Carreras por eliminación: ¿el futuro del running para evitar aglomeraciones?

El fútbol seguirá siendo once contra once, el tenis continuará siendo jugado sin guantes, en una gran mayoría los deportes no cambiarán sus reglamentos más allá de que se permita o no el público y apliquen protocolos nuevos fuera de la cancha. Pero quizás el running no pueda sobrevivir indemne a la mayor pandemia del siglo XXI.

Luego de restituirse la posibilidad de correr en distintos sectores del país, las carreras a pie esperaban en las gateras. En un deporte cíclico, monótono, la competencia es una gran motivación para entrenarse, al menos para buscar un poco más allá del acondicionamiento físico. Los primeros intentos fueron las carreras virtuales, en que los corredores realizaban su mejor esfuerzo en solitario y se conectaban mediante la tecnología. Pero este fin de semana, en Catamarca, se realizó de forma presencial una carrera de montaña, aunque con un reglamento totalmente distinto.

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Las competencias tradicionales son muy sencillas en sus formatos: largan todos juntos y gana el primero que llega. Pero Eliminator Run propuso una alternativa para que todos corran acompañados sin ninguna aglomeración. En Catamarca la actividad deportiva es permitida con hasta diez personas en simultáneo, por lo cual esta carrera de 5 kilómetros realizada en San Fernando del Valle de Catamarca estableció largadas de cinco hombres y cinco mujeres como máximo. Divididos a su vez por categorías de edad, los dos mejores de cada grupo pasaban a la final, que se realizó el lunes feriado.

"Llamó mucho la atención el formato, porque había que estar muy entrenado para largar, ya que era más de una carrera", comentó Juan Silva, director de Cata Run, la empresa organizadora. Al no haber carreras presenciales en las provincias aledañas, ésta causó mucho interés. El sábado y domingo se desarrollaron los grupos eliminatorios y luego había que recuperarse para la final.

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"El sábado regulé un poco la energía, pensando que tenía que volver a correr", apunta Lucas Castro, de 25 años, ganador de su categoría y quien logró el mejor tiempo entre todos los participantes: 19m54s, en un circuito sumamente técnico. "El domingo trotamos tranquilos y el lunes ya dimos todo. Me gustó la modalidad. Hay que plantear otra estrategia". Castro es un atleta de proyección nacional, subcampeón en 5000 metros de la Copa Nacional de Clubes, en el CeNARD, y desde hace seis años se entrena con rigor. Profesor de educación física, está a punto de terminar la licenciatura, pero el virus no entiende su pasión por el deporte: Lucas estuvo, como todos los catamarqueños, 40 días sin poder correr."Después de tanto tiempo sin carreras ya no importa la forma ni nada", afirma sonriente. "Uno quiere sólo competir", añade.

La visión a largo plazo

"El equipo de trabajo de Cata Run fue muy prolijo. Presentó un protocolo muy completo", explicó el licenciado Mariano Brunello, director general de deportes del municipio. "No había gente en el predio más allá de la indispensable de la organización y los corredores, que no se detenían en la llegada. De hecho, ni se entregó medalla de finalista, para evitar ese contacto. Estuvo todo muy cuidado", detalló el funcionario.

El acontecimiento fue supervisado y aprobado por el Comité Operativo de Emergencia (COE). "Ya tenemos pedidos para eventos similares, de otros organizadores", agrega Brunello. Y advierte: "Lo que veo complicado para este año es sumar corredores de otras provincias. Depende del devenir de la situación".

Juan Silva, el organizador, explicó que esta primera carrera post cuarentena, en la que participaron 76 corredores, fue una prueba del nuevo formato. "No lo hicimos para ganar dinero, sino para evaluar cómo impactaba en la gente. Nos vino bien tener un número reducido, para controlar todo y dejar una muy buena imagen", comenta. Ya está planeando para octubre una segunda competencia. "Posiblemente, con un circuito extendido. El recorrido, de un kilómetro, era muy visible para el público del otro lado del vallado. Fue parte de la idea, dar un poco de show", enuncia el empresario.

A su vez, Diego Zarba, uno de los organizadores de carreras de montaña más importantes del país, analiza con cierto reparo esta nueva modalidad. "La veo bien, porque es mejor que no competir. Pero creo que se desvirtuaría mucho para los grandes eventos. Hay carreras que no pueden divorciarse de la cuestión social, de todo lo que se vive en grupo antes y después de correr", observa.

El organizador del tradicional K42, que fue sede del campeonato mundial de montaña y en el que participan miles de aficionados, entiende que "es muy difícil hacer rentable para empresas privadas de grandes estructuras este tipo de propuestas. Se puede sostenerlo con apoyo gubernamental o de instituciones sin fines de lucro". Respecto al K42, una de las grandes carreras de montaña que aún no fueron canceladas este año (El Cruce de los Andes ya fue reprogramado), Zarba señala que dentro de menos de dos semanas se definirá con las autoridades si se la hará en noviembre o se la diferirá para el 2021. "De no realizarse ahora, ya no habría carreras para nosotros, por lo menos hasta marzo", indica.

En la cancha volverán a ser once. Lo que sigue sin estar claro, al menos en la Argentina, es cuando se volverá a ver las oleadas de corredores surgir del arco de largada. Una actividad en la que por naturaleza se tiende al acercamiento social y en la cual se trata de alejarse del otro solamente al estar próximo al arco de llegada. Por ahora, Eliminator Run presentó en Catamarca una alternativa en este deporte que corre sin rumbo claro.