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Cristianos iraquíes regresan a su ciudad con miedo y esperanza

Por Ulf Laessing BAJDIDA, Irak (Reuters) - Ahora que Estado Islámico ha sido expulsado, los cristianos iraquíes están volviendo poco a poco a la destruida localidad de Bajdida -también conocida como Qaraqosh-, entre la ansiedad por su seguridad y la esperanza de poder vivir en armonía con musulmanes de todas las creencias. La localidad, situada a apenas 20 kilómetros del frente de batalla con Estado Islámico en la norteña ciudad de Mosul, es un ejemplo de por qué los cristianos tienen sentimientos encontrados sobre el futuro de su antigua comunidad. En las profanadas iglesias de Bajdida, los cristianos están ocupados borrando las pintadas realizadas por los militantes suníes durante los dos años y medio que duró la ocupación, aunque luego tienen que lidiar también con las de los miembros chiíes de las fuerzas iraquíes que combaten calle a calle contra los yihadistas en Mosul. Sin embargo, cerca de allí, un comerciante hacía rápidos tratos vendiendo cerveza holandesa, licor ouzo griego y varias marcas de whisky a cristianos, suníes, chiíes y kurdos por igual, un tipo de comercio que tal vez podría ofrecer un anticipo sobre cómo podrían vivir juntas en paz las fracturadas comunidades de Irak. Animados por la presencia de puestos de control y patrullas de seguridad de una fuerza voluntaria, hasta diez familias cristianas han regresado a lo que solía ser la mayor comunidad de esta minoría en Irak desde que Estado Islámico la capturó en 2014. Las fuerzas iraquíes expulsaron al grupo de Bajdida en octubre, dentro de una ofensiva de seis meses para retomar Mosul. No obstante, a los residentes les preocupa que los eslóganes pintados por los chiíes en las paredes sean el preludio de un nuevo tipo de división sectaria. "Oh Hussein" está escrito en rojo en el muro de una iglesia incendiada por Estado Islámico, alabando al héroe de los musulmanes chiíes, que fue martirizado hace 1.300 años. También ondean dos banderas chiíes sobre la ciudad. "Tenemos miedo de eso, de las tensiones", comentó Girgis Youssif, un trabajador del templo. "Queremos vivir en paz y exigir seguridad", afirmó tras haber regresado tras su huida a Erbil, a unos 60 kilómetros de distancia, en el Kurdistán iraquí.