Un caballo regalado, una orden de captura y el triunfo más apasionante, detrás de la mejor carrera de Neuquén

Areco Run tiene 8 años, una edad a la que la mayoría de los caballos deja de ser competitivo para ser llevado a la cría. Él es la excepción y no la regla. También, el protagonista de una historia de amistad, policial y deportiva en Neuquén. El ganador del Carlos Pellegrini de esa provincia el domingo pasado había sido regalado en 2018 y pasó la mayor parte de mayo último atado a un palenque de una seccional caminera porque el trailer en el que era transportado tenía una orden de captura.

La principal estrella de esta historia creció en Buenos Aires a la sombra de los campeones. Fue criado a la vera de la ruta 8, en el haras San Antonio de Areco, y Ciro Michia, su actual propietario, es el cuarto que tiene desde que comenzó a correr en 2014. Con el primer dueño, ganó dos carreras. Con el segundo, tres más. Y con el tercero, una. Ese último, Eduardo Valenzuela, había puesto el ojo en Areco Run "porque me gustaba que corría adelante y lo compré pensando en llevarlo a San Luis, donde quería intentar ganar alguna de las grandes carreras de La Punta, pero llegó segundo y cuarto", recuerda. Era el invierno de 2017. Sumó como socios a su hijo Jorge y a tres amigos, Mauro, Facundo y Tito. Al finalizar el verano siguiente, Valenzuela, que tiene 50 años y desde 2002 cuenta con caballos en San Isidro o Palermo, pudo sacarse con el grupo esa única foto con el zaino carablanca y poco después se resignaron con él.

"Ya estaba un poco grande el caballo y no tenía muchas opciones en Buenos Aires, pero además era un tanto especial, y algo loco. Había que entrenarlo a las 6, antes de que salga el sol, y una vez que lo llevamos a La Plata rompió un box a patadas. Entonces, decidí traerlo para el Sur", recrea Eduardo, o Cacho, como lo conocen por Chos Malal, en el norte neuquino. Fue donde se crió viendo carreras cuadreras en el campo y donde tiene un hotel familiar y una distribuidora de alimentos. Unos 400 kilómetros separan a su tierra del Jockey Club de Neuquén, el hipódromo más cercano, donde en los últimos años comenzaron a ganarle la carrera a cierto amateurismo que acompaña a la pasión por el turf en las provincias con nulo o poco respaldo.

La carrera: el Carlos Pellegrini de Neuquén

Los lazos entre Valenzuela y Michia nacieron en otra provincia, en Río Negro. "Ciro no tenía nada que ver con las carreras. Se entusiasmó porque yo le hablaba, escuchaba de mis triunfos y se acercó al stud en el que me cuidaban mis caballos. Le conseguí uno, lo compró y las diez veces que corrió llegó segundo, lo cual era increíble porque la categoría era cada vez más floja y siempre perdía (y en carreras donde solo cobraba premio el primero). Después, lo aconsejé de otro y ganó apenas una de las nueve que corrió. Entonces, el año pasado, cuando Areco Run ya no me servía porque yo estaba manteniendo a otros más jóvenes en lo de (Alfredo) Gaitán Dassie en San Isidro, se lo regalé y le dije que era en compensación por todo lo que le hice gastar con los otros dos", profundiza Cacho, en vísperas de la fiesta Nacional del Chivo, un tradicional evento de música y comida típicas en la Patagonia Argentina.

Roberto Ibañez, el jockey de Areco Run, comenzó a correr a los 11 años y ahora tiene 27. Su padre Daniel fue el que le marcó el camino y a quien hubiera deseado abrazar primero cuando ganó el domingo. En él estará pensando cuando este fin de año comience las refacciones de su casa y brinde en las fiestas, como le anticipó a LM Neuquén tras el mayor sueño cumplido en su profesión.

Michia es un santiagueño que tiene una carnicería en Cipolletti. Esposo de Teresa y padre de Micaela y Hernán, tuvo la aprobación de ellos cuando recibió el regalo al que había que mantener. "Somos de campo, amamos a los animales, así que no fue difícil convencerlos", le confesó Ciro al diario La Mañana de Neuquén, justo después de ganar la carrera que paraliza a una ciudad cada año y con la que sueñan los hípicos, ese grupo al que Michia se sumó impulsado por la pasión ajena. Valenzuela sostiene que el secreto de la transformación del caballo estuvo en el cambio de hábitat: "Es como cuando vivís en la ciudad y vas al campo a buscar tranquilidad. Bueno, Areco Run está en un lugar muy tranquilo, ya no se porta mal y lo amansaron tanto que puede correr en cualquier lugar del desarrollo". Ciro apenas agradece entre llantos por la emoción, sin poder creer que vaya a cobrar ese medio millón de pesos del premio al primero.

Tampoco, que haya pasado por las penurias que vivió desde el 2 de mayo, cuando la policía detuvo al vehículo en el que Areco Run era llevado por una ruta de Cipolletti. Un día antes, al entrenador Vicente Anrada lo habían puesto en investigación por la muerte de una yegua, y, aunque no tenía un dueño en común y su lugar en el trailer era aleatorio, este caballo quedó retenido en una seccional campestre por viajar en ese automóvil. "Durante 18 días, hasta que se levantó el sumario, apenas podíamos ir a darle comida y agua. Fue increíble", dijo Michia, entre el lamento por la situación sufrida y el final feliz para la anécdota que le puso calor a la tarde neuquina fría y gris.