Cómo un nuevo juego de mesa demuestra lo difícil que es proteger la naturaleza

Cómo un nuevo juego de mesa demuestra lo difícil que es proteger la naturaleza

La conservación de la naturaleza no es tarea fácil. Pero ¿cómo de difícil es? Para hacernos una idea, aunque sea aproximada, nos puede servir el juego de mesa Endangered, en el que los jugadores tratan de salvar una especie de la extinción llevando a cabo acciones de conservación y ganando influencia en las Naciones Unidas.

El juego lo distribuye la empresa Grand Gamers Guild, y ha sido creado por Joe Hopkins. Pero para asegurarse de que se trata de una representación realista – todo lo realista que puede ser un juego de mesa, que es bastante – de la realidad, contó con la colaboración de expertos del Centro para la Diversidad Biológica – Center for Biological Diversity.

El juego se puede encontrar aquí.

Bien, pero vayamos a los detalles. ¿En qué consiste el juego? En colaborar entre todos los jugadores para salvar a una especie de la extinción. De momento, el juego base viene con dos especies, tigres y nutrias marinas, pero se pueden comprar módulos que incluyen otras especies – la del panda, por ejemplo, ya está disponible.

El objetivo del juego es conseguir los suficientes votos positivos de embajadores en Naciones Unidas. El juego es de tipo cooperativo: cada jugador se puede ayudar de las jugadas de los demás, y ayudar a otros jugadores. Al final, o todos ganan o todos pierden. Y como el éxito o fracaso depende de todos, se recomienda que las decisiones de los jugadores se tomen entre todos – aunque la última palabra la tenga el jugador que esté jugando su ronda.

Eso sí, cada jugador tiene un papel distinto: zoólogo, lobista, abogado ambiental, filántropo o presentador de programa de naturaleza. Cada uno de estos roles tiene sus ventajas, acciones que puede realizar de manera más fácil o incluso única. Por ejemplo, la zoóloga puede cambiar transformar puntos de todo el grupo en nuevos animales. Y un detalle muy interesante: todos los roles tienen versión masculina y femenina, para que escojamos la carta que preferimos jugar – eso sí, capacidades o “poderes” tienen los mismos.

La partida se desarrolla en rondas que se llaman “años”. El número de rondas está escalado en función del número de jugadores; si juegan más personas, hay menos rondas. De esta manera las partidas siempre duran aproximadamente lo mismo.

Cada ronda tiene cinco fases, y cada jugador juega las cinco fases cuando le toca su turno. La primera es la fase de acción, en la que se lanzan los dados y, dependiendo del resultado, se pueden llevar a cabo acciones que beneficien a la especie que se pretende salvar. En esta fase también se puede ganar influencia sobre un embajador, lo que da puntos de cara al final del juego.

La siguiente fase es la de cría, en la que las poblaciones de animales crecen, o no, en función de tiradas de dados y decisiones de los jugadores. Cada especie tiene unas reglas de cría distintas, lo que refleja la realidad.

Sigue la fase de destrucción del hábitat, en el que se anula una casilla del juego colocando una pieza. Si se acaban las piezas, se acaba la partida: los jugadores han perdido. A continuación, llega la fase de impacto, en la que se saca una carta de la baraja y se cumplen sus efectos… que son, en general, negativos para la especie – y, por tanto, para los jugadores. Aunque alguna positiva hay, claro.

Por último llega la fase de mantenimiento, que es muy simple: se coge la carta superior de la pila de acciones, y se elige al jugador que va a continuación. Sí, se elige y no se sigue un orden fijo – salvo que los jugadores lo decidan así.

El juego puede terminar de tres maneras: cuando todos los animales mueren, si se acaban las fichas de destrucción del hábitat, o al terminarse el número de rondas. Sólo en el último caso los jugadores pueden ganar, y sólo si han conseguido convencer a suficientes embajadores. Cada embajador tiene una serie de condiciones para dar su voto a favor, y al menos cuatro de los seis deben votar para salvar a la especie.

¿Se parece a la realidad? Obviamente no, pero gracias a la colaboración de los expertos del Centro para la Diversidad Biológica, sí tiene similitudes. Y la principal es que, para que la conservación funcione, hace falta que personas muy distintas colaboren en la tarea. Si cada uno va por su lado, es imposible.

El tema de los dados en el juego introduce una realidad que la gente que se dedica a la conservación conoce muy bien: el azar, o en términos técnicos, los sucesos estocásticos. Por muy bien pensada que tengas una estrategia, si la suerte no te acompaña las cosas no van a salir.

Y por destacar sólo una cosa más, el hecho de que cada embajador tenga unos requisitos distintos también refleja bastante la realidad. Por desgracia, en conservación las reglas no son fijas y cada cual pone las que le interesa, lo que complica la situación - y eso, si los intereses de unos y otros no entran en conflicto, que pasa muy a menudo. Ah! Y que hay muchas más formas de perder que de ganar, en eso el juego también se parece a la realidad.

Un juego interesante que nos acerca, aunque sólo sea un poco y de manera gamificada, a la complejidad de la conservación.

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