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Cómo en una ciudad de Florida sin pista de patinaje se formaron tres atletas olímpicos de patinaje de velocidad sobre hielo

Renee Hildebrand en un entrenamiento mientras sus alumnos practican patinaje de velocidad en una pista local al aire libre.
Renee Hildebrand en un entrenamiento mientras sus alumnos practican patinaje de velocidad en una pista local al aire libre.

Ocala, Florida. – En un pueblo pequeño, a un lado de la carretera que desciende desde el Dog Gone Good Diner de Darrell, en una pista detrás de la tienda de alimentos Save A Lot, traspasando una endeble puerta de madera, un bar de aperitivos y una máquina de juegos de Ms. Pac Man, se encuentra una abuela de voz atronadora y cabello canoso.

Esta mujer tiene la clave de la gloria de los Juegos Olímpicos de Invierno.

El próximo mes, Renee Hildebrand enviará a tres atletas a los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Corea del Sur: Joey Mantia, Brittany Bowe y Erin Jackson. Todos son patinadores de velocidad originarios de este pueblo, una ciudad que no tiene pista de hielo.

Jackson solo ha entrenado sobre el hielo cuatro meses en toda su vida pero ahora se ha convertido en la primera mujer afroamericana que forma parte del equipo estadounidense de larga trayectoria.

“Estaba muy sorprendida”, comentó sobre sobre su calificación. “No tenía sentido. No lo entendí”.

En realidad, nadie lo entiende. En las pruebas para los Juegos Olímpicos, alguien se acercó a Hildebrand y le dijo: “¡Eres la mejor entrenadora de patinaje sobre hielo del país!”. Hildebrand le dio las gracias y puntualizó: “Yo no entreno sobre el hielo”.

Descubre quién es la mujer que construyó una meca de invierno en una pista de patinaje detrás de un Save a Lot en Florida Central. Conoce al Oráculo de Ocala.

Hildebrand creció en Lakeland, una ciudad a unos 45 minutos al sur de Ocala, y siempre soñó con ser campeona mundial de patinaje sobre ruedas. Empezó practicando con los patines de dos ruedas y cuatro ruedas y estudió medicina deportiva para poder trabajar como entrenadora. A principios de los años 90, se mudó a Ocala para cubrir un puesto como fisioterapeuta, fue en esa época cuando se popularizaron los patines en línea. Era como si el mundo del patinaje hubiera presionado el botón de reiniciar. Los impedimentos del deporte desaparecieron y de repente alguien como Hildebrand podría ocupar el podio, si lograba dominar esos nuevos patines.

“Me puso en igualdad de condiciones. Todos tuvimos que entrenar con esos patines”, comentó.

Renee Hildebrand ha ayudado a entrenar a sus tres alumnos en patinaje de velocidad olímpico en el Skate Away South en Ocala, Florida. (Yahoo Deportes)
Renee Hildebrand ha ayudado a entrenar a sus tres alumnos en patinaje de velocidad olímpico en el Skate Away South en Ocala, Florida. (Yahoo Deportes)

Dado que los patines en línea se parecían a los modelos para patinar sobre hielo, leyó un libro de la medallista de oro olímpica Dianne Holum. Así comprendió la importancia de la técnica y el posicionamiento del cuerpo, y luego se convirtió en una experta en enseñar ambas estrategias.

Siempre se propuso ganar el oro olímpico con esos patines. De hecho, aún conserva una pegatina del año 1980 en el parachoques de su vehículo que dice: “Próxima parada, los Juegos Olímpicos”. Sin embargo, hubo un problema con el que no contó: el deporte nunca llegó a las Olimpíadas.

Así que, aunque se convirtió en una excelente entrenadora de patinaje de velocidad e incluso de roller derby, su sueño no estaba disponible. A no ser que…

En 2002, Derek Parra, un antiguo patinador en línea que pasó tiempo en Tampa, ganó la medalla de oro en los Juegos de Salt Lake en patinaje de velocidad sobre hielo. Otros siguieron sus pasos, entre ellos Chad Hedrick, quien ganó el oro cuatro años más tarde.

Los niños que Renee entrenó, Mantia y Bowe, cambiaron los patines en la adolescencia. Joey se mudó de Florida a Colorado y luego a Utah para poder entrenar, y en tres años logró superar a su compañero de equipo Shani Davis y al campeón mundial Denis Yuskov. Bowe siguió prácticamente esa misma trayectoria: había jugado en el Florida Atlantic antes de mudarse a Salt Lake. Ambos tardaron menos de cuatro años en convertirse en campeones olímpicos de patinaje sobre hielo.

Sin embargo, la historia más increíble aún se estaba por escribir.

Y comenzó en un local de Waffle House.

A Rita, la madre de Erin Jackson, le encantaban las recetas sureñas y siempre pedía unas tostadas texanas. Cuando pasas tanto tiempo en una sucursal de Waffle House, a veces conoces a los clientes habituales. Uno de esos clientes habituales era una entrenadora de patinaje en línea conocida como “Nasty Nay” (“Desagradable no”).

Hildebrand se ganó el nombre por su actitud, pero cada patinadora de derby tiene un sobrenombre. En la vida real le encantaba entrenar y cada vez que surgía el tema del patinaje en línea, la madre de Erin le mencionaba a su hija de 10 años. Hildebrand comenzó a trabajar con la niña, y pasado un tiempo ya tenía su propio nombre en el mundo del derby: “Miss Jax’em”.

En la historia de Erin no había nada que hiciera sospechar que se trataba de una “deportista de élite”. Su padre Tracy construía camiones de bomberos y Rita era técnica farmacéutica. Incluso Erin estaba más interesada en seguir un camino académico: iría a la Universidad de Florida y se especializaría en Ingeniería de Materiales.

Sin embargo, le encantaba patinar y a Nasty Nay le encantaba enseñar. La entrenadora siempre decía que “practicar no te conduce a la perfección”, “la práctica perfecta es la que conduce a la perfección”. Renee era una auténtica fanática y Erin era una excelente alumna.

“Es muy buena entrenando a sus patinadoras, tanto desde el punto de vista físico como mental”, afirmó Erin. “Es una persona que te motiva. Ayuda a sus patinadoras a creer en sí mismas”.

No obstante, si hubo algo que Renee no pudo hacer fue motivar a Erin para que patinara sobre hielo. La primera vez que se puso los patines de hielo fue cuando viajó a Europa en septiembre de 2016. Fue en marzo de 2017 que finalmente se animó a entrenar en Salt Lake.

“No tenía planes de ir más allá. Solo quería no quedarme con la duda de qué pasaría si probaba el hielo”, confesó Erin. “Luego pensé: ‘Volveré a la vida que tanto amo en Florida’”.

Eso fue exactamente lo que hizo, y al igual que todas las protegidas de Hildebrand, inmediatamente fue muy buena en la versión sobre hielo de su deporte. A pesar de ello, regresó a Florida y pospuso el viaje a Utah todo lo que pudo. A principios de este mes y con solo cuatro meses de práctica sobre el hielo, participó en las pruebas. De hecho, Hildebrand nunca la había visto patinar sobre hielo.

Entró a formar parte del equipo olímpico.

“Fue increíble y emocionante. No supe con exactitud qué estaba pensando en ese momento”, explicó.

No obstante, evocó rápidamente a su madre.

En 2011, Jackson viajó a Argentina para participar en una competición de patinaje en línea. Cuando regresó a casa, Rita no se encontraba bien. Había estado lidiando con la diabetes y algunos problemas de corazón. Mantuvieron una comunicación esporádica porque el teléfono de Erin no captaba muy bien la señal. Cuando volvió a casa, se enteró de que su madre se había sometido a una cirugía. Perdió el conocimiento y se redujo el flujo de oxígeno a su cerebro. Al día siguiente había fallecido.

No había pasado mucho tiempo desde la época en que Rita y Renee se cruzaban en Waffle House, y hablaban de la niña pequeña y alegre que ambas habían traído al mundo. Ahora esa niña era una atleta olímpica, y su madre se había ido.

“Desearía que ella pudiera estar aquí para ver esto”, confesó Erin.

Después del entrenamiento, los alumnos de Renee Hildebrand se dirigen a la cafetería Skate A Away South en Ocala, Florida. (Yahoo Sports)
Después del entrenamiento, los alumnos de Renee Hildebrand se dirigen a la cafetería Skate A Away South en Ocala, Florida. (Yahoo Sports)

Una tarde de sábado de enero insólitamente fría, Renee Hildebrand se colocó en el centro de la pista de patinaje Skate A Away South mientras sus estudiantes pasaban a su lado como un bólido. “¡Tranquilos, tranquilos!”, les gritaba. A poca distancia se celebraba una fiesta de cumpleaños, por lo que algunos niños y padres se detenían de vez en cuando para observar lo que sucedía en la pista. La práctica debía terminar pronto ya que el patinaje público comenzaba a las dos de la tarde. En unos minutos, la cafetería estaría llena, comenzaría a sonar la música de los 80 y las luces fluorescentes bailarían sobre los avergonzados adolescentes, los amantes de la velocidad y las parejas mayores que saldrían a su cita vespertina.

Tres de los patinadores que entrenan aquí son de Holanda. Vinieron desde allí por Nasty Nay. No hay dudas de que los rumores viajan rápido en el mundo del patinaje. Se han quedado durante algunas semanas, para que su país, con una larga historia en el patinaje de velocidad, se beneficie de la experiencia en “Slo-cala”, Florida. “Lo único rápido son los caballos y los patinadores”, suele decir Renee.

Sin embargo, los patinadores no terminan su día cuando la pista se abre al público. Simplemente guardan sus cosas y se marchan a una pista del instituto al aire libre que queda cerca. Allí entrenan durante otra hora para mejorar su preparación física y técnica. Hildebrand supone que una de las ventajas de no practicar sobre el hielo es que se puede entrenar más. Afirma que el entrenamiento sobre el hielo es más agotador, por lo que se logra menos en cada práctica.

Sea como sea, está funcionando. Y es extraño. Ocala se está convirtiendo en uno de los epicentros del mundo del patinaje sobre hielo, y no existe una pista, ni siquiera una pista de patinaje en línea al aire libre, que esté en buenas condiciones. El único testimonio de su éxito es el tablero de anuncios de la cafetería de Skate Away, en el que hay fotos de Erin, Joey y Brittany y todas sus medallas y trofeos. Pero pronto podría cambiar si cualquiera de los tres gana una medalla olímpica el próximo mes.

“Ser pionera es muy emocionante”, comentó Erin. “Las personas suelen sentir un afecto especial por quienes los representan. Las mujeres jóvenes y las personas afroamericanas pueden mirarme y decir: ‘Si ella lo está haciendo, yo también puedo intentarlo’”.

En la pista del instituto, dos niños llegan para practicar. Tienen 12 y 8 años y ya han desarrollado una gran velocidad. Una de las familias se mudó desde Georgia solo para que su hijo entrenara con Hildebrand. Ellos son la próxima generación.

A sus 55 años, el Oráculo de Ocala apenas está empezando. Solo debe encontrar la manera de ver a sus preciados alumnos en Corea del Sur. Sin embargo, como no forma parte oficial del equipo, Nasty Nay tendrá que comprar sus boletos y sentarse en las gradas.

Eric Adelson