De sufrir abusos en su niñez a convertirse en MVP del Mundial

A veces el deporte nos deja historias que van mucho más allá de la victoria o la derrota en la pista, de los goles marcados, de los puntos anotados o de las actuaciones más o menos espectaculares de algún atleta. En ocasiones, detrás del brillo de las medallas y los premios, se esconden ejemplos de superación que hacen el triunfo aún más admirable. La jugadora de baloncesto estadounidense Breanna Stewart acaba de regalarnos un nuevo ejemplo de ellos.

Stewart, ala-pívot de los Seattle Storm en la WNBA, está considerada a sus 24 años una de las mejores baloncestistas del planeta. Lo acaba de confirmar ganando el premio a la mejor jugadora en el recién finalizado Campeonato del Mundo femenino que se ha disputado en Tenerife y que, como era de esperar, la selección norteamericana ha ganado. Con 1,93 metros de altura, hoy es una chica fuerte y muy hábil con la pelota que impone tanto respeto dentro de las pistas como fuera.

Pero no siempre fue así. A sus nueve años, aunque se la consideraba alta para su edad, no dejaba de ser una niña vulnerable. De esto se aprovechaba un hombre, un familiar, para abusar sexualmente de ella cuando la pequeña visitaba la casa en la que él vivía con otros parientes en Cicero, un pueblo del estado de Nueva York. Breanna reveló su historia el año pasado en The Players’ Tribune, una plataforma que usan los deportistas de élite para transmitir sus mensajes.

Según cuenta, el abuso duró dos años, en los que fue sometida a tocamientos sin poderse defender por su (entonces) inferioridad física. Al cabo de ese tiempo, la joven se armó de valor y le contó a su madre lo que estaba ocurriendo; por suerte, la creyó, la policía intervino y al poco tiempo el pederasta fue detenido. Breanna dice que durante aquella época se refugiaba en el baloncesto, deporte que había empezado a practicar poco antes de que su pesadilla comenzara.

“Nunca he ido a terapia. No quería hablar de ello, no quería volver a vivirlo. Era algo que quería mantener oculto, guardado al fondo de un cajón. Pero eso solo funciona hasta cierto punto. He llorado, y lloro cada vez que se lo cuento a alguien que es importante para mí. Me enfada que se aprovechara de mí siendo una niña. Nunca podré recuperar ese tiempo, ni borrar esos recuerdos”, confiesa Stewart.

“Nunca le perdonaré. Pero no me siento culpable. Es algo que me ocurrió a mí”, cuenta, “y en parte es así de simple. Pero no sé por qué me ocurrió. No sé por qué estas cosas ocurren, no sé por qué el abuso sexual sigue ocurriendo”. Breanna relata que se animó a dar a conocer su pasado tras leer una historia similar de la gimnasta McKayla Maroney y seguir el consejo que le dio su padre: “No es ningún secreto sucio. Si consigues no sentirte mal contándolo, a lo mejor ayudas a salvar la vida de alguien”.

Por eso, la estrella del baloncesto añade un mensaje para los menores que la lean y estén viviendo situaciones similares: “Si están abusando de ti, díselo a alguien. Si no te cree, díselo a otra persona. Padres, familiares, un profesor, un entrenador, el padre de un amigo. La ayuda está ahí”.

Breanna consiguió salir adelante de una vivencia tan dura. Y no solo eso, sino que, aun siendo tan joven, ya tiene un palmarés que muchas de las mejores de todos los tiempos envidiarían. El reciente título mundial es el segundo que gana, tras formar parte también de la selección estadounidense que triunfó en Turquía en 2014. Además, logró el oro olímpico en Río 2016 y, con su equipo, es la vigente campeona de la WNBA. Todo esto, sin contar las numerosas distinciones individuales logradas tanto en su equipo actual como en su etapa universitaria y en categorías inferiores. El suyo es uno de los más claros ejemplos de que hasta de las situaciones más terribles se puede salir con más fuerza.

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