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Champions League: Sergio Agüero se despidió entre lágrimas de tristeza, en camino a firmar por Barcelona para recuperar la sonrisa

Sergio Agüero, desolado traas la derrota en la final de la Champions League.
CARL RECINE

Las lágrimas de emoción que no se le escaparon el domingo pasado en la cálida despedida que le dedicaron en el Etihad Stadium, este sábado Sergio Agüero las derramó de tristeza en el estadio Do Dragao. Una imagen infrecuente en el Kun, casi siempre asociado a una alegría de adolescente. Tras una década en Manchester City dice adiós sin poder levantar la Champions League. Su frustración fue la de todo un equipo, el que no pudo con Chelsea, un campeón de acero, robusto, granítico. Impenetrable para un Manchester City al que se lo suponía más creativo, portador de un ADN ofensivo complejo de neutralizar para cualquier defensa. No para la de este Chelsea, que secó la ofensiva del equipo de Pep Guardiola como pocas veces ocurre.

El 1-0 de una final de Champions League más física e intensa que jugada reflejó los atributos del ganador: aprovechamiento de una situación de gol y solidez para no conceder casi ninguna. Un plan ejecutado sin errores, con una entrega extrema. Manchester City terminó con un solo remate al arco de los siete que intentó, una impotencia inédita en su temporada. Su primera derrota en 13 partidos de la Champions le costó nada menos que el título.

El Kun no pudo contener las lágrimas

Previsible suplente, condición que lo persiguió durante casi toda la temporada, Agüero ingresó en los últimos 15 minutos, cuando Guardiola ya no sabía a qué recurso ofensivo apelar para romper la muralla azul. Dificilísima misión para el Kun, a quien igual le llegó una pelota dentro del área que bajó con un gran control; intentó un centro de emboquillada demasiado blando para las manos de Mendy. Su mayor contribución en la campaña quedó lejos, con goles a Porto y Olympique Marsella en la etapa de grupos.

La última página no emborrona la gran historia que el Kun escribió en el City desde su llegada en 2011, procedente del Atlético de Madrid, por 40 millones de euros. Se va con 15 títulos, 260 goles en 390 partidos, goleador histórico del club, máximo anotador de la Premier League, creada en 1992.

Havertz, autor del gol del triunfo, levanta la copa frente a los hinchas de Chelsea
Manu Fernandez


Havertz, autor del gol del triunfo, levanta la copa frente a los hinchas de Chelsea (Manu Fernandez/)

No pasarán muchas horas para que Agüero cambie el rostro compungido por una sonrisa por el futuro que le espera. El lunes debería estar firmando su contrato en Barcelona, donde por primera vez compartirá un equipo de club con su amigo Lionel Messi, ya entrados los dos en los 30 años. Se incorporará como jugador libre, sin costo por el pase para la alicaída economía de Barcelona, que le pagará un contrato por dos años inferior al que percibía en Inglaterra.

No le funcionó a Guardiola el factor sorpresa en el primer tiempo. Entrenador intervencionista, siempre está pendiente de algún ajuste o de la inclusión de una pieza que desacomode al rival. El catalán nunca quiere ser predecible en sus planteos. Su vanguardismo pasó por marcar tendencia con sus ideas e innovaciones. Mucho más lo procuró en esta final, ante un adversario con el que se conocen de sobra –se habían enfrentado dos veces en el último mes- y que es dirigido por Thomas Tuchel, un viejo admirador suyo desde que lo frecuentó en su época en Bayern Munich.

Lo más destacado de la final

De arranque, Guardiola prescindió de uno de los volantes centrales (Rodri o Fernandinho) y le dio la titularidad al extremo izquierdo Sterling, principal vía de ataque en los primeros 45 minutos. La movida no perturbó a Chelsea, que tampoco se inquietó por la mayor posesión del City, algo que estaba dentro del presupuesto del encuentro.

Con su línea de tres zagueros, dos carrileros y el doble pivote, Chelsea achicó espacios y le quitó margen de maniobra al City. De Bruyne no fue falso N° 9 ni interior. Foden y Bernardo Silva no encontraban su lugar, sometidos a la presión de Chelsea. Mahrez quedaba olvidado por la derecha. Y Gündogan, goleador con 17 tantos en todas las competencias oficiales, ya no podía soltarse tanto por ser el único volante de contención.

Chelsea ejerció el control táctico y mental del partido. Transmitió la sensación de estar más cómodo y convencido de su plan. Con las rápidas transiciones defensa-ataque descubría algunas vacilaciones en la defensa del City, especialmente por el lado del zaguero Stones. Solo la falta de finura de Werner dentro del área le impidió aprovechar algún contraataque, antes de la apertura del marcador de Havertz, punto final de un avance con tres pases desde que la pelota salió del arquero Mendy.

Willy Caballero, tercer arquero de Chelsea, no disputó minutos en la Champions, pero quedará en el plantel campeón
MANU FERNANDEZ


Willy Caballero, tercer arquero de Chelsea, no disputó minutos en la Champions, pero quedará en el plantel campeón (MANU FERNANDEZ/)

Havertz, con la gambeta sobre la salida de Ederson, justificó los 80 millones de euros de su pase desde Bayer Leverkusen, en lo que fue la contratación más alta de Chelsea. Nunca más oportuno y esperado su gol: fue el primero en sus 12 encuentros en esta Champions.

Fuerte de la cabeza, Chelsea asimiló la baja de su líder defensivo, Thiago Silva, que salió a los 38 minutos por una lesión muscular. Tres minutos después llegó el gol del media-punta alemán.

Solo cuando De Bruyne dejó la cancha aturdido por un choque con Rudiger, Guardiola se inclinó por un centro-delantero puro, como Gabriel Jesús. Chelsea lo pudo definir en un contraataque con el veloz Pulisic y el City, para mayor lamento, vio cómo un forzado remate de Mahrez, casi en el séptimo de descuento, se iba rozando el travesaño.

Tuchel le ganó a Guardiola tres partidos en poco más de un mes: por la semifinal de la FA Cup, la Premier League y la definición de la Champions. Y le provocó al catalán la segunda final perdida de las 13 que disputó; la anterior había sido la Copa del Rey 2011, ante Real Madrid. El hombre de la final había sido el atlético e incanable N’Golo Kanté, máximo recuperador de pelotas (11), de duelos ganados (11), de disputas aéreas (4), con un 85 por ciento de precisión en los pases. Al francés le sigue cabiendo la descripción de cuando fue decisivo en la Premier League que Leicester ganó en 2016: “El 71% por ciento de la tierra está cubierto por agua, el resto por Kanté”.