Cómo unos dibujos de golf salvaron a un inocente de pasar la vida en prisión

El 16 de mayo de 2013, el artista Valentino Dixon posó con una de sus obras desde la cárcel de Attica (Nueva York) en la que estaba preso. | Foto: AP
El 16 de mayo de 2013, el artista Valentino Dixon posó con una de sus obras desde la cárcel de Attica (Nueva York) en la que estaba preso. | Foto: AP

La vida ha sido cruel con Valentino Dixon.

Este neoyorquino pasó 27 años de su vida en una prisión estatal siendo inocente de los cargos de los que se le condenaba: asesinato, intento de asesinato y asalto agravado.

Y, de no ser por su extraordinario talento y descubrir una pasión absoluta por el golf, iba a seguir (como mínimo) otros 11 años preso o, en el peor de los casos, el resto de su vida.

Su fe en el golf y su pasión por el arte fueron la inesperada clave de su liberación. El entonces preso neoyorquino empezó a presumir de sus dotes artísticos, aprovechando los materiales limitados que le ofrecía la prisión, para dibujar y diseñar campos de golf que han servido como inspiración para diseñar nuevos hoyos.

Valentino Dixon, dirigiéndose a sus familiares tras ser liberado de prisión. | Foto: AP
Valentino Dixon, dirigiéndose a sus familiares tras ser liberado de prisión. | Foto: AP

El primer dibujo lo hizo como favor a un guardián de la prisión. Luego, continuó dibujando centenares más porque necesitaba un escape.

Dixon encontró su inspiración en la revista Golf Digest que otro recluso le había prestado. Y aprovechó esta misma para entrar en contacto con Max Adler, director editorial de la revista.

“Estoy sentado en mi celda, diciendo que estos dibujos de golf me están salvando la vida, porque estoy aquí por algo que no hice”, dijo Dixon en su carta a la revista.

Adler, fascinado por el talento e historia de Valentino Dixon, publicó una investigación detallada del caso. “Un caso podrido desde el principio”, según afirmaba la revista. El reportaje reavivó el interés en el caso y, seis años después, sirvió para que encontraran al autor real de los crímenes que le adjudicaron a Dixon: un hombre llamado Lamarr Scott.

Dixon, de 48 años, ya es un hombre libre. Fue recibido en la salida por su madre, abuela de 90 años, además de una de sus cuatro hijas (todas estaban en pañales cuando fue a prisión). Su mujer, a la que conoció via correspondencia, vive en Australia y le llamó nada más llegar a casa.

Al salir de la cárcel, se dirigió a les medios de comunicación, dando gracias a Adler y todos los que le habían ayudado. Expresó ilusión por continuar con su arte: “Mi madre me compró un gran lienzo y ahora podré disfrutar más. Dibujaba 10 horas al día, pero en la cárcel sólo podía usar marcos pequeños. También aseguró que este mismo mes jugará su primera partida de golf.

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