El debate que asoma en el fútbol español: negro sí, nazi no

"¡Griezmann muérete!". Hinchas del Atlético Madrid gritan cuando Antoine Griezmann sale a calentar y también antes de iniciarse el segundo tiempo. Y tres veces más. "¡Griezmann muérete!", a los 59 minutos. "¡Griezmann muérete!", a los 60'. Y "Griezmann muérete!", a los 68 minutos. Son casi veinte segundos de coro masivo y coordinado. Más la silbatina que aturde cada vez que el atacante francés toca la pelota. Griezmann es un "traidor" porque se fue a Barcelona. Los del Fondo Sur también cantan "¡Barça, Barça, mierda!". Y "¡Olelé, olalá, ser del Barça es ser un subnormal!". Leo Messi anota el 1-0 de Barcelona a los 86'. Desde la tribuna lanzan "varios objetos", entre los cuales hay "un paraguas negro". Es el único incidente anotado en el acta arbitral del partido jugado el 1° de diciembre pasado en el Wanda Metropolitano. El Atlético es sancionado por "alteración leve del orden". Recibe una multa de 301 euros.

Jugadores negros son insultados desde hace años en España. "Negro, basura, tu piel no tiene cura". O "monos". A Dani Alves le arrojaron una banana en Villarreal. Samuel Eto'o, harto, quiso abandonar un partido en Zaragoza. Gerard Piqué sufrió insultos nacionalistas y machistas. "¡Piqué, cabrón, España es tu nación!". Y "Shakira es de todos". Y a Messi le gritaron "subnormal" en el Bernabéu. Y "Messi, enano, tu hijo es de Cristiano". Rayo Vallecano sufrió cuando a su arquero nigeriano Wilfred Agbonavbare (Willy) le cantaron "negro, cabrón, recoge el algodón". En 2014, ya cerca de morir por un cáncer, Willy pidió poder ver por última vez a sus hijos, que estaban en Lagos. Bukaneros, ultras de izquierda de Rayo Vallecano, organizó una colecta. El mayor aporte fue de una anciana de 85 años a la que Bukaneros había ayudado años antes para que los bancos no la despojaran de su vivienda. Bukaneros ahora es noticia. El domingo pasado, dos semanas después del linchamiento contra Griezmann en Madrid, Bukaneros le gritó "puto nazi" al jugador ucraniano de Albacete, Roman Zozulya. Y, por primera vez, el fútbol español aplica el reglamento que permite suspender un partido por insultos.

Una pancarta de Bukaneros -justifica el acta arbitral- decía "Evitar que un nazi vista la franja". Sus hinchas cantaban "El que no baile es un fascista" y "el que no baile es Roman Zozulya". Se quitó la pancarta y cesaron los coros. Cuatro minutos después, Bukaneros cantó "Roman Zozulya, un puto nazi". El árbitro ordenó una segunda detención. En el entretiempo, Seguridad comunicó que no podía desalojar la grada revoltosa. Albacete, que perdía 1-0 y tenía que afrontar el segundo tiempo con uno menos -expulsión de Eddy Silvestre-, dijo que así no quería seguir jugando. El árbitro suspendió el partido. Bukaneros cantó que "era una broma" y que Zozulya "es comunista". Tarde. "Puto nazi" equivale a "nazi de mierda". Y Zozulya, nacionalista ucraniano que ayudó a soldados y a paramilitares neonazis antirrusos de su país, insiste en aclarar que él no simpatiza con Hitler. Y que demandará a quienes lo sigan tratando de "nazi", como ya hizo con Pablo Iglesias, nacido en Vallecas, hincha del Rayo, y hoy cerca de asumir como vicepresidente de la Nación.

En España existe el "delito de odio". La Fiscal General del Estado explicó meses atrás cómo podía ser aplicada esa ley. Por ejemplo, dijo la funcionaria, "agredir a una persona de ideología nazi o la incitación al odio hacia tal colectivo". No fue el ejemplo más feliz. "Es una equidistancia insoportable que protege por igual al nazi que al discapacitado o al inmigrante", dijeron los críticos. España debate por el crecimiento de Vox, partido de ultraderecha, hoy tercera fuerza política en el país. Uno de sus votantes es Javier Tebas. Es el presidente de la Liga de España que demandó judicialmente a Bukaneros cuando los hinchas impidieron en 2017 que Zozulya fuera fichado por Rayo Vallecano. "En el Rayo -justificó Tebas entonces- no quieren nazis. ¿Y si mañana no quieren homosexuales?". Vox, como Tebas, tiene discursos inquietantes. El candidato de Vox en Albacete tuvo que renunciar tras afirmar que la homosexualidad se cura, que "el bombardeo de Gernika es un mito de la propaganda británica" y que en el Holocausto "está lejos de haberse fijado con precisión lo que realmente sucedió".

"¡Estamos contigo!", escribió ayer a Zozulya el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Es un excómico que ganó popularidad en la TV y las redes sociales. Admira a Jair Bolsonaro. La guerra por la intervención rusa en el Este del país alimentó nacionalismos en Ucrania. Letras neonazis sonaron este fin de semana como si nada en el popular festival metalero Asgardsrei, en Kiev. La fiesta incluyó simbología como la que usó Zozulya para posar en fotos polémicas y que la UEFA prohíbe en copas europeas.

En 1992, el holandés Guus Hiddink, entonces DT de Valencia, ordenó quitar del estadio una esvástica que mostraban hinchas de Albacete. Hiddink nació en Arnheim, frontera con Alemania, ocupada por los nazis. Muerte, desalojo, hambruna y combates. Su padre salvó judíos. "Cuando veo estas cosas no me puedo callar. Cada hombre tiene que pensar en esto y adoptar una actitud. Como persona -dijo Hiddink aquel día-, quiero tomar partido y lo rechazo". Sucedió hace veintisiete años. Todo parece hoy algo más complejo.