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Camino a Japón 2019: las múltiples variables del Mundial de rugby más impredecible de la historia

HIRONO, Japón.- La desconcentración de los pasajeros en la estación central de Tokio se asemeja a la huida de las hormigas ante el súbito ataque de su hormiguero. Trabajadores, estudiantes, ejecutivos y turistas salen disparados en todas las direcciones. Hay que andar con cuidado de no llevarse a nadie por delante. No obstante, nadie se choca, no hay empujones, mucho menos reproches. Una especie de caos controlado.

En eso, Japón se parece al rugby moderno. Muchos jugadores, poco espacio. Los sistemas defensivos se perfeccionan y cada vez se hace más difícil encontrar espacios por donde perforarlas. Una de las tantas incógnitas que nos depara el Mundial de Japón 2019, que tiene todos los ingredientes para ser el más impredecible de la historia en varios sentidos, es qué estilo prevalecerá.

Un cartel de publicidad con una foto del capitán de Japón Michael Leicht en acción capta la atención de los recién llegados al país en el aeropuerto de Narita. Sin embargo, una rápida recorrida por Tokyo Station y sus alrededores no aportan mayores indicios de que a partir del próximo viernes aquí se estará disputando un Mundial de rugby. Sí hay, en cambio, varias alusiones a los Juegos Olímpicos del año próximo, con una cuenta regresiva en la puerta de la estación incluida.

No sólo es la primera vez que un Mundial se hace en Asia y la primera vez que sale de los países centrales del rugby. En su búsqueda de abrir nuevos mercados y expandir este deporte, World Rugby tomó un riesgo grande y se aventuró hacia una nación donde el rugby no es tan popular (aunque va en sostenido ascenso). El último sondeo publicado por la entidad muestra que ya se superó en un 30% la demanda esperada de paquetes turísticos y se esperan más de 450.000 visitantes de otros países, con 1,6 del 1,8 millón de entradas disponibles vendidas, lo que redundará en un beneficio de más de 3000 millones de dólares para Japón. ¿Conseguirá el objetivo de popularizar el rugby, no sólo en Japón sino en toda Asia?

Con la fama de pulcros que tienen los japoneses, no cabe esperar fallas en la organización. Para los partidos en Tokio y Yokohama, por ejemplo, instalaron para la prensa un sistema de reconocimiento facial: no harán falta credenciales. Así y todo, según reveló The Guardian, debieron reforzar la provisión de cerveza para que no pase lo que en 2017, cuando los fanáticos australianos (los que más paquetes turísticos compararon) quedaron sedientos en medio del Test Match entre el local y los Wallabies en Yokohama.

Lo primero que capta la atención del turista es el aprovechamiento que los japoneses hacen del espacio. Cada centímetro cuenta. En el hotel, por ejemplo, en una superficie de 10m2 hay cama, escritorio, baño con bañera, lavatorio y un inodoro con un bidet electrónico incorporado. Lo mismo puede decirse del paisaje que ofrecen los primeros tramos del trayecto en tren que va desde Tokio hasta Hirono, una pequeña localidad ubicada a 10 minutos del J-Village, el búnker de los Pumas a la espera del debut del sábado: hay un edificio al lado del otro, apenas separados por un haz de luz y pegados a las vías. Los autos se apiñan unos sobre otros en estacionamientos precarios, como estructuras tubulares.

La generación y explotación de los espacios es clave en el rugby. ¿Qué estilo predominará esta vez? En Inglaterra 2015, de la mano de los cuatro seleccionados del hemisferio sur, que acapararon los cuatro primeros puestos, se produjo una explosión ofensiva que dejó atrás las bajas anotaciones de 2007 y 2011 a partir de cuartos de final. Difícilmente se vuelvan a dar unas semifinales sin europeos (aunque no es imposible matemáticamente), pero al margen de la ubicación geográfica va a ser interesante ver cuánto están dispuestos a arriesgar aquellos que lleguen a instancias decisivas.

Más intrigante resulta la puja por destronar a los All Blacks. Después de algunos tropiezos, Nueva Zelanda se está preparando como si nunca hubiera ganado un Mundial, aseguran quienes están cerca del equipo. Eso alcanza para ponerlos nuevamente como favoritos, pero no impide que atrás venga un grupo grande equipos con aspiraciones a asaltar el cetro. Nunca hubo tantos aspirantes cabales a quedarse con la Copa Webb Ellis. Con un agregado: ninguno de ellos tiene la ventaja de ser local.

Sudáfrica con el título del Rugby Championship bajo el brazo y el poderío de sus forwards. Inglaterra con su pragmatismo y la impronta de Eddie Jones, él sí casi un local aquí. Gales con el Grand Slam en el Seis Naciones y su espíritu inclaudicable. Irlanda y su generación más ganadora buscando saldar la cuenta en los Mundiales (nunca fue más allá de cuartos). Un escalón por debajo y con cosas por demostrar aparecen Australia, Francia y la Argentina, que no tienen un buen balance en cuanto resultados en los últimos años pero que en los Mundiales suelen convertirse en una bestia diferente.

Otro atractivo es ver cómo responden los equipos que están bregando por hacerles sombra a las potencias. En todo Mundial hay batacazos. ¿Será otra vez Japón, que en 2015 propició el golpe más resonante al vencer a los Springboks? Ante Escocia, en el último partido del grupo, buscarán meterse por primera vez en cuartos de final. Samoa, lejos del equipo batallador de los 90, intentará terciar por segundo Mundial seguido con aquellos dos. Fiji, el mejor de los isleños, aparece en el camino de Gales por cuarto Mundial consecutivo e intentará repetir el cimbronazo de 2007, cuando los venció y llegó a cuartos. Georgia, acaso el seleccionado emergente que más creció en los últimos diez años, la tiene difícil en esa misma zona.

A medida que el tren se aleja de la capital camino al J Village, que normalmente es el centro de entrenamientos del seleccionado de fútbol de Japón, el paisaje se transforma. Entre un pueblo y otro aparecen, cada vez más extensos, sembradíos de arroz, y asoman montañas al oeste. Al este, a pocos metros está el Pacífico, amenazante.

Qué será del equipo argentino es otra incógnita. Tan grande que quedar eliminado en primera ronda o llegar hasta el final son dos posibilidades igualmente plausibles. El partido con Francia, el próximo sábado a las 16.15 en Tokio (4.15 de la madrugada argentina) aparece como determinante tanto para definir la clasificación a cuartos de final como para marcar el ímpetu del equipo en el resto de la competencia.

En un país siete veces y medio más chico pero tres veces más poblado, la Argentina intentará hacerse notar entre la multitud de candidatos.