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Lo bueno y lo malo de tener un entrenador holandés en Barcelona

BARCELONA, SPAIN - AUGUST 19: Barcelona's new Dutch coach Ronald Koeman poses during his official presentation at the Camp Nou stadium in Barcelona on August 19, 2020. (Photo by Adria Puig/Anadolu Agency via Getty Images)
Foto: Adria Puig/Anadolu Agency via Getty Images.

La parte buena de tener a un entrenador holandés en Barcelona ya la saben ustedes de memoria. Buen gusto por el balón, fútbol total, toque, control, posesión, apuesta por los jóvenes y cero hipocresía en rueda de prensa: siempre respuestas directas con independencia de si te va a gustar escucharlas o no. Todos han sido así.

La parte negativa -que a veces se nos olvida por la holandofilia que vive el club y de la que voto radicalmente a favor- es que , por algún extraño motivo que debe encontrarse a medio paso entre el corporativismo, el chauvinismo, la comodidad o el no fiarse de los que no son como tú, los técnicos holandeses tienden a rodearse de futbolistas holandeses.

Perdón.

Déjenme reformular esa frase.

Los técnicos holandeses tienden a rodearse DE FORMA EXCESIVA Y EXAGERADA de jugadores holandeses. Algo que no sería un problema si no fuera porque jugadores holandeses (como españoles, italianos o del planeta Melmac) los hay buenos y no tan buenos. Irónicamente Cruyff fue el menos invasivo en ese aspecto pero no debemos olvidar que en un momento en el que solo podían jugar tres extranjeros, Johan fichó a dos compatriotas suyos, que nos vienen como anillo al dedo para exponer esos dos niveles de calidad: Ronald Koeman y Richard Witchsge. Por no mencionar a su hijo Jordi, que se encontraba a medio camino de nacionalidades.

Rijkaard también se lo tomó con cierta calma -como casi todo lo que hacía- pero ahí estuvo la cuota obligatoria de Davids, Van Bronckhorst y Van Bommel. Por supuesto, el rey de este apartado era el ínclito Van Gaal, que llenó la ciudad de tulipanes hasta el punto de no saber si vivíamos en Barcelona o Amsterdam. Nos pareció ver canales, bicicletas y gente con zuecos por las Ramblas. Sinceramente un culé cualquiera puede estar agradecido de que el tío Louis trajera a Hesp, Frank De Boer, Cocu o Kluivert pero acabó horrorizado de tener que tragar con Bogarde, Zenden, Ronald De Boer o un Overmars que no se parecía en nada ni al del Ajax ni al del Arsenal.

Todo esto viene al caso por la lista de incorporaciones que quiere hacer Ronald Koeman. Estamos tan obsesionados- con razón- por saber quién va a salir del Barça que debe ser el primer verano de la historia en que casi no prestamos atención alguna a quién va a venir. De momento se han filtrado dos nombres. No dirían ustedes nunca de qué nacionalidad son ambos. Efectivamente. Wijnaldum y Memphis Depay son los dos pretendidos por el flamante nuevo técnico azulgrana, que en este caso y a diferencia de sus predecesores en el cargo viene encima directamente de ser el seleccionador nacional de su país. Ambos son buenos futbolistas, de eso no tenemos dudas. Ninguno de los dos son futbolistas extraordinarios que mejoren de forma exponencial lo que hay aquí, de eso tampoco.

Lyon's Dutch forward Memphis Depay reacts during the UEFA Champions League semi-final football match between Lyon and Bayern Munich at the Jose Alvalade stadium in Lisbon on August 19, 2020. (Photo by FRANCK FIFE / POOL / AFP) (Photo by FRANCK FIFE/POOL/AFP via Getty Images)
Memphis Depay. (Foto: FRANCK FIFE / POOL / AFP).

Wijnaldum es un todoterreno interesante pero si paran a cualquier aficionado por la calle y le preguntan cuáles son los cinco mejores jugadores del Liverpool, lo más probable es que nadie les cite a un solo centrocampista del equipo de Klopp. Es la línea más desapercibida del hasta ayer vigente campeón de Europa. Cualquier otro jugador de cualquiera otra posición hubiera sido una incorporación a aplaudir y ovacionar: imagínense los laterales del conjunto red en Barcelona, se nos hace la boca agua. Por no hablar obviamente de lo más fácil: Salah, Mané, Firmino o Van Dijk.

El caso de Memphis es todavía más sangrante. Es innegable que está en el momento más dulce de su carrera pero eso no es decir mucho tratándose de un chico con un talento y capacidad de desborde destacable pero con un ego desmesurado y muchos problemas de adaptación. En el United pasaron de compararle con Cristiano Ronaldo (para la bueno y para lo malo) a sacárselo de encima de mala manera. Su carácter y su irregularidad son aspectos que aunque Koeman ha contribuido a pulir no pueden pasar por alto a la secretaría técnica del club especialmente en este momento tan delicado en que se encuentra el vestuario. Resumiendo, para traer a Memphis Depay, te quedas con Ansu Fati (y con Ousmane Dembélé) que puede hacer exactamente lo mismo en el campo.

Si la solución del Barça pasa por traer a Wijnaldum y Memphis, no cuenten conmigo. Ambos futbolistas son correctos pero su incorporación no mejoraría nada ni atajaría frontalmente el problema específico que tiene el equipo. Por nomencionar que sería un gasto prescindible en posiblemente el momento más delicado de la historia en lo referente a la economía mundial en general, la futbolista en concreto y la del club azulgrana en particular.

Si esos son los hombres que van a abanderar el proyecto de Koeman, es mejor apostar por la cantera y centrarse en los que tienen que abandonar el barco. La canción del presidente de “vamos a hacer limpieza y hay muchos grandes jugadores que tienen que salir con honores de aquí” está perdiendo fuerza. Ha pasado una semana entera y de aquí no solo no se va ni Dios sino que se ha desatado una guerra de declaraciones y filtraciones por parte de Suárez, Busquets y compañía, que ya han dejado claro que no se van a mover y que si el club tiene algo que decirles, que se lo diga a la cara.

Menos Memphis Depays y más cumplir con lo prometido.

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