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A la cancha: Boca, River, Racing, Defensa y Tigre, a jugar entre urgencias, intrigas y temores

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Fuente: LA NACION

Del delta del Orinoco a las pampas argentinas, de la Cordillera de los Andes y los dominios del cóndor en las cumbres del Pichincha y el Illimani, hasta las playas de Ipanema y Leblón. Las costas del Pacífico, el caribe colombiano, el Río de la Plata y los lagos del sur chileno. Pero esta vez no sólo se trata de los puntos cardinales de una América del Sur futbolera como pocas.

Le toca recorrer otra geografía a la Copa Libertadores. Otro escenario, otro lenguaje. El torneo se reanudó entre fronteras sanitarias, arcos sanitizantes, protocolos, hisopados, conferencias virtuales, pocos permisos y muchas prohibiciones. Y nadie en los estadios. Colosos desnudos, partidos vacíos de pasión. Justo en la Copa Libertadores, un polvorín de noches épicas.

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Pero esta es otra Copa. Es la Libertadores en tiempos de Covid, porque la región es el corazón de la pandemia en el planeta. Aunque a diario se atropellen situaciones extrañas que tienden a incorporarse como parte del paisaje. Futbolistas descartados por un PCR positivo cuando tenían un pie en el avión, como Lisandro López; o un cambio de árbitros a último momento por un contagio del brasileño Anderson Daronco, que debía dirigir esta tarde a Racing. En al menos clubes de seis de los diez países que integran la Conmebol se han presentado contagios en las últimas semanas.

Y no son tolerables las comparaciones con Europa. No hay punto de contacto. La Champions League y la Europa League volvieron cuando las curvas de contagios mostraban un consistente descenso. Esos torneos estaban en su recta decisiva, no como la Libertadores que apenas amanece. Y la definición se concentró en dos ciudades, en Lisboa y en Colonia, para evitar traslados y exposición. En América del Sur, los aviones van y vienen, los micros trasladan delegaciones, los hoteles reciben huéspedes... Las burbujas fallan.

En muchos casos, los pasos limítrofes se han abierto para jugar al fútbol. Es improbable cruzar un contorno provincial para despedir a un familiar en la etapa terminal de su enfermedad, pero sí es posible atravesar migraciones para renovar la competencia. Parece desproporcionado. La Conmebol, que se enrosca en sus reglas, que redacta y modifica en contrasentidos, recibió el dinero de las firmas que compraron los derechos de televisación y algunos clubes hasta cobraron por instancias a las que ni siquiera se clasificaron. ¿Apuro? Sí, urgencia. El torneo despunta, apenas se reanuda con la tercera fecha de la etapa de grupos. A esta Libertadores se suman los cinco equipos argentinos, en evidente desventaja deportiva porque en el país todavía no se reanudó la actividad. Claro que eso no es culpa de sus ocasionales rivales.

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Fuente: LA NACION

Racing, River y Boca partieron como favoritos en los primeros meses de 2020. Ya no lo son, o al menos se convirtieron en una intriga. La lógica, traicionera en el fútbol, indicaría que les tendría que costar hacer pie. A ellos tres y también a Defensa y Justicia y a Tigre. La inactividad cobra peaje: ritmo, sincronización y confianza. Con el fantasma de las lesiones sobrevolando. Tiene un precio saltar de los entrenamientos casi sin roce a la competencia feroz. Ningún equipo argentino jugará esta tarde/noche contra adversarios de Bolivia o Venezuela, los otros países aún desconectados. Serán Nacional -segundo en Uruguay-, San Pablo -segundo en Brasil-, Delfn -noveno en Ecuador-, Libertad y Guaraní, segundo y cuarto, respectivamente en Paraguay, los que tomarán examen. La vena competitiva del futbolista argentino está garantizada. ¿Alcanzará para maquillar?

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Con política prolijidad, en las últimas horas del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, les agradeció en sucesivos tuits a los jefes de Estado sudamericanos y a sus áreas de Salud. Por las aperturas, por las flexibilizaciones, por los corredores y burbujas sanitarias autorizadas por los diez Gobiernos continentales. Permisos que no goza el ciudadano común, claro, sin semejante industria detrás. Pero todos están advertidos que crecen los peligros, también, como ayer subrayó la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que alertó sobre la velocidad con la que América latina busca volver a la normalidad: "Debemos tener claro que abrir demasiado pronto le da a este virus más espacio para propagarse y pone a nuestras poblaciones en mayor riesgo". Repletos de previsiones -y algunos descuidos- los equipos argentinos se suben a ese carrusel. La ilusión es coronar en enero de 2021 al campeón 2020. Nació otra Libertadores. Los errores en las canchas serán lo menos importante.

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Fuente: LA NACION