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De Rossi y un debut agridulce

Daniele De Rossi festeja su gol. (Photo by Marcelo Endelli/Getty Images)
Daniele De Rossi festeja su gol. (Photo by Marcelo Endelli/Getty Images)

Todo era alegría en el estadio Único de La Plata. Ganaba Boca Juniors con un gol del italiano Daniele De Rossi, ¡El Tano!, como le dicen a los de esa nacionalidad en el país sudamericano.

Su debut era el soñado. La fría noche en la capital de la Provincia de Buenos Aires se había transformado en una brisa cálida que confortaba el alma de los miles de hinchas que abarrotaron el sector asignado en el escenario del choque ante Almagro por la Copa Argentina.

Sí, todo era fiesta en las gradas mientras el equipo si bien no brillaba, tenía controlado el partido. O más bien lo “sobraba”, un pecado que suele pagarse con un cachetazo.

Y así fue. Ya el arquero Marcos Díaz, de flojísimo desempeño en las pocas que le tocó intervenir, había dado una voz de alarma en un córner que salió a “cazar palomas”, como se suele calificar en el lenguaje futbolero a aquellos que calculan mal las salidas y quedan pagando. No fue gol por obra y gracia del destino.

Hasta que llegó el blooper que significó el empate de Almagro. Desinteligencia entre el central Junior Alonso y el portero, regalito al “Burrito” Martínez y el empate milagroso que forzó la definición por tiros desde el punto penal.

Allí llegó lo inesperado: show del portero Christian Limousin, quien se había lesionado durante el juego, se fue a los vestuarios a hacerse masajes, hizo tiempo, desconcentró a los jugadores de Boca y fue el héroe de la noche al atajar dos penales. En definitiva, le quitó el protagonismo nada menos que a De Rossi. De película.

Párrafo aparte para Mauro Zárate. ¿Qué le pasa? ¿Se olvidó de jugar? No encara, no patea al arco, no desequilibra, se desconcentra. No aporta y eso Boca lo siente. Un dato para tener en cuenta.