Del talento de Asensio al sudor de Lucas

(AP Photo/Christophe Ena)
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El Real Madrid dio un recital en toda regla en el Parque de Los Príncipes para clasificarse a cuartos de final de la Champions League con un marcador global de 2-5 contra el todopoderoso París Saint Germain, que hace sólo unos meses invirtió 400 millones en los fichajes de Neymar y Mbappé.

Los blancos firmaron, sin lugar a dudas, el mejor partido de su temporada, con una aplicación defensiva pocas veces vista y con el concurso de los jugadores que se lo habían ganado. Zinedine Zidane puede haber dado un paso clave para atornillarse al asiento del banquillo blanco de cara a futuro. En el día más importante, apostó por los que lo merecían, y dio la sensación de que el grupo aceptó el movimiento de la mejor manera.

Pocas veces se ha visto a un equipo tan junto, tan solidario en defensa, tan dispuesto a hacer coberturas y a ir al suelo en la segunda jugada. Quizás haya tenido mucho que ver en ello que en el once titular estuvieran Marco Asensio, Mateo Kovacic, y sobre todo, Lucas Vázquez. El sudor del gallego es, ahora mismo, lo mejor que trae el Real Madrid a los partidos, junto a los goles y el carácter de Cristiano Ronaldo. El gallego está en ebullición y no sólo aporta calidad y desborde, que los tiene a borbotones, sino que se desdobla en defensa, ayuda en el centro, cierra líneas cuando toca y recupera balones al nivel de Casemiro.

El brasileño –por su parte– fue el otro gran ganador de la noche. Edinson Cavani tendrá pesadillas con el mediocentro, porque no le permitió disfrutar ni de un metro. Secundado magníficamente en la recuperación y la distribución por un Kovacic en su mejor versión, Casemiro se erigió como el gran almirante de este barco y desde el puesto de mandos no sólo barrió todo lo que pasó por su zona, sino que además se atrevió con pases milimétricos en el balcón del área –con el partido casi consumido, uno de esos dejó solo a Ronaldo frente a Areola– y además marcó el gol de la victoria.

Zidane tenía una dura papeleta después de los últimos 18 minutos del Bernabéu en la ida. El partido se ganó tras la entrada de Asensio y Lucas, tanto por su aportación ofensiva como por las ayudas en los laterales para frenar a Mbappé y Neymar. Incluso con la baja del brasileño por esa rotura del metatarsiano en su pie izquierdo, Zizou sabía que tenía que reforzar las bandas para llevarse la eliminatoria, pues Ángel Di María amenazaba ser un cuchillo por su costado. Sin embargo, la decisión conllevaba no sólo tener que desarmar –de nuevo– la BBC, sino también dejar fuera a Isco.

Al técnico no le tembló el pulso y con su arriesgada apuesta demostró que detrás de su verbo fácil y sonrisa perenne, se encuentra un grandísimo entrenador que entiende mucho más de táctica futbolística de lo que la gente cree. Su planteamiento maniató a un PSG que tuvo el balón pero no encontró ni un agujero por el cual intentar hacerle daño a los blancos. Keylor Navas se fue a casa sin tener que hacer más que una buena parada, mientras que Areola salvó a su equipo de una paliza que hubiera sido de época.

Quizás la única crítica que se le puede hacer a Zidane fue que, una vez más, apostó por Karim Benzema, que por mucho cariño que reciba de su entrenador y de sus compañeros, no es capaz de entrar en la dinámica que exige el equipo. Marró dos oportunidades clarísimas de gol y, repasando todas sus acciones, cuesta encontrar una buena jugada enhebrada por el francés. Su presencia en el terreno de juego, cuando en el banquillo se quedaron jugadores como Isco, Gareth Bale, Kroos o Modric (aunque estos dos por falta de ritmo tras sus lesiones) chirría muchísimo y Zidane debe ser consecuente con sus decisiones de aquí en más.

Porque al contrario de lo que ofrece Benzema, Marco Asensio aporta caviar y Lucas Vázquez dosis inhumanas de esfuerzo. Entre ambos, lo cual encumbra aun más la apuesta de Zidane, cocinaron el primer gol. Con recuperación y zarandeo a Dani Alves por parte del mallorquín, para luego filtrar un pase perfecto al hueco y que el gallego cruzara con la izquierda para el remate de Cristiano Ronaldo, certero como siempre en el segundo palo. La jugada puso en evidencia que los tiempos han cambiado, que en el Real Madrid deben jugar los que mejor estén, y que pueden seguramente llegar a vender las mismas camisetas estos jóvenes que los ya denostados Gareth Bale y Karim Benzema, si eso es lo que le preocupa al presidente de la entidad.

De Ronaldo no hace falta hablar mucho más. Marcó en su noveno partido consecutivo en la Champions, en los ocho de esta temporada ha logrado su duodécimo gol, los mismos con los que se consagró máximo goleador el año pasado, y volvió a ser el líder espiritual de un equipo que va a más y que ya está súpercentrado en esos últimos cinco partidos de los que consta su propia temporada.

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