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Copa Libertadores. Efecto Julián Álvarez: el inesperado giro de Gallardo para generar otra evolución de River

La lista de adjetivos que puedan describir el fútbol que despliega River es muy extensa, pero existe una cuestión fundamental que define ideas, conceptos y deseos del equipo de Marcelo Gallardo: la gran misión colectiva es reinventarse y superarse a sí mismo. Y si frente a Binacional en el 6-0 en Lima había logrado un gran gol, con 13 pases entre ocho jugadores diferentes, en el triunfo por 2-1 sobre San Pablo lo potenció: abrió el marcador con una jugada colectiva que duró exactamente un minuto y tuvo 18 pases entre nueve futbolistas hasta el gol de Julián Álvarez. Solo Matías Suárez y Franco Armani no participaron de la acción. Una pintura perfecta del equipo. River se clasificó a octavos de final de la Copa Libertadores porque juega, disfruta, gana, entretiene y sueña.

A pesar de que los contextos siguen siendo extraños, impensados o desfavorables, el Millonario demuestra que puede ser el mismo de siempre. No importan los seis meses de inactividad, la localía en el estadio de Independiente por las reformas en el Monumental, la falta de público en las tribunas, las rachas negativas que carga en la espalda o una desconcentración en un córner con la que San Pablo llegó al empate parcial a través de Diego Costa. Toda incógnita o adversidad parece ser un alimento más para un equipo que puede ser tan voraz como sutil.

Y si en el comienzo de año fue Robert Rojas el elegido que se destacó para sentir lo menos posible el marcado hueco que dejó Exequiel Palacios con su partida, ahora la varita mágica parece haber tocado a Julián Álvarez, el delantero de 20 años que tuvo tres partidos de explosión total y sigue justificando la elección de Gallardo de ubicarlo como tercer delantero.

Álvarez marcó los goles frente a San Pablo con dos precisas definiciones -una sutil y otra potente- y sumó su cuarto tanto para transformarse en el goleador del equipo en la Libertadores. El juvenil pasó de jugar tan solo dos de 10 partidos del primer semestre a ser ya un titular indiscutido en la estructura actual del equipo. Y no solo eso, sino que también potenció al máximo sus números: tenía 3 goles y 3 asistencias en 26 partidos (11 de titular) hasta el parate.

Por fuera de las estadísticas, lo más destacado es que su presencia potenció el juego. El Muñeco dejó atrás el 3-3-2-2 de principios de año con el que se había construido un equipo más equilibrado y ahora apuesta a un nuevo 4-3-3 a pura potencia y frenesí. Porque entre medio de los destellos individuales, hay un funcionamiento con momentos de altísimo nivel que combina presión alta en conjunto, recuperación rápida, dinámica con la pelota, transiciones directas, intensidad, profundidad y movilidad constante para ser un equipo que se mueva en bloque en la menor cantidad de metros posibles.

La gran cantidad de respuestas que posee River para entender los momentos del partido es otra clave fundamental que se volvió a repetir anoche en Avellaneda. Por eso, tiene la habilidad de construir un gol colectivo a pura paciencia con 18 toques para el 1-0, y al mismo tiempo puede convertir el 2-1 con un contragolpe tan veloz como preciso después de recuperar la pelota en campo propio. Y además entiende cuando llega el tiempo de reacomodarse si el rival lo empieza a superar, como ocurrió en el cierre.

Así, cuando en el tramo final del segundo tiempo se sintió el fuerte desgaste tras 70 minutos más que intensos, también apareció la jerarquía individual al rescate para sostener el resultado: Franco Armani, en su partido número 100 con la camiseta millonaria, le sacó una pelota increíble a Brenner en el cierre. Y luego, en el rebote, Lucas Martínez Quarta, uno de los más destacados, evitó que Tréllez convierta el empate en el rebote.

River cerró un gran triunfo para clasificar a los octavos de final y tener la posibilidad de conquistar el primer puesto del Grupo D frente a Liga de Quito el martes 20 de octubre en la última fecha. Y rompió una serie de rachas históricas. Además de derrotar a San Pablo por primera vez en su historia en la Copa (acumulaba tres caídas y dos empates), el equipo de Gallardo logró su primera victoria como local frente a equipos brasileños después de cuatro empates y dos caídas en las cinco ediciones anteriores de la Libertadores que disputó.

Con mucha sapiencia, convicción y ambición, River alcanzó siete puntos sobre nueve posibles en la reanudación de la Copa, acumula 10 goles a favor y tres en contra, y logró eliminar de la Copa a San Pablo. Pero, una vez más, el gran mérito es poder superar los obstáculos para reinventarse y mostrar su cara más competitiva con nuevos matices que lo vuelven a depositar como candidato copero.