Las clases a distancia que trajo la pandemia les están costando una fortuna a las familias

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Una niña estudiante de primaria recibe sus clases a distancia a través de su computadora. Foto: Getty.

Mientras estuvimos de vacaciones de verano, no pensamos mucho en ello, pero ahora que regresó el periodo del inicio de las clases, muchos padres y madres en Estados Unidos han vuelto a mirarse las caras y se han hecho una pregunta: “¿qué hacemos?”

Luego de que la mayoría de las escuelas públicas hayan implementado los protocolos de distanciamiento social y, teniendo en cuenta la escasa orientación que el gobierno les ha dado a los funcionarios escolares, muchos progenitores a lo largo de todo el país han optado por colocar a sus hijos en colegios privados.

Estos también han asumido las clases a distancia, a través de diversos dispositivos electrónicos… pero para quienes llevan las riendas de las familias este paso está resultando mucho más caro de lo que pensaban.

Tal es el caso de Colby Shire y de su esposo, residentes en York, Pensilvania. De acuerdo con un reporte de CNN Business, por culpa del caos y la incertidumbre que todavía se respira, esta joven pareja ya ha cambiado tres veces de programa de aprendizaje a su hija Shire, de apenas cinco años.

La escuela pública les propuso clases presenciales dos días a la semana y luego online por el resto de la semana. También podían asumir las clases a distancia durante el tiempo que le reste a la pandemia.

La primera fórmula les costaba 775 dólares al mes. Pero, ¿quién cuidaría de la niña, tiendo en cuenta que se trata de una madre y un padre trabajadores a tiempo completo? Surgió entonces la opción de un centro privado con atención de kindergarten durante los cinco días de la semana, de 9 a.m. a 3 p.m. El monto ascendía a los 839 al mes.

“No somos ricos y podríamos haber usado ese dinero para ayudar a pagar la deuda", aseguró Shire. Pero no les quedaba más remedio.

Jennifer Panditaratne comienza su rutina a las 9 am para ayudar a sus hijos con las clases online en el condado de Broward, Florida, EEUU. REUTERS / Maria Alejandra Cardona
Jennifer Panditaratne comienza su rutina a las 9 am para ayudar a sus hijos con las clases online en el condado de Broward, Florida, EEUU. REUTERS / Maria Alejandra Cardona

Este es tan solo un botón de muestra de la realidad de los padres de familia en estos tiempos enrarecidos, en los que aspiramos a combinar la protección de la salud de nuestros hijos con un aprendizaje correcto y orgánico.

Según el reportaje de CNN, la familia Andino, de Nueva York, optó por crear un aula de primer grado en su propia casa. Esa fue su elección ante lo incierto de la situación sanitaria y las pocas opciones que da el sistema escolar público.

Mientras su esposa trabaja a tiempo completo en una pequeña empresa local, el padre de la niña, desempleado por causa de la pandemia, supervisará el aprendizaje.

Para ello ya han invertido 1,300 dólares en nuevos equipos y suministros para replicar lo que su hija tendría en un salón de clases de primer grado: un escritorio nuevo, marcadores, crayones, tijeras y otros materiales, así como un iPad para sus lecciones a distancia.

En un año escolar normal, los Andino hubieran gastado menos de un tercio de lo que acaban de desembolsar.

Cuando no hay opción

Sin embargo, el hijo de 8 años de Anna Brewer, de Chico, California, ha tenido que asistir a una guardería en una iglesia local donde se juntan aproximadamente 10 niños de diferentes grados y escuelas.

No hay otra opción. Sus padres tienen que trabajar y tampoco tienen a otro familiar que se pueda ocupar. Esto les cuesta 520 dólares al mes, mucho menos que los 775 dólares que exige por el mismo servicio una guardería controlada por el departamento de parques y recreación de la ciudad.

“Si no me estuviera riendo, estaría llorando”, dijo Brewer, consciente de que en tiempos normales los gastos se limitarían al material escolar únicamente. Es decir, 335 dólares al mes por encima de sus gastos habituales.

Por último, Rajeshree Shah y su esposo, quienes viven en el condado de Orange, California, han tenido que contratar a una tutora a domicilio para que trabaje con sus dos hijos en lo que llaman la “cápsula antipandémica”, un espacio que crearon en el garaje de su casa y al que asisten varios de los hijos de sus amigos.

Equipar su garaje les costó cerca de 900 dólares. La maestra cobra 3.000 dólares, de los cuales los Shah pagan 2,000, ya que también necesitan algunas horas privadas para sus hijos. El resto del dinero lo abonan los progenitores de los otros niños.

Esta es la situación que trae en todo el país la permanencia del coronavirus en nuestras calles y la necesidad de padres y madres de que sus hijos continúen con una educación de calidad… en espera de que el virus desaparezca cuanto antes y todos volvamos a nuestras historias y escenarios de siempre.

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