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Con un aprobado, el Real Madrid cierra el mejor año de su historia

AFP.
AFP.

El Real Madrid es campeón del mundo y llevará orgulloso, un año más, el parche en su camiseta que así le reconoce. Cierra un 2017 glorioso, el mejor de la historia del club –que ya es decir– habiendo ganado cinco títulos, pero con el sabor amargo de verse en un momento de indefinición total.

En Abu Dhabi, ante el Gremio de Renato venido a menos por la ausencia de su gran estrella, Arthur, los blancos se manejaron de manera funcionarial. Es un estilo muy del gusto de Zinedine Zidane, pero que al espectador le deja en un limbo total. Sabe el Real Madrid que puede ganar cualquier partido que se proponga, porque tiene plantilla de sobra y calidad a borbotones, pero verle caminando por la cancha, sin tensión, sin pasar de la tercera marcha y llevarse a la boca sólo un gol después de 90 minutos, acaba por desesperar al más paciente.

Y eso fue lo que hicieron en la final de Mundialito de Clubes. Los merengues se recrearon en si mismos. Fue un partido más de los que hemos visto cientos: victoria casi sin despeinarse de los blancos, juego extremadamente horizontal, algún sobresalto por falta de concentración en defensa –menos cuando es Sergio Ramos el que manda atrás–, inacción de Karim Benzema, gol de Ronaldo y el primer cambio siempre es Isco.

El Real Madrid se llevó así, con un aprobado raspado, el quinto título del año, el que acaba siendo el mejor de su historia, sí, pero Zidane no debe relajarse. El último entrenador que cerró un año triunfal como él estaba en la calle sólo seis meses después. Ancelotti ganó cuatro títulos en 2014 (hasta hace unas horas el mejor año de la institución) y se plantó en febrero de 2015 con una racha de 22 partidos ganados al hilo en lo que se presentaba como un año para la gloria, pero un par de malos partidos que le dejaron sin Liga ni Copa del Rey y una eliminación contra la Juventus en semis de la Champions League acabó con el italiano en la cola del paro.

Zidane debe apretarle las tuercas a su equipo y debe empezar a tomar cartas en ciertos asuntos que van camino de encallarse de manera irreparable. Benzema volvió a dejar al equipo con 10 dada su desgana y mala fortuna, pero no salió hasta el minuto 78 de partido. Isco, de los mejores sobre el césped –como siempre últimamente– fue el primer cambio, mientras Toni Kroos, correcto pero lento e impreciso en varias fases del encuentro, volvió a disputar los 90 minutos. Zidane encima se guardó una vez más el tercer cambio dejando en ascuas a Asensio, Ceballos o Kovacic que se quedaron sin minutos en la final.

Todos estos aspectos son los ingredientes perfectos para una bomba dentro del vestuario, que Zidane debería apurarse en desactivar, pues mientras los goles de Ronaldo lleven al equipo en volandas todo más o menos continuará sin mucha fricción, pero en cuanto el portugués flaqueé de cara al gol –como le está ocurriendo en La Liga– el técnico francés puede encontrarse con una situación irreversible entre manos.

Mientras tanto, el equipo celebra su sexto título Mundial (tres Intercontinentales, tres Mundialitos), certifica su hegemonía sin perder una final internacional desde el año 2000 ante Boca Juniors, Ronaldo con siete es el máximo goleador histórico de este torneo y, una vez más, Luka Modric se corona como MVP de un torneo a pesar de seguir siendo olvidado por los compañeros de France Football cada año en las votaciones del Balón de Oro.

Mucho que celebrar, pero también mucho que meditar, sobre todo si el Real Madrid pretende seguir estando en lo alto del fútbol mundial durante mucho tiempo. Por lo pronto, tiene otra prueba de fuego ante el FC Barcelona el sábado que viene. Más de media liga se decide en el Bernabéu.