#CDMA: amor de altura

#CuestiónDeAmor | Anjo responde las preguntas de los lectores

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Cuando el equipo editorial de Yahoo y yo abrimos este espacio para que los lectores expusieran abiertamente sus casos personales, jamás imaginamos que llegaría una pregunta como la de Nelly. En un correo electrónico, sin mayor contexto ni remitente, la lectora escribió:

Yo tengo un novio y él es más chaparro que yo. ¿Crees que se pueda dar una relación?

Al principio me pareció inverosímil. Igual que preguntarse si es posible entablar un compromiso con alguien nacido en otro estado, que tenga poco mentón o los dedos de los pies chatos. Habiendo tantos y tantos obstáculos que llegan a fragmentar una unión —por ejemplo, los valores, los objetivos de vida o la fidelidad—, ¿en qué momento la altura de un individuo se convirtió en uno de ellos? Pero, después de reflexionarlo bien, Nelly no está errada al suponer que los centímetros con los que ve por encima a su pareja son capaces de interferir en su noviazgo. De hecho, es muy probable que lo hagan.

Partamos de la base que vivimos en una sociedad machista en la que un hombre sigue ganando más dinero por desempeñar el mismo trabajo que una mujer. En la que se espera que ellas se hagan cargo de las ocupaciones del hogar —como si fuera un mandato divino—, incluyendo la educación de los hijos. Una sociedad que no las protege ni toma en cuenta, en la que no podían votar hasta hace algunas décadas y pisotea permanentemente sus derechos. Por desgracia, en esta sociedad la estatura de un hombre sí importa, porque es una de las miles formas que encuentran sus habitantes para medir y legitimar una supuesta superioridad sobre el resto.

Un hombre alto no vale más que otro que no lo es, por lo que nadie debería discriminar por este motivo a ninguno de los dos. A menos que, claro, deseen formar parte de un equipo de basquetbol y las habilidades atléticas del de menor altura no lo compensen frente a sus rivales. Pero, al momento de dudar del potencial de un romance por un tema de medidas verticales, entonces estamos frente a una grave condición de falta de autoestima.

Nelly no da detalles adicionales de su novio ni el tipo de relación que sostiene con él. Tampoco cuenta de dónde surgió la inquietud o quién se la contagió a quién. Si es algo que a ella le incomoda o es su compañero el atormentado. Quizá son ambos. ¿Qué más da? Lo relevante aquí es que están alimentando a un complejo, que a su vez fortalece a esos padecimientos —como la discriminación— que enferman a la sociedad.

Al carecer de información complementaria, me cuesta trabajo asesorar a Nelly. No obstante, le recomendaría empezar a cambiar su noción del amor. A darse cuenta de que el único tamaño que importa en esta materia es el del aprecio que tiene por sí misma, el que le produce su pareja y el que recibe de ésta. Porque la máxima satisfacción que se adquiere de un compromiso íntimo es la de hacer sentir mejor al otro y para ello hay que aceptarlo tal y como es.

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