'Chucky' Lozano, culpable de ser borrado por el Nápoles, ahora espera una segunda oportunidad

Hirving Lozano ha jugado 16 partidos de los 25 que ha disputado Nápoles en la Serie A en esta temporada. / Foto: @sscnapoliES ·
Hirving Lozano ha jugado 16 partidos de los 25 que ha disputado Nápoles en la Serie A en esta temporada. / Foto: @sscnapoliES ·

Hirving “Chucky” Lozano vive su desgracia en Nápoles, una que no le permite jugar en el que se consideraba el mejor momento de su carrera.

El atacante mexicano está en un burbuja de cristal: joven, con dinero, en una de las ligas top 3 del mundo, en plenas facultades futbolísticas. Lo tiene todo y a la vez, nada.

En solo unos meses, la vida futbolística del “Chucky” ha dado un giro de 180 grados: de ser el más caro en la historia del equipo, el refuerzo de lujo, a ser uno más, a un jugador borrado, sin futuro en el club.

Pero, ¿es culpa de Lozano, es culpa del PSV, es culpa del entrenador Gennaro Gattuso, es culpa del Nápoles, es culpa del promotor, o de todos?

Lo mejor para el PSV...

La presentación del “Chucky” fue en la Copa del Mundo de Rusia del 2018: con un recorte magistral, una definición de crack y un gol hermoso para darle un triunfo histórico a México ante Alemania.

Tras ese juego, el nombre de Hirving Lozano estuvo por las nubes y hubo rumores de interés de varios clubes, incluido el Barcelona.

El PSV decidió no cerrar la venta en el verano del 2018 y esperar a que el valor comercial de Lozano subiera aún más. El club fue paciente y esperó a la gran oferta.

Y esa oferta llegó un año después. Y el club lo vendió sin importar si era lo mejor para el jugador. ¿A quién le importa si era el negocio perfecto para ellos?

PSV, Nápoles y “Chucky” Lozano aceptaron cerrar un negocio cegados por el dinero. Era la oferta perfecta, un dinero que no se podía rechazar donde todos aparentemente ganaban.

La venta de Lozano del PSV al Napoli fue lo mejor para el club holandés porque recibió los $44 millones de dólares y cumplió su objetivo: comprar relativamente barato a una promesa ($13 millones de dólares), terminarla de formar, mostrarla en Europa, venderla con una ganancia (en este caso superior al 200%) y usar el dinero para repetir el ciclo con otros jugadores.

Nápoles se quedó con un jugador prometedor que planeaban potencializar, que los ayudara a ganar la Serie A que domina la Juventus, a dar el brinco en Europa y revenderlo en unos años a un club top del mundo. Hasta el momento nada de esto se ha cumplido y el jugador se devalúa mes a mes (hoy vale $38 millones).

Y a Lozano le brillaron los ojos por jugar en la Serie A y cobrar un sueldo de alrededor de cinco millones de dólares anuales. No hubo nadie que le aconsejara que el futbol italiano es diferente y superior al holandés, más defensivo y físico, donde ningún club cede espacios y busca el error para ganar. Y el mexicano, con su 1.77 metros, no tiene el mejor físico ni el carácter para sobresalir ahí.

La carrera de Hirving que subió como la espuma, ahora baja con la misma rapidez en una industria del futbol que produce y desecha jugadores con la misma facilidad.

“Debe mejorar”

Más allá del romanticismo de que Hirving es mexicano y debe jugar porque sí, que su entrenador es injusto con él, los números son demoledores con el “Chucky”.

Lozano costó casi la mitad de lo que pagó la Juventus por Cristiano Ronaldo (un jugador top, considerado por muchos como el mejor de su generación) y solo ha anotado tres goles en la temporada, entre Liga, Copa y Champions. Cristiano tenía 34 años cuando llegó a la Serie A y en su primer año anotó 29 goles en todas las competiciones.

Cada gol del “Chucky” le ha costado al Nápoles un estimado de $15.6 millones de dólares, entre sueldo y el fichaje.

Por eso Gattuso no ha tenido piedad con él: es el jugador más caro —no un novato que buscan formar— y lo debe mostrar en el campo. Sin pretextos, sin reclamos, sin romanticismo.

“Él debe trabajar y mejorar para estar listo”. Con esta frase Gattuso dejó en claro que no considera a Lozano dentro de sus prioridades en el Nápoles.

La frase la dijo Gattuso un día antes del juego ante el Barcelona del 25 de febrero en la ida de los octavos de final de la Champions League y la cumplió: Lozano se fue a la grada en el partido más importante de su equipo en la temporada.

La diferencia entre el “Chucky” del PSV al “Chucky” del Nápoles es abismal.

Con el PSV, Lozano tuvo 59 partidos en dos temporadas completas en la Eredivise y un juego en una tercera campaña, es decir, el 77% de los partidos. Ahí ganó un título de Liga en los Países Bajos.

En el Nápoles, Lozano ha jugado 16 partidos de los 26 que ha disputado el equipo en la campaña en la Serie A, es decir, el 61%.

En los goles la diferencia es más notable:

  • Un gol cada 143 minutos en el PSV en la Eredivisie.

  • Un gol cada 360 minutos con la Nápoles en la Serie A.

No anota desde el 23 de noviembre del 2019 con el Nápoles y no juega desde el 9 de febrero del 2020.

Un futbol que da otra oportunidad

El Nápoles es un equipo histórico de Italia, principalmente famoso por la era Diego Armando Maradona en los ochentas.

Pero no es por mucho un equipo rico.

La etiqueta de ser “el jugador más caro de la historia del Nápoles” ha sido demasiada pesada para Lozano porque nunca había tenido esa responsabilidad.

En los Tuzos del Pachuca fue formado en fuerzas básicas, y desde su debutó en en 2013, creció poco a poco, sin presión.

En el PSV llegó como refuerzo pero con un perfil relativamente bajo.

Y en la selección de México nunca ha sido el líder, su rol es de un joven explosivo en la cancha, una figura emergente, pero no es el que grita y ordena a los compañeros en el campo.

Lozano, a sus 24 años, no tiene el carácter para liderar el vestidor de un equipo en la Serie A. Su personalidad es introvertida.

“No hay espacio para él”, sentenció Gattuso previo al juego del Barcelona.

La buena noticia para el “Chucky” es que el futbol, como la vida, da segundas oportunidades. No tiene espacio en el Nápoles, pero la tendrá en otro equipo. En este tiempo debería ver otros casos, como el de su compatriota Raúl Jiménez, quien fue borrado en la liga española con el Atlético, y cinco años después brilla en el futbol inglés con los Wolves.

Lozano vive lo que otros futbolistas han pasado en la industria del futbol, un negocio que no tiene piedad ni compasión por nadie. Si rindes juegas, si no, o si no le gustas a tu entrenador en turno, desapareces. Y hoy el “Chucky” lo aprende desde la tribuna.