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Copa América: por qué los brasileños están desinteresados como nunca en el torneo que se realiza en su país

La molestia por la decisión gubernamental de organizar la Copa América en medio de la pandemia es una de las causas de la inusual apatía que hay entre los brasileños por el certamen.
Andressa Anholete

Faltaban menos de dos horas para el comienzo del partido entre la Argentina y Chile en el estadio Nilton Santos, de la zona norte de Río de Janeiro, el lunes pasado. A dos años de la última visita a suelo brasileño, la selección albiceleste de Lionel Messi se enfrentaría con la roja de Arturo Vidal, por la primera fecha de la Copa América.

Cuando estaba cerca el primer partido del torneo en suelo carioca, un grupo de cuatro adolescentes ensayaba piruetas en sus patinetas en las escalinatas de uno de los principales accesos al estadio, una mole con capacidad para 46 mil personas prácticamente vacía –las excepciones eran periodistas y un puñado de invitados– por las restricciones a raíz de la pandemia.

“No vi el partido ayer... Estuve trabajando”, dijo uno de ellos para LA NACION cuando se le preguntó por el debut de Brasil el día anterior. “Tampoco estaba muy animado como para verlo”, siguió, entre risas. El pulso de la tarde en Engenho de Dentro, un barrio residencial de clase media trabajadora, parecía el normal. En los alrededores, un tránsito pesado de fin de tarde y, caminando, vecinos del barrio y apenas un puñado de curiosos –algunos, con camisetas de Botafogo, anfitrión en el Nilton Santos–, que espiaban por las hendijas de uno de los portones algún movimiento que anticipara la llegada de los ómnibus con los planteles.

El poco interés de los brasileños por la competición de seleccionados más antigua del mundo, patente también cada vez que jugó el local, ha sido una constante en la primera rueda de la Copa América. Ni siquiera el momento dulce del Scratch, que golea y se divierte en la cancha, movió la aguja en Brasil, sede inesperada del certamen.

La apatía del público se reflejó en los bares –donde hubo más encuentros para seguir partidos del Brasileirão que de la Copa América– en las calles y en las mediciones de rating. El debut de la verde-amarela frente a Venezuela, el 13 de junio, fue menos visto que el Domingão do Faustão, uno de los programas de entretenimiento más popular de la cadena Globo, emitido a la misma hora.

“No creo mucho en el fútbol de la selección brasileña, y no sigo el torneo por este gobierno”, comentó Hícaro Teixeira, periodista de 28 años, que se mostró enojado con la organización del campeonato y dijo que no piensa mirar ningún partido.

Una buena parte de la población de Brasil, pasa por alto la Copa América este año, a pesar de que se la disputa en su territorio.
NurPhoto


Una buena parte de la población de Brasil, pasa por alto la Copa América este año, a pesar de que se la disputa en su territorio. (NurPhoto /)

La apatía confirma de cierta forma el olfato de tres grandes marcas, Mastercard, Ambev y Diageo, que pocos días antes de que comenzara a rodar la pelota optaron por quitar de la publicidad oficial sus imágenes, preocupadas por la posibilidad de quedar asociadas a la organización de una competencia que se desarrolla mientras Brasil vive un recrudecimiento de la pandemia de Covid-19.

“Creo que [el presidente, Jair] Bolsonaro trajo este campeonato para desviar la atención de los problemas. Estoy en contra simplemente porque creo que no era momento de que se hiciera. Es obvio que no voy a querer que le vaya mal a Brasil... pero hoy no tengo el menor espíritu de hincha”, agregó Teixeira.

La delicada situación sanitaria quedó al desnudo antes del partido inaugural. Brasil venció a una Venezuela afectada por un brote que afectó a 13 futbolistas, y hasta este lunes la Conmebol confirmó 140 contagios en personas vinculadas con la organización y las delegaciones.

El sábado Brasil perforó la marca de medio millón de muertes por Covid-19. Y Everton Ribeiro, mediocampista de la selección que juega en Flamengo, lanzó una crítica solapada al gobierno federal. “Nadie quiere que este momento continúe. Como brasileño espero que lleguen más vacunas y pasemos esta pandemia para que todos volvamos a vivir como vivíamos, y que cada vez más el brasileño sea bien amparado por el gobierno”, dijo en una conferencia de prensa.

Ese mismo día se dio una paradoja. Mientras miles de manifestantes ocuparon las calles de casi todos los estados para mostrar su repudio a las autoridades por el manejo de la crisis sanitaria, la Copa América, tan discutida antes del inicio, brilló por su ausencia en carteles y consignas, enfocados en “vacunación ya” y “fuera Bolsonaro”. No fue casualidad, opinó Rafael Plastina, CEO de Sport Track, una empresa brasileña que brinda asesoría en marketing deportivo: “La poca exposición mediática que está teniendo la corrió incluso de la agenda política”.

Plastina citó varios factores, más allá de la polarización política, que explican el escaso interés local por el destino del equipo capitaneado por Casemiro y por el torneo en sí: la no interrupción de otros campeonatos, como el Brasileirão; la realización de varias versiones del certamen en pocos años (cinco en la última década); la salida de grandes patrocinadores que amplificarían el acontecimiento con publicidad, y la ausencia de la poderosa cadena Globo. “Globo es todavía hoy el gran cañón de comunicación, con un gran alcance de audiencia. Suele usar las redes sociales, sus portales y sus noticieros para amplificar los eventos. Al no tener los derechos, la visibilidad de la competencia cae y disminuye el interés del consumidor”, explicó Plastina.

En la última disputa de la Copa, en 2019 y también en Brasil, el clima era diferente. No había pandemia, en Río de Janeiro había fan fest para acompañar los partidos y el torneo se coronó en el Maracanã con una recaudación récord para la historia del fútbol brasileño.

Brasil, máximo favorito para ganar la Copa América, se enfrentará hoy con Colombia en busca de su décimo triunfo seguido entre diferentes competencias. En un país donde el coronavirus circula y castiga a una población mayoritariamente no vacunada, los brasileños sí parecen por ahora inmunizados al triunfalismo de un torneo al que muchos consideran incómodo e inapropiado. Hay un boicot silencioso, tal vez el que amenazaron y no concretaron los jugadores dirigidos por Tite.