Deporte en el siglo XXI. El Big 3 y las Williams, motores de una era tenística llena de récords y explosión en el mercado

De Bill Tilden y los Cuatro Mosqueteros franceses (Henri Cochet, Jean Borotra, Jacques Brugnon y René Lacoste) a Fred Perry y Don Budge; de Ken Rosewall, Rod Laver y Roy Emerson a Manolo Santana y John Newcombe; de Jimmy Connors, Guillermo Vilas y Bjorn Borg a John McEnroe, Boris Becker y Stefan Edberg; de Mats Wilander e Ivan Lendl a Andre Agassi y Pete Sampras.

De Suzanne Lenglen a Maria Esther Bueno; de Maureen Connolly y Margaret Court a Billie Jean King y Evonne Goolagong; de Chris Evert a Martina Navratilova; de Steffi Graf a Monica Seles; de Hana Mandlikova y Jana Novotna a Arantxa Sánchez Vicario, Gabriela Sabatini y Martina Hingis.

El tenis es un deporte en el que se caería en una injusta inexactitud si se sentenciara que tal o cuál época fue la mejor. Desde sus orígenes románticos hasta la explosión profesional, disfrutó de leyendas y épocas gloriosas. En blanco y negro, y en colores e imágenes en alta definición. Las comparaciones para llegar a esas arbitrarias afirmaciones no serían precisas debido a la evolución de, por ejemplo, las raquetas, pelotas, superficies, encordados, reglas.

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Pero ello no es un impedimento para indicar que las últimas dos décadas del tenis de elite fueron las más resonantes. En el juego y en su industria. En su difusión y conquista de nuevos mercados (en Asia, especialmente, con el empuje del japonés Kei Nishikori y la china Na Li). En sus records y emociones. Y en gran medida, los responsables de ese fenómeno fueron Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. También, aunque en otra dimensión, Andy Murray,las hermanas Williams (sobre todo Serena, la menor, con 23 títulos individuales de Grand Slam) y Maria Sharapova, entre otros protagonistas.

Desde el Abierto de Australia 2000, ganado por Agassi, hasta el único Grand Slam en esta temporada de pandemia, también en Melbourne, se disputaron 81 grandes, de los cuales Federer, Nadal y Djokovic ganaron 56 (20, 19 y 17, respectivamente). El suizo, el español y el serbio construyeron una rivalidad inédita desde los números, que se alimentó año tras año, desde el primer choque entre dos de ellos: Miami 2004, éxito de Nadal sobre Federer. El dominio ejercido por el Big 3 (en algún momento, Big 4, con Murray, aunque el doble ganador de Wimbledon y dos veces campeón olímpico, con una severa lesión de cadera, terminó distanciándose del peso de los otros miembros del club selecto) es tan contundente y longevo que demora el recambio generacional en la cima.

Es muy difícil comparar a los campeones de diferentes épocas. Pero Federer, Nadal y Djokovic son muy grandes, y Roger lo hace como ninguno en la historiaRod Laver

"Si tengo que elegir qué jugador me gusta más elijo a Federer..., o a Nadal. Pero si tengo que decir quién es el mejor jugador elijo a Djokovic". La frase de un ex campeón de Wimbledon como el australiano Pat Cash es todo un símbolo. Federer, el artista con raqueta que debutó en el tour en 1998 (Nadal tenía 12 años y Nole, uno menos) es, para muchos, el mejor de la historia. "Roger inventa tenis en cada partido", repite McEnroe sobre el hombre que estuvo en la cima del ranking durante 310 semanas. Sin embargo, Nadal, el mejor sobre superficies lentas que haya existido, supo ser la kryptonita para el superhéroe suizo (el historial entre ambos es 24-16 para el español; la diferencia era más amplia, pero Federer ganó seis de los últimos siete encuentros).

Especialistas de distintas generaciones entienden que la mejor final de Grand Slam de la historia se produjo en 2008, en Wimbledon. Aquella ganada por Nadal ante Federer, por 9-7 en el quinto set, tras 4h49m, en un match épico que padeció interrupciones por la lluvia y finalizó en penumbras, a las 21.16 en Londres.

Pero en un escenario que parecía exclusivamente para dos, se sumó otro artista: Djokovic. El balcánico, un atleta elástico como pocos, se transformó en uno de los más exitosos de todos los tiempos siendo contemporáneo de Federer y Nadal, lo que eleva más su desempeño y sus conquistas. Nole es, desde hace varias temporadas, mucho más que un dolor de cabeza para las otras leyendas, a quienes aventaja en el historial (27-23 al helvético; 29-26 al español) y amenaza con superarlas en cantidad de majors al final del camino.

Nadal hizo cosas que parecían imposibles, como dominar a Federer en todas las superficies. Rafa es el mejor de la historia Andre Agassi

El Ojo de Halcón probado en 2005 y utilizado oficialmente desde 2006; los estadios con techo retráctil (Australia fue el pionero entre los Grand Slam y Wimbledon lo siguió, en 2009); la homogeneidad de las velocidades de las superficies (el césped, por ejemplo, dejó de ser súper veloz y únicamente apto para expertos, como en otros tiempos); la incorporación del tie-break en tres de los cuatro Grand Slam; el amplio crecimiento en las ganancias con respecto a otras décadas; y el histórico cambio de formato de la Copa Davis, con una sede fija en la etapa final, en Madrid, y con el futbolista Gerard Piqué como cara visible del impulso comercial (en 2016, con el antiguo formato y tras cuatro finales perdidas, el equipo argentino se despojó del trauma y conquistó la Ensaladera, en Croacia), son algunos apuntes sobre las últimas dos décadas. Un período que no registró grandes cambios en las raquetas: la mayor revolución se produjo en los '80, cuando se pasó del objeto de madera al de aluminio o grafito, con aro más grande. En cuanto a los encordados, el quiebre se produjo en 1997, cuando Guga Kuerten ganó Roland Garros con un modelo de cuerdas sintéticas y más resistentes que revolucionaron el mercado.

¿Qué ocurrió con la preparación física? Según Horacio Anselmi, experimentado licenciado en alto rendimiento y preparador físico de, por ejemplo, Federico Delbonis, el mayor cambio se originó tras la caída del Muro de Berlín y el conocimiento del sistema de entrenamiento de la Unión Soviética, "con una tecnología superior". Con más de tres décadas trabajando en el departamento físico de Boca Juniors, Anselmi añade: "Por eso la generación del 90 fue sensacional y tuvo un plus de calidad fenomenal. Ahora el sistema de trabajo es bastante diferente, se incorporó a los kinesiólogos y se trabaja en un estado de prevención constante. El problema es que ese estado, a algunos jugadores, los lleva a un círculo vicioso y no equilibran bien el físico. El ejemplo de Federer no es casual. Tuvo como maestro a Jean-Pierre Egger, un ex atleta suizo que se especializó en la preparación física y armó la estructura de Roger de manera formidable, con la tecnología de entrenamiento de antes. Hoy dura menos el punto que en los '90 porque cambió el arma, la raqueta, pero lo que te va dañando son los frenos: hoy la velocidad es tanta que los jugadores tienen que ser extremadamente fuertes para sobrevivir, por eso a Murray se le detonó la cadera, por ejemplo. También están los jugadores que se anticipan, que no necesitan ver la pelota para leer por dónde viene la pelota, les alcanza con la mecánica gestual. Es una característica que los protege, como a Federer".

La popularidad que el arte de las raquetas ya ostentaba se terminó de consolidar en los últimos 20 años con la aparición del Big 3 y el crecimiento de Internet y las redes sociales. La industria del tenis ya sufre imaginando cómo será el día que Federer, Nadal y Djokovic dejen de brillar.

Un momento histórico para el tenis argentino, en 2016, con la conquista de la Copa Davis: aquí, Mayer, Delbonis, Pella, Del Potro y el capitán, Orsanic.

Apuntes:

Novak Djokovic, profesional desde 2003, es el tenista que más dinero recaudó por premios de torneos, con 143.631.560 dólares. Roger Federer suma US$ 129.946.683 y, Rafael Nadal, US$ 120.955.904. El jugador argentino que más embolsó es Juan Martín del Potro, con 25.889.586 dólares. El crecimiento en las ganancias respecto de otros tiempos queda expuesto con Jimmy Connors, el jugador con más títulos en el profesionalismo (109): tuvo ingresos por US$ 8.641.040. Serena Williams, asimismo, lleva recaudados US$ 92.715.122.

Con Serena Williams cerca de cumplir 39 años, hoy el circuito femenino no ostenta una reina que sea estable y genere contagio masivo. Probablemente la estadounidense Coco Gauff, de 16 años y 52° del mundo, sea la que más se acerca a esa condición de "heredera". Su partido de octavos de final de Wimbledon 2019 ante la eslovena Polona Hercog hizo explotar el rating: según la BBC, atrajo a una audiencia máxima de 5.2 millones de personas. Ese mismo torneo en el césped británico representó la aparición de Gauff para el gran público: tras superar la clasificación, venció a Venus Williams en la primera ronda del cuadro principal y llegó a los cuartos de final, donde cayó ante la rumana Simona Halep.En singles, el tenis masculino de EE.UU., tan dominante en los 70-80-90, vivió un marcado declive en las últimas dos décadas, luego de los retiros de Andre Agassi y Pete Sampras. El país norteamericano no cuenta con un N° 1 desde Andy Roddick, que alcanzó la cima en noviembre de 2003.