrar solo en recuperarme. Cuando me den el alta, hablamos de lo que viene: entrenarme para ser olímpico en Tokio".

(Verenice cursó la enfermedad sin complicaciones y una vez recuperado volvió a su casa en Tigre).

Fernanda Russo | Tiro

En su departamento de Nuñez, Fernanda Russo armó un polígono. No llegó a establecer una distancia de disparo de diez metros -la de su categoría de competencia-: quedó en siete. Puso un blanco a la altura reglamentaria en la pared y en la punta de su rifle insertó un simulador de tiro. Se entrenó así 29 días, casi el primer mes de cuarentena, hasta que pudo volver a La Rioja, donde vive su familia. Cuando llegó -después de quince horas de viaje en uno de los colectivos que el gobierno provincial puso para repatriar riojanos varados en CABA- tuvo que encerrarse 14 días en la casa de su madre. Venía del AMBA. Representaba un riesgo.

Al mismo tiempo que cumplió su período de aislamiento estricto, en La Rioja los casos de coronavirus bajaron y se habilitaron diferentes actividades según terminación de DNI. Russo, de 20 años, comenzó a entrenarse en el Tiro Federal día por medio. "El club armó un protocolo para poder volver", dice ella, que fue de las primeras deportistas olímpicas en retomar las prácticas. "No hay tanta gente. Suelo estar sola, el distanciamiento no es un problema", cuenta sobre su preparación en la nueva normalidad. "Cuando entrás te limpiás las zapatillas, llenás un libro de registro con DNI, teléfono, fecha en la que estuviste en el club. El uso de barbijo en la instalación es obligatorio. Me lo puedo sacar cuando practico. Termino y vuelvo a ponerme el barbijo, limpio donde estuve y me voy".

Antes de la pandemia, Russo -que disputará su segundo Juego Olímpico- se entrenaba en doble turno un mínimo de 5 días por semana. Hoy, cuando no va al Tiro Federal ejercita lo físico en su casa y conversa todos los días con su entrenador Pablo Alvarez. También intercala videollamadas de prácticas con sus compañeros del equipo nacional de tiro. "Somos todos del interior y todos, junto con el cuerpo técnico, priorizamos estar seguros. Si no me volví antes a La Rioja fue porque no teníamos en la cabeza que iba a ser así la cuarentena", cuenta Russo. "En el interior, como todo está más tranquilo, estamos entrenándonos mejor. Por ahora nos vamos a mantener así. Mi plan sería regresar cuando vuelvan las clases presenciales de la facultad. Imaginate", cuenta Russo, que este año comenzó a estudiar Gestión Deportiva.

Además de las charlas de logística, preparación física y técnica, conversa semanalmente con todos los miembros de su mesa chica: director técnico, entrenador, psicólogo y preparador físico. Hablan sobre cómo lleva este nuevo día a día. La contienen. Entrenan su cabeza. "Trabajan conmigo desde hace años. Nos supimos adaptar a esta modalidad y hoy se nota más lo incondicionales que son", dice Russo. "Vemos qué podemos mejorar. Miramos para adelante, replanteamos las cosas. Seguimos".

Martina Dominici | Gimnasia Artística

Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló
Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló

"Ahora es todo diferente. Somos solo mi entrenadora y yo", dice la gimnasta Martina Dominici sobre los nuevos entrenamientos en el Cenard. "Te toman la temperatura al entrar, te ponen alcohol en gel, pasás por los paños sanitizantes para las zapatillas y tenés que mostrar la app CuidAR": así es la vuelta al gimnasio después de más de tres meses de entrenarse en la terraza, en el living y vía Zoom. Los nuevos entrenamientos duran tres horas; antes eran cuatro a la mañana y dos y media a la tarde.

"Se fue haciendo más duro cuando pasaban los días. Costaba levantarme para entrenarme sola, armar todo. Era cada vez más difícil", cuenta Dominici, que tiene 18 años y más de un centenar de medallas desde que se convirtió en deportista de élite a los 12. Dominici se filmaba en cada entrenamiento hogareño y le enviaba los videos a su entrenadora, que le hacía devoluciones y nuevas rutinas. También tenía charlas con los otros gimnastas argentinos. "Vemos la angustia, que hay miedo de no poder volver de la mejor manera. Estamos todos en la misma".

En el Cenard es raro poder cruzarse con gente. Todo está organizado para eso. Cuenta Dominici que vio, algunas veces y a lo lejos por una ventana, a María Belén Pérez Maurice practicando con su espada. Otras, a Paula Pareto en el gimnasio (al cierre de esta nota, Pareto y el equipo de judo se habían trasladado a Santa Teresita para comenzar la pretemporada).

Para tratar su estado emocional ante esta nueva realidad, Dominici trabaja al menos dos veces por semana con su psicólogo. "Vengo preparando los Juegos hace muchos años. La postergación nos dio un poco de desmotivación y bajón", dice. "Fue muy difícil la noticia. Es complicado no tener motivación ni torneos. Va a costar volver a competir".

Para ella, el tiempo encerrada fue largo. Y la vuelta a los entrenamientos se demoró. "Dijeron que ya podíamos entrenarnos y pasó una semana hasta que salió el DNU que lo habilitaba. Lo dijeron para tranquilizar a los atletas, pero en realidad tardó una semana más", dice. "Nos habían dicho hacía bastante que faltaba menos, que íbamos a poder volver a los gimnasios. Y ya era mucho tiempo sin entrenarnos. Ya todos querían volver porque es muy difícil empezar de nuevo".

Alejandro Maldonado - Atletismo en silla de ruedas

Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló
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Cuando los atletas ya clasificados a los Juegos Olímpicos de Tokio fueron habilitados para volver a los lugares de entrenamiento, el clima entre dirigencia y deportistas pareció calmarse. Quedaron atrás los reclamos públicos, las reuniones y la aprobación de los protocolos sanitarios. Era tiempo de hisopados, de descargar apps de libre circulación y de nuevas costumbres para la preparación. ¿Todas y todos a la cancha? No, el decreto no incluyó a los deportistas paralímpicos.

"La ignorancia no es ofensa, es no tener conocimiento de ciertas cosas. En este decreto se les escapó, por descuido. No soy quién para juzgar a nadie, pero llama la atención que en 2020 sucedan estas cosas". Alejandro Maldonado es corredor en sillas de ruedas. Es, también, uno de los máximos exponentes del atletismo paralímpico nacional. Él, junto con el Comité Paralímpico Argentino (CPA), fueron los que encabezaron el repudio ante la omisión del gobierno. Los que tuvieron que salir a pedir que se los incluyera. "Cuando hablamos de inclusión hay que hacerlo de verdad".

Al momento de la entrevista con Maldonado, la Secretaría de Deportes, el CPA y el Ministerio de Salud trabajaban en el armado de protocolos para la incorporación de los atletas paralímpicos en la segunda etapa de entrenamientos amparados por el decreto. También, hasta ese momento, ningún atleta lo había llamado para darle su apoyo. "Cada cual mantiene su postura y cuida su lugar de alguna manera". Mientras, Maldonado -que ya participó de dos Juegos y viene de ganar cuatro medallas en los Parapanamericanos 2019- intentó mantener su estado físico desde casa. "Los primeros días me costó adaptarme. Hoy estoy bien. Tengo un rodillo donde poner mi silla, me compré un banco de pesas y puedo entrenarme".

Finalmente, la primera semana de agosto los atletas paralímpicos volvieron al Cenard. "El alto rendimiento necesita de entrenamientos en gimnasios, pistas de atletismo. No es lo mismo hacerlo en casa", dice. "Sentí enojo conmigo mismo, entrenarme tanto para que se cayera todo", dice sobre la postergación.

Maldonado, de 43 años, sabe de las consecuencias de frenar. Cuando se retiró en 2013, aumentó 30 kilos. Volvió al deporte hace tres años para mejorar su salud y su nivel lo llevó de nuevo a la competencia premium. "El cuerpo tiene memoria. Es la cabeza la que maneja todo", dice. "Esta cuarentena la tomo como un maratón de 42 kilómetros. Hoy siento que me faltan diez para la meta. Hay que llegar de la mejor forma".

Germán Orozco | DT de la selección masculina de hockey sobre césped

"La técnica individual es sumamente importante en este momento", dice Germán Orozco, director técnico de Los Leones. Ese fue el foco de los primeros entrenamientos del equipo argentino de hockey masculino en esta nueva normalidad. Los Leones -que se preparaban para defender el oro de Río 2016- no tuvieron contacto físico entre ellos durante casi dos meses de prácticas. Las tres jornadas semanales de trabajo se dividieron en ejercicios físicos individuales y técnico-tácticos. Los 13 jugadores que integran el plantel que va al Cenard se reparten en dos grupos. Cada uno tiene su lugar para cambiarse y su botella de agua identificada. No se pueden duchar. El salón exclusivo para el equipo es para dejar pertenencias personales y cambiarse si es necesario. Todo con distancia social y en el menor tiempo posible. Un entrenamiento de equipo en tiempos de Covid-19.

"Nos dimos cuenta de lo bien que nos va a hacer poder trabajar los pequeños detalles a los que, con todo el grupo o en plena competencia, no podemos darle tanta importancia", dice Orozco, al frente de Los Leones desde 2018, ante el desafío de su primer Juego Olímpico como entrenador.

La llegada del Covid-19 a la Argentina tomó a Los Leones disputando la Pro League en Oceanía. Cuando volvieron, el virus empezó a propagarse y las medidas de prevención cancelaron la posibilidad de retomar los entrenamientos. Con la cuarentena declarada, comenzaron los trabajos vía Zoom -con los jugadores de Europa y los de Argentina-. Luego de la primera extensión del aislamiento, al entrenamiento físico virtual se sumó el táctico, con repaso de los últimos partidos. Después, llegaron las charlas: por posiciones, por subgrupos, individuales.

Mientras tanto, Germán Orozco siguió la negociación para volver a entrenar. Leía cada mensaje del grupo de WhatsApp que comparte con entrenadores de otros deportes olímpicos, participaba de reuniones entre atletas y dirigentes. "Había deportistas que estaban perdiendo muchísimo. Que hayan salido a hablar fue para resaltar que somos importantes. Nosotros consideramos que el deporte es una pata muy grande dentro de la sociedad", dice. "Tan importante como la educación y la salud. Si nos ponemos a pensar, el deporte te da salud y educación".

El regreso a la cancha le permite al DT de Los Leones trabajar de otra manera y planificar. Las últimas semanas los entrenamientos sumaron ejercicios con contacto y noviembre podría ser una fecha para reunir a todo el plantel en Europa. Un verano de pretemporada en el interior del país es un sueño antes de la vuelta a la competencia en marzo 2021, un mes antes del ya confirmado regreso a la Pro League el 2 de abril. "Va a ser muy difícil armar algo este año -dice Orozco-. Nunca hay una fecha de cuándo se va a terminar esto. La planificación va a estar sujeta a la evolución de la pandemia. Es todo muy extraño. Es difícil".

(Al mismo tiempo que Los Leones comenzaron a entrenarse con contacto, Las Leonas se trasladaron a Pinamar para una pretemporada en modo burbuja).

Julieta Lazcano | Capitana de la selección femenina de voleibol

"Es muy difícil entrenarme sola contra una pared", dice la voleibolista Julieta Lazcano
Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló

Julieta Lazcano estuvo dos meses para llegar a su casa. Desde que se suspendió la liga de voleibol en Polonia -estaba jugando en el E.Leclerc Radomka Radom- hasta que pudo hacer pie en Córdoba, transcurrieron llamadas y mensajes a la embajada argentina en Alemania, un viaje en auto alquilado a Frankfurt, un vuelo de repatriación, unos cuantos hoteles en Buenos Aires, un período de aislamiento estricto, un viaje en auto de diez horas y otros 14 días aislada. Hubo, en todo ese camino, entrenamientos en cuartos de alquiler y patios prestados. Todo físico y de relajación -su profesorado en yoga se revalorizó con la pandemia-. Apenas, algunos movimientos técnicos: saltos y golpes imaginarios. Nunca, en esos dos meses de viaje distópico, tocó una pelota.

"Es complicado entrenarse en este contexto. Tuve etapas. Le pasa a la gran mayoría. Hay momentos de mucha motivación y también de los otros", dice Lazcano, que ahora practica con una profesora que la ayuda con los ejercicios con pelota. "Es muy difícil sola contra una pared". Lazcano, de 30 años, es una de las cuatro integrantes del plantel de Las Panteras que disputó los Juegos de Río 2016. "Descubrí que tengo un montón de recursos y experiencia. Aprendí a entrenarme a mí misma".

Solas, también, se entrenan las otras jugadoras del plantel, que en su mayoría están fuera de la zona del AMBA. Tres veces por semana comparten una práctica por Zoom y el resto de los días, todas en canchas diferentes. Otro entrenamiento de equipo en modo nueva normalidad. "Se planteó desde el principio no hacer ninguna locura. El objetivo de los Juegos es lejano para nosotras. El primer objetivo es individual, cada una con su equipo", cuenta Lazcano, que analiza ofertas para ver dónde jugará cuando se reanude la actividad. "Cualquier posibilidad de enfermarse es un riesgo. Por eso, Hernán Ferrero -director técnico de la selección- planteó para más adelante juntarnos las que nos quedemos acá".

Para Las Panteras, Tokio vuelve a quedar lejos: un sol asomando en el horizonte. "Nosotras estamos acostumbradas a ponernos el chip, juntarnos un par de semanas antes y jugar. Así hicimos para el Preolímpico", dice, sobre la falta de prácticas grupales. La última vez que el plantel estuvo junto fue en enero. "Nos clasificamos a los Juegos, nos fuimos a nuestros clubes y después, pandemia. No pudimos hablar nada. Pero hoy el objetivo es llegar de la mejor manera en este contexto".

Yamil Peralta | Boxeo

Yamil Peralta armó el gimnasio en su casa, en la localidad de José C. Paz
Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Coló

La pandemia cambió a Yamil Peralta. Hasta marzo de 2020 era un boxeador profesional que se preparaba para pelear por una medalla en su tercera participación olímpica. Pero llegó la cuarentena y no solo se cortó la posibilidad de seguir con las dobles jornadas de entrenamiento. La falta de peleas hizo que se quedara sin ingresos y tuviera que buscar un nuevo trabajo. Ahora se levanta todos los días cuando aún es de noche: 5.30. Desayuna rápido -un mate caliente, no muy nutritivo- y sale en su moto desde José C. Paz hasta el Parque Industrial de Pilar, donde trabaja en una empresa de recolección de residuos. A eso de las 3 de la tarde vuelve a casa, "tomo un mate como mucho" y a entrenar al patio. Ahí armó su gimnasio. Mancuernas caseras con fierros y baldes, bolsas de cemento para pegar, ruedas de carretilla en un árbol para hacer abdominales. Un Rocky amateur en el Conurbano, que cuando termina su rutina se ducha, cena temprano y, con un poco de suerte, no se duerme antes de llegar a la cama.

"Me cambió la vida. Me dio vuelta todo lo que pensaba", dice, vía Zoom, y la pantalla muestra su rostro cansado, de ojeras marcadas: oscuras y profundas. "Antes decía que el deporte era muy sacrificado por la rutina, los horarios y el compromiso. Ahora es un privilegio poder entrenarme".

Yamil, que es campeón latino y sudamericano de boxeo en la categoría crucero del CMB, estaba a una semana de pelear con la selección argentina de boxeo en el Preolímpico, a fines de marzo. "Venía reafilado", dice. Pero, coronavirus mediante, los días que iba a estar en el ring comenzó a trabajar. "La primera semana en el laburo fue matadora. No estaba acostumbrado al ritmo y los horarios. Llegaba muerto. No me entrené nada esos días".

Después de ese período de adaptación, volvió a entrenarse pensando en el título mundial y en Tokio. "Me compré una bolsa de cemento, fierros, ruedas y armé cosas como hace cualquier boxeador. Entrenarse así es normal en montones de gimnasios de barrio", dice sobre sus equipos artesanales, con los que aún sigue poniéndose a punto, porque aunque ya son varios los deportistas olímpicos que volvieron a los gimnasios, a él nadie lo llamó de la Federación Argentina de Box para comunicarle el alta.

"Cuando empezó todo esto no pensaba solo en los Juegos Olímpicos. También tenía mi carrera profesional, de la que saco mi moneda. Es la parte que veo como un laburo", reflexiona sobre cómo le impactó la pandemia. "Compito con la selección porque es un orgullo y me encanta representar a mi país".