Cenizas del paraíso: los futbolistas argentinos que encuentran en Grecia una salida laboral y mejor calidad de vida

La pandemia del coronavirus, la finalización y no renovación de una gran cantidad de contratos el pasado 30 de junio y la aún incierta fecha de regreso del fútbol argentino provocaron un agudo éxodo de futbolistas hacia cualquier latitud que les diera algo de seguridad entre tanta desprotección. Y fue Grecia, destino frecuente en el pasado para futbolistas argentinos de renombre, uno de los países que les permitió a una gran cantidad de argentinos asegurarse la continuidad laboral.

El fútbol griego y los argentinos mantienen una relación estrecha desde hace ya varias décadas. Brillaron allí, entre otros, Juan Ramón Rocha, Juan José Borrelli, Ezequiel González y Sebastián Leto, en Panathinaikos; Luciano Galletti, Ariel Ibagaza, Javier Saviola y Alejandro Domínguez, en Olympiacos, e Ignacio Scocco e Ismael Blanco, en AEK Atenas. En la actualidad, dicho destino no ofrece cifras tan jugosas como aquellas por las que se comprometían los clubes antes de la grave crisis económica que empezó a transitar Grecia a principios de la década pasada, pero aun así pueden brindarles a los futbolistas un entorno con mayores seguridades que las de su país.

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El combo incluye ganar esos euros que ya están a años luz del peso argentino, calidad de vida en uno de los mejores climas de Europa y, por sobre todo, poder volver a competir luego de haberse sentido desamparados en un fútbol argentino eternamente sin un plan B. Por todo esto, para muchos futbolistas el éxodo se hizo inevitable y provocó que la Superliga Griega -que comenzó el 11 de septiembre y cuenta con 14 equipos en la primera división- tenga, al cierre de esta nota, 31 futbolistas argentinos, superando a españoles y brasileños, cifra que podría acrecentarse de aquí al 5 de octubre, fecha en que cerrará el libro de pases.

La Superliga Griega ha bajado el perfil y ya no apuesta tanto por las estrellas internacionales. De hecho, hoy los únicos jugadores que reúnen esas características son el francés Mathieu Valbuena, ex Olympique de Lyon, y el brasileño Rafinha, ex Bayern Munich y Flamengo. Ambos tienen 35 años y se desempeñan en Olympiacos. Un jugador top top de equipo protagonista como Olympiacos o PAOK puede llegar a ganar entre un millón y un millón y medio de euros anuales, mientras que un contrato en equipos del segundo pelotón como Panathinaikos o Aris Salónica puede rondar entre los 200 mil y 300 mil euros anuales. Ya en los equipos pequeños se puede percibir aproximadamente entre 80 mil y 120 mil euros al año. En ese contexto, la preferencia para reforzarse está orientada en su mayoría al mercado argentino, que tiene como representante de renombre a Emanuel Insúa, que pasó de Panathinaikos a AEK Atenas luego de haber vestido, entre otras, las camisetas de Boca, Newell's y Racing.

"Tenemos una larga tradición viendo cada año jugadores del mercado argentino y tenemos muchos jugadores aquí porque encajan con nuestra filosofía. El temperamento, la técnica y la fuerza de los jugadores argentinos para nosotros es muy importante y combina perfecto con el estilo agresivo del fútbol griego. A veces les cuesta adaptarse tácticamente, pero una vez que lo logran son fantásticos", explicó a LA NACION Nikos Galanakopoulos, Director Deportivo de Asteras Trípolis, club que cuenta con siete argentinos en su plantel. Pero más allá de las afinidades futbolísticas y similitudes de idiosincrasia entre ambos países, los clubes griegos buscan, por sobre todo, jugadores libres. Por eso, atentos a la situación crítica de un fútbol argentino cada vez más devaluado, aprovecharon dicha coyuntura para contratar buenos futbolistas a bajo costo, dándose un mutuo beneficio entre el oportunismo de los clubes y la necesidad de los futbolistas. Un jugador argentino que llega en condición de libre puede arreglar su continuidad allí y ganar como mínimo unos 1200 euros mensuales.

Nicolás Mazzola, oriundo de Viedma, se fue libre de Unión tras terminar su contrato el 30 de junio y permaneció en Santa Fe esperando alguna posibilidad hasta que apareció la de Panetolikos y no dudó en firmar. "Yo había estado en Suiza y por eso no dudé en volver a Europa, a una primera división y a una liga competitiva. Y además no sólo la elegí por la cuestión económica, sino también por el bienestar y la tranquilidad", cuenta el delantero a LA NACION, mientras desde su nueva vida en Agrinio explica por qué fue vital cambiar de entorno rápidamente: "En la Argentina las cosas se están poniendo complicadas y también un poco por eso elegí la tranquilidad de acá. Volví a jugar después de seis meses de cuarentena (1-1 contra OFI Creta) y por eso estoy muy feliz".

Grecia no sólo recibe jugadores provenientes de Primera de la Argentina, ya que también es destino frecuente para futbolistas que aquí actuaban en el ascenso, donde se estaban implementando, según contaron algunos jugadores, nuevas modalidades para incorporar, como contratos por entrenarse, por jugar sin público y por jugar con público. En Grecia no sólo encuentran trabajo, sino que también en muchos casos acuerdan que el club les pague su vivienda y la comida, beneficios vitales que les permiten reacomodarse económicamente e incluso volver a ahorrar.

Ismael Blanco, que tuvo una primera etapa entre 2007 y 2011 vistiendo la camiseta de AEK Atenas, volvió en enero de 2020 a Grecia para vivir en Trípoli y encarar el último tramo de una larga carrera profesional en Panarkadikos FC, que juega en la cuarta división. Cuenta a LA NACION que eligió volver por la seguridad y la calidad de vida. De hecho, suele ir la playa con su familia cuando no tiene que jugar o entrenar. Y claro, empatiza con la situación de varios colegas que le consultan por Grecia: "Yo hablo con muchos chicos que me piden que les haga algún contacto para que los traigan a jugar acá, y es lógico: quieren seguir siendo profesionales y jugar. Y por eso están viniendo muchos jugadores argentinos hasta para jugar en cuarta y quinta división".

El ex Colón, Lanús, Atlético Tucumán y Mitre de Santiago del Estero, que fue goleador de la Superliga Griega en las temporadas 2007/08 y 2008/09 y compartió equipo con Ignacio Scocco, entiende a la perfección a aquellos colegas que debieron buscarse un club contrarreloj para seguir en el fútbol profesional en tiempos de pandemia: "Para nosotros esto es un trabajo y vivimos de esto. Y como en todo rubro, si no tenés trabajo se complica, y más si hay una familia y la necesidad de darle de comer a tus hijos".

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Facundo Callejo, libre de All Boys, firmó con el Panafpliakos FC 2017, flamante club de la tercera división fundado por Panagiotis Tachtsidis, actual futbolista del Lecce, de Italia. Tras meses de incertidumbre con su esposa Milagros y su hijita Roma, hoy vive una situación de ensueño en Nauplia, una ciudad porteña de 33 mil habitantes donde siente que puede conseguir estabilidad económica y relanzarse como profesional. "Cuando vino la pandemia, me agarró una incertidumbre bárbara, pensábamos que la cuarentena iba a ser por poco tiempo para concientizar a la gente, pero pasaron varios meses sin novedades y no había posibilidad alguna de que algún equipo contrate. Cuando surgió la posibilidad de venir para acá, no nos dimos la posibilidad de titubear: armamos las valijas y nos vinimos", relata a LA NACION.

Habiendo logrado su continuidad en el fútbol en un entorno más que favorable respecto del que dejó en la Argentina, donde el largo plazo es una quimera y pasar por múltiples clubes en calidad de cedido es lo común, el tandilense siente que ahora por fin podrá dormir tranquilo por un tiempo más prolongado: "La ventaja que tenemos es que estamos en actividad a diferencia de los muchachos que quedaron en Argentina. Nosotros estamos entrenando, tuvimos tres amistosos y arranca el torneo en un mes, pero principalmente tenemos trabajo, que te despeja la mente, y estamos en Europa".

Callejo, que pasó por Colón, Gimnasia de Jujuy, Liga de Loja, Patronato, Santamarina de Tandil y Carabobo FC, se siente un privilegiado, al igual que otros tantos argentinos que tuvieron suerte y virtud de buscarse un destino en el exterior en este difícil 2020. La pandemia dejó en evidencia la falta de previsión y garantías que el fútbol argentino trae desde hace varios años, al tiempo expone que la carrera del futbolista puede tener las mismas fragilidades e inseguridades que las de cualquier otro trabajo. "Hoy el futbolista en la Argentina tiene una incertidumbre terrible. Su cabeza debe estar a 9000 vueltas. Imaginate un tipo del Nacional B o la B Metro y tiene dos hijos y se queda sin club. Debe ser terrible estar en la cabeza de ese pibe", expresó el delantero que llegó a Grecia acompañado por Maximiliano Ozaruk y Federico Boasso.

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"Muchos piensan que por el sólo hecho de ser futbolista ya estás salvado y estamos lejos de eso. Somos un montón los que tenemos la misma capacidad y son pocos los que sobresalen en el fútbol argentino, que es muy parejo", cerró Callejo desde Grecia, dejando en claro que no todos los jugadores van a Europa con el objetivo de dar el salto de calidad como futbolistas. Muchos lo hacen para poder seguir siéndolo. Y vivir.

Los 31 argentinos que comenzaron la Superliga de Grecia 2020-2021

La Superliga de Grecia, que arrancó el 11 de septiembre su temporada 2020-21, cuenta con los siguientes argentinos: Facundo Bertoglio y Daniel Mancini (Aris Salónica); Rodrigo Colombo, Franco Ferrari, Salvador Sánchez, Julián Bartolo, Fernando Joao y Nicolás Martínez, hermano de Juan Manuel (Volos NFC); Federico Álvarez, Franco Bellocq, Rodrigo Gómez, Matías Iglesias, Juan Munafo, Brian Orosco y Jerónimo Barrales (Asteras Trípolis); Rodrigo Rey (PAOK Salónica); Miguel Mellado, Juan Neira y Nazareno Solís (OFI Creta); Elías Pereyra, Franco Mazurek, Juan Álvarez, Nicolás Mazzola y Javier Mendoza (Panetolikos); Emanuel Insúa (AEK); Israel Coll (Apollon Smirnis); Maximiliano Lovera (Olympiacos); Facundo Sánchez y Lucas Villafáñez (Panathinaikos); Leonardo Villalba (Lamia) y Javier Umbides (Atromitos).