Casemiro: Cinco años del hombre del saco

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Cuando yo era pequeño, todos le tenían pánico al hombre del saco. Esa figura malvada, que nadie tenía muy claro qué era o cómo era, pero que sólo de nombrarla causaba pavor. El mismo sentimiento aflora en los rivales del brasileño Carlos Henrique Casemiro.

El 20 de abril de 2013, totalmente por sorpresa, debutaba en el Real Madrid este corpulento brasileño que, meses antes, había llegado cedido desde el Sao Paulo al Castilla de segunda división. Decían que se trataba de un brasileño que defendía como alemán, y el mediocentro hizo añicos el sainete de los problemas de adaptación a Europa de los jugadores sudamericanos. Al contrario, el jugador llegó desde Sao Paulo tras unos años en declive, pues lo que parecía un prospecto de gran jugador se había desinflado al rozar el éxito. En el Real Madrid los ojeadores del club apostaron por él a sabiendas de que el jugador debía hacer ciertos cambios en su vida –actitud, dieta, rutinas, etc.– y Casemiro no les falló.

José Mourinho le hizo debutar en el primer equipo apenas dos meses después de su llegada a Madrid. En el Castilla ya había destacado desde que se bajó del avión, y ante los problemas físicos de Xabi Alonso y Sami Khedira, el portugués no dudó en fijarse en el filial y reclamar la presencia de Casemiro para un partido de Liga ante el Betis. Formando doble pivote con Luka Modric, los presentes en e Bernabéu aquella tarde pudimos apreciar que el Real Madrid tenía en su manos a un todoterreno que daría mucho que hablar en el futuro. Una personalidad arrolladora dentro del campo, que junto a su incansable despliegue físico y su inteligencia a la hora de jugar el balón, nos recordó a una jovencísima versión del mítico Mauro Silva.

Desde entonces han pasado ya cinco años en los que el Real Madrid no es imaginable sin Casemiro. En un equipo netamente atacante, en el cual hasta sus dos laterales hacen las veces de extremos, el pulmón y el desgaste de Casemiro son indispensables para balancear el esquema sobre el césped.

Tras su debut en 2013, el Real Madrid ejerció la opción de compra sobre el brasileño y pasó a formar parte de la primera plantilla. Con el 16 a la espalda, Carlo Ancelotti no contó mucho con su presencia en el primer equipo, a pesar de que el paulista había sido la sensación de la pretemporada. Sin embargo en las semis de la Champions League, el día que Asier Illarramendi se derrumbó mentalmente ante el Borussia Dortmund, Casemiro salió al rescate de los blancos y firmó 15 minutos para el recuerdo achicando el diluvio que se les vino encima a los blancos. Había nacido una estrella.

Levantó una Copa de Europa en su primer año en la plantilla y firmó un año de cesión magnífico en el Porto FC, en el cual Casemiro se convirtió en gran mariscal del equipo que llegó hasta los cuartos de final de la Champions League y que incluso dio un susto terrible al Bayern de Munich con un 3-1 en Portugal.

Su vuelta al equipo blanco fue sintomática. El brasileño heredó el 14 de Xabi Alonso y, a pesar de las reticencias de la plana mayor del club, tanto Rafa Benítez como Zidane acabaron por apostar por él, y él les premió con dos Champions Leagues en dos años. Tan lleno de confianza en su juego está Casemiro que tras ganar la duodécima en Cardiff le dijo al Presidente del club con él en la primera plantilla siempre se gana la Champions, pues el Real Madrid firmaba la tercera Orejona en cuatro años, y sólo en su año de cesión en el Porto fue el equipo incapaz de levantar el preciado trofeo.

Entre medias la aventura de Casemiro ha sido espectacular. El brasileño se ha destapado en estas dos últimas temporadas como un gran llegador, anotando goles clave ante el Napolés, Barça o la Juventus el año pasado, o ante el Manchester United o el PSG éste. Es más, en esta temporada Casemiro ha roto todos sus récords anotadores y ya suma ocho goles (el último en su última aparición contra el Málaga), los mismos –por ejemplo– que Karim Benzema, el nueve del equipo.

Son cinco años de crecimiento imparable, de una progresión pocas veces vistas y de una fiabilidad que ha convertido a Casemiro en un jugador que ha escrito en oro su nombre en la historia del Real Madrid. A sus 26 años, el paulista está llegando al cenit de su carrera profesional y, visto lo visto, todo el mundo está expectante por lo que el fútbol de un brasileño que defiende como un alemán puede seguir aportando al Real Madrid.

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