Deporte en el siglo XXI. La era más impactante, con sucesos, récords e irrupciones que rompieron las previsiones y las creencias

¿Quién no fantaseó alguna vez con la posibilidad de haber vivido en otra época? Haga la prueba en una comida familiar o de amigos: obtendrá las respuestas más curiosas que quizá jamás haya imaginado. El imán de ser testigos de hechos que marcaron la historia en el rubro que fuera: cultural, económico, social o político. Y deportivo, claro. Casi como un juego. Un mundo fascinante dentro de esa consola personal...

Especial de LA NACION: por qué el deporte del siglo XXI generó los mayores impactos de la historia

Ver pasar raudamente a Juan Manuel Fangio con sus antiparras, sin el cuello Hans Device ni telemetría y con escasísimos elementos protectores, a bordo de su Mercedes, Maserati, Ferrari o Alfa Romeo. O inflar las redes a la Saeta Rubia, don Alfredo Di Stéfano. Asomarse por el Estadio Olímpico de Berlín en aquel 1936, cuando Jesse Owens se despachaba con sus cuatro oros en los Juegos propagandísticos del Führer, desatando la novela sobre si Hitler saludó o no al moreno dorado. Sumando mentalmente los puntos para Philadelphia Warriors que iba encestando Wilt Chamberlain ante los Knicks hasta llegar a 100, en 1962. Deleitarse con ese señor australiano de tez rojiza al que todos ovacionan hoy en los Grands Slams, sacando y voleando a pura destreza "a lo Rod Laver" o con su sobrenatural compatriota Margaret Court, ganando uno tras otro esos grandes torneos hasta llegar a ¡24! Disfrutar del Oso Dorado de los 18 Majors devenido en diseñador emblemático de campos de golf: Jack Nicklaus. O del cuerpo armonioso, bigote estilo Freddie Mercury y short de baño con la bandera de USA, sí, el de los 7 oros en la piscina de Munich 1972: Mark Spitz. ¡Casi insuperable!

Nos gusta comparar. Todo. Siempre. Es casi un deporte más clasificar quién fue mejor, superior. Argumentar. Desacreditar. Forma parte de un folklore no tan folklórico. Por eso, es muy difícil, posicionándonos de frente a la historia deportiva, establecer rankings sin caer inexorablemente en la subjetividad. Aún así, tenemos una percepción: que en los últimos 20 años venimos siendo testigos de la mejor época del deporte de todos los tiempos. Percepción que de mutar en aseveración desataría inmediatamente la polémica.

Sin embargo, tomando ese mismo segmento, sí podemos afirmar sin temor a equivocarnos que si algo se produjo en estas dos últimas décadas son momentos impactantes, movilizadores, renovadores, acompañados por un fenómeno comercial, marketinero y de audiencias. Con nombres, irrupciones, récords, números, hechos que rompieron con muchas previsiones y creencias. Evitando emplear un vocablo usualmente tentador: inigualable. Spitz puede dar fe de ello: casi que estaba haciendo la plancha sobre su legendaria marca cuando tragó agua por el oleaje que dejó un tal Michael Phelps.

Hamilton probando el Mercedes de Fangio

El caso de Fangio refrenda lo revulsivo de estos 20 años: sus cinco títulos mundiales en la Fórmula 1, esos que ya había merodeado Alain Prost (4), fueron atacados desde varias zonas de sobrepaso. Sebastian Vettel (4) fue otro de los que anduvo tocando los pianitos, pero los que directamente aplicaron el DRS fueron Michael Schumacher (7) y ahora Lewis Hamilton (6), lanzado por edad y actualidad a ser el más ganador hasta nuevo aviso.

Di Stéfano, Pelé, Diego Maradona, los dueños del Olimpo del fútbol. ¿Quién podía imaginar que el fútbol argentino generaría otro zurdo talentoso, irreverente, incontenible e incluso más goleador, para ganarse el encandilamiento del planeta fútbol? Aunque Lionel Messi tuvo un complemento que le faltó al capitán campeón del mundo en México 86: el antagonista. Hace unos días, el sabio Juan Carlos Harriott, leyenda polística de Coronel Suárez y ganador 20 veces del Abierto de Palermo, dijo sobre el clásico con Santa Ana, otro equipo emblemático de ese deporte: "Santa Ana llegó a ser lo que fue gracias a Coronel Suárez. Y Suárez fue lo que fue gracias a Santa Ana. Tuvimos la suerte de ganar más veces que ellos, pero tratabas de mejorar todo el año en caballos pensando en Santa Ana. Y ellos hacían lo mismo. Fue una rivalidad que nos potenció". Messi identificó en Cristiano Ronaldo, otro monstruo de estos tiempos y parafraseando a Protágoras, "su medida de todas las cosas".

Federer, Nadal, y una de las joyas en Wimbledon

Aquellos tiempos de los Mosqueteros franceses (René Lacoste, Henri Cochet, Jean Borotra y Jacques Brugnon) y de las glorias australianas (Rod Laver, Ken Rosewall, Roy Emerson y John Newcombe) sobre los courts, que se prolongaron en los Pete Sampras, Björn Borg, John McEnroe y Andre Agassi, encontraron una irrupción mágica en el Big Three de los 56 títulos de Grand Slam, aún vigentes: Roger Federer (20), Rafael Nadal (19) y Novak Djokovic (17). Cada uno con su estilo, su conexión con la gente y el mensaje inspirador a partir de sus idiosincrasias.

Los impactos del Siglo XXI tuvieron muchos rostros nítidos: Tiger Woods, Kobe Bryant, Serena Williams, como abanderada simbólica de los derechos femeninos y un imparable fenómeno a nivel sociedad; los All Blacks como eje de un rugby expansivo. ¡Y los Tótems de la modernidad olímpica! Phelps con sus 23 oros, 8 de ellos en Pekín 2008 para quebrar la línea Spitz. El jamaiquino Usain Bolt, revulsivo del atletismo, del deporte. El más veloz del mundo (9s58) en los 100 metros. El más rápido (19s19) en los 200 metros. El showman unido a la majestuosidad deportiva. El que más se acercó, con ese don celestial, a Muhammad Alí y que a la vez nos hace sentir que, después de todo, no está tan mal haber transitado esta época sin necesidad de fantasear.