Bayern Munich: el campeón en la Champions League de las tribunas vacías que llenó las pantallas con un fútbol total

Bayern Munich es un campeón absoluto, total. En los estadios vacíos que impuso la pandemia, el equipo alemán llenó la cancha con lo mejor que se le puede pedir al fútbol: buen juego, ambición, espíritu colectivo y respuestas individuales, determinantes en el resultado, como ocurrió con las salvadas del impresionante Manuel Neuer.

Hizo falta la final para saber que, además de ganar por aplastamiento, como lo demostró con varias goleadas en la campaña, Bayern también tiene piel para resistir el sufrimiento y aguantar los resultados cortos. Hasta acá había evidencias de los paseos ofensivos que le evitaban cualquier angustia. Aun siendo superior a Paris Saint Germain en el concepto global del partido, esta vez a la victoria de Bayern no le sobraron minutos ni goles. Solo pudo desahogarse y sentirse campeón con el último silbato del árbitro.

Kingsley Coman, el francés que se fue de PSG, casi se retira y lo amargó con Bayern Munich

Los viejos poderes del fútbol no sucumben ni en épocas de virus. Bayern conquistó la sexta Copa de Europa, igualó la línea de Liverpool y quedó por detrás de las siete de Milan y las 13 de Real Madrid. Con fútbol y personalidad le cerró el paso a este PSG que, montado a los petrodólares qataríes para gastar más de 1000 millones de euros en refuerzos desde 2011, buscaba el título que lo incorporara a la aristocracia deportiva europea. Sigue golpeando a las puertas.

El fútbol no se ahorra giros burlones. El gol del triunfo lo convirtió Kingsley Coman, un extremo surgido de la cantera de PSG, que no le hace mayor lugar en su plantel al fútbol base. Su política es incursionar en el mercado para hacer contrataciones. Con 18 años, y sin oportunidades en primera, Coman se fue a Juventus en 2014 para llegar un año después a Bayern. PSG tuvo a su verdugo en un juvenil que vio crecer y dejó salir. El título también corona al técnico Hansi Flick, entre tantas virtudes, como un estratega visionario: le dio la titularidad a Coman en lugar de Perisic, que había estado desde el comienzo ante Barcelona y Lyon.

Once triunfos en igual cantidad de encuentros y 43 goles a favor reducen el debate sobre los merecimientos de Bayern, que repite el triplete (Bundesliga, Copa de Alemania y Champions) de 2013, cuando lo dirigía Jupp Heynckes. Su hegemonía local hace rato que no está en entredicho. Lo que le estaba faltando era volver a reinar en Europa, a ser una referencia, como lo fue en la década del 70, con la generación que comandaba Franz Beckenbauer.

Neuer, una muralla para PSG

En búsqueda de la expansión continental contrató a Pep Guardiola, que sucesivamente se estrelló en eliminatorias contra equipos españoles (Barcelona, Atlético de Madrid y Real Madrid), pero inculcó un estilo, un apego por la pelota, que perdura. Ni bien llegó, el técnico catalán estableció como prioridad la contratación del volante Thiago Alcántara, una de las figuras de la final de este domingo. El hijo de Mazinho -campeón mundial con Brasil en 1994-, desde el círculo central dicta el juego con su toque, pausas y cambios de orientación. No deja de pedir la pelota y tiene ojos para ver todo lo que ocurre. Estuvo mucho tiempo postergado por graves lesiones y ahora volvió a lo grande. Le queda un año de contrato, pero su deseo es emigrar hacia otra liga. De irse, lo hará con todos los deberes y objetivos cumplidos. Bayern lo extrañará, no será un hueco sencillo de cubrir.

Neuer, otra vez el verdugo de los argentinos, ahora en la Champions

La gloria bendice a este proyecto de Bayern, que combina equilibradamente a la vieja guardia (Neuer, Boateng, Alaba, Müller, Lewandowksi) con la renovación (Kimmich, Davies, Goretzka, Gnabry, Sule, Coman). Lo que tuvo que corregir sobre la marcha le salió de maravillas: en noviembre despidió a Niko Kovac y le encomendó el equipo a su ayudante, Hansi Flick, un hombre de la casa y exasistente de Löw en el seleccionado alemán. No se sabe si la adversidad le hace perder la calma porque está invicto en este año y los números globales de su gestión arrojan 33 victorias, un empate y dos derrotas (92 por ciento de eficacia); datos suficientes para quedarse con todos los títulos que disputó.

Bayern también se cuelga la medalla de ser el equipo que interrumpió la serie de PSG de 34 partidos seguidos marcando goles, un récord que comparte con Real Madrid. Fue extraño lo del conjunto de Tuchel: pasó por cuartos, semifinal y final sin goles de Neymar y Mbappé. El brasileño fue menos decisivo que otras veces con su gambeta y se topó con un Neuer que parece cubrir todo el arco. El torso, brazos y piernas del N° 1 se constituyen en una muralla. El delantero francés despidió un aire de liviandad, no fue ese atacante concluyente que salió campeón mundial de Rusia.

Mauro Icardi calentó banco en los últimos dos partidos luego de haber pasado en puntas de pie frente a Atalanta. A Ángel Di María se le fue un remate por encima del travesaño y volvió a explotar su faceta de asistente, pero Neuer siempre se quedó con la última palabra. Leandro Paredes, de interior por la izquierda, le dio salida al equipo con un par de pases profundos en el primer tiempo, pero en el segundo se enredó en algunos tumultos.

Coman marca el gol de la victoria

Bayern suele involucrar a no menos de cinco futbolistas en sus ataques. Por momentos, los rivales se sienten abrumados por camisetas rojas que llegan en manada. Las proyecciones de los laterales son una constante. El gol de cabeza de Coman fue tras un centro del lateral Kimmich en posición de N° 8. Sin renunciar a su filosofía de tomar riesgos con la presión adelantada, Bayern recurrió a más foules -22 en total, contra 16 de PSG- de los habituales para cortar las veloces transiciones del rival.

Fiel a su instinto, buscó más el segundo gol que el repliegue para defender la ventaja. Como equipo, Bayern era superior, pero el resultado estaba abierto, tanto para que asestará el nocaut con su mano pesada en ataque como para que recibiera un duro golpe en los arrestos desprolijos de PSG.

Bayern pasará a la historia por la singularidad de haber levantado la Orejona en soledad, sin el calor del público. Seguido a la distancia desde millones de pantallas, por donde desfiló un campeón de película.