Bronny, el hijo de LeBron James que aún va al instituto pero ya le venden como una estrella del baloncesto

LeBron 'Bronny' James Jr. jugando un partido con el equipo de su instituto, el Sierra Canyon.
LeBron 'Bronny' James Jr. en un partido con el equipo de su instituto. Foto: Joe Robbins/Getty Images.

Los lectores más jóvenes estarán perfectamente familiarizados con la palabra hype, uno de tantos anglicismos que, quién sabe si como moda temporal o para quedarse definitivamente, se van colando poco a poco en nuestro idioma. A la audiencia que ya tenga cierta edad le hará falta una explicación más detallada. A grandes rasgos, este término, derivado de hyperbole, alude a las expectativas altísimas, acaso exageradas, que algo o alguien produce en el público ante la esperanza de que tenga muchísima calidad. El hype es lo que anhela conseguir todo publicista: que la audiencia se excite simplemente con la posibilidad de que lo que nos vende sea bueno. Que luego se corresponda o no con lo imaginado es otra historia.

Bronny, el adolescente que sale en la foto, es un ejemplo de hype difícil de mejorar. Se dedica a jugar al baloncesto en el equipo de su instituto, el Sierra Canyon de Chatsworth, un suburbio de Los Ángeles (California, Estados Unidos). Apenas tiene 15 años y ni siquiera es el mejor jugador de la plantilla (algo comprensible teniendo en cuenta que es novato, lo que los yanquis llaman freshman, y compite con y contra gente mayor que él), pero su presencia basta para que las mil localidades a la venta en el pabellón donde juegan se agoten en apenas media hora y para que hasta diez cámaras de televisión acudan a captar todos sus movimientos.

Para entender por qué se ha convertido en semejante celebridad sin que, en rigor, haya hecho todavía nada en el mundo del baloncesto basta con mirar su nombre. Porque Bronny es el apodo por el que se le conoce para distinguirle de su padre. Estamos hablando de LeBron James Jr., el hijo mayor del que, para muchos, es el mejor jugador de la NBA en lo que llevamos de siglo XXI.

Bronny apunta maneras, todo hay que decirlo. Juega de base o escolta, no lleva a la espalda el número 23 de su progenitor sino el 0, ya mide 1,88 metros (todavía tiene tiempo de crecer un poco más, pero va a ser difícil que alcance los 2,06 de su padre), y dicen los entendidos que sus movimientos, su habilidad para el pase y su tiro exterior son bastante buenos y que, quién sabe, podría llegar lejos. A modo de muestra, en su último partido, el pasado 14 de diciembre contra el instituto St. Vincent-St. Mary de Akron, Ohio (casualmente, el lugar donde estudió LeBron senior), consiguió anotar 15 puntos, imprescindibles para asegurar una victoria ajustadísima por 59-56, y además le nombraron jugador más valioso del encuentro.

Esto se mostró en directo por la ESPN para el país entero, un detalle bastante llamativo teniendo en cuenta que, no lo olvidemos, hablamos de equipos de institutos de secundaria. Y no es la primera vez: ya son 15 los partidos del Sierra Canyon retransmitidos en lo que va de temporada, algo inaudito hasta ahora a este nivel. También es frecuente la presencia en las canchas de reporteros de todo tipo de medios, desde canales de televisión locales hasta los periódicos de más renombre.

En el fondo la prensa no hace más que seguir la tendencia marcada por las redes sociales. Lo explica Cassy Athena, la fotógrafa que captó a los dos LeBrones y cuyo montaje suma más de dos millones y medio de megustas en el Instagram del padre:

“Muchos tíos de instituto son más famosos que los jugadores de la NBA. Si publico una foto de Bronny, muchas veces tendrá más tirón que las de los profesionales”, cuenta en el Washington Post. El vídeo con el resumen del enfrentamiento contra Akron también cuenta las visualizaciones por millones.

El instituto para el que juega Bronny ha montado a su alrededor un equipazo a golpe de talonario usando sistemas que a algunos no les parecen demasiado éticos cuando se habla de adolescentes. Está empeñado en convertirse en la referencia nacional en cuanto a canteras de baloncesto, para lo cual ha contratado un cuerpo técnico de seis entrenadores, equiparable a los de la NBA, y recluta jugadores prometedores de California y de otros estados como Florida o Georgia. En la plantilla está también, por ejemplo, el hijo de Dwyane Wade, quien fuera compañero de LeBron en Miami Heat, en lo que parece un intento de reeditar el equipo campeón de 2012 y 2013.

Además, al tratarse de una institución académica de titularidad privada (y de cuotas de 40.000 dólares por año y alumno), no está sujeto a las normas férreas que regulan a otros centros, por lo que puede disputar partidos amistosos a mitad de temporada; sin ir más lejos, el de hace cuatro días en el que tanto ha brillado Bronny era uno de ellos. Todo da más visibilidad, todo va sumando hype, todo va contribuyendo a la campaña comercial (un ejemplo: siempre usa ropa Nike, la misma empresa con la que su progenitor firmó en 2016 un contrato vitalicio por valor de 1.000 millones de dólares) a la que nadie pondría reparo alguno si se tratara de adultos. Con gente a la que aún le quedan tres años para la mayoría de edad quizás hubiera que replanteárselo.

Su propio padre, sin embargo, no está demasiado interesado en alejarle de los focos. Más bien todo lo contrario: ya le ha nombrado “su heredero” y ha dicho que le gustaría jugar con (o contra) él en la NBA, algo no demasiado descabellado teniendo en cuenta que King James tiene 34 años y no parece tener la menor intención de retirarse por ahora. Frecuentemente acude a ver jugar a su retoño, e incluso en alguna ocasión ha protagonizado polémicas por la forma de celebrar sus triunfos, tildada de excesiva e irrespetuosa con unos rivales que no dejan de estar en fase de formación. No obstante, hay que reconocerle dos virtudes: ha prohibido expresamente a su hijo que conceda entrevistas y, además, aunque estaría sobradamente cualificado para dar “sugerencias” a los entrenadores, jamás se entromete en el trabajo ajeno y deja que sean los profesionales quienes se encarguen de gestionarlo.

Veremos qué tal maneja la joven cabeza de Bronny toda esta presión, aunque siendo descendiente de quien es, ya está acostumbrado a la farándula desde el mismo momento de su nacimiento. De momento, sus entrenadores hablan muy bien de él, no solo desde el punto de vista técnico o táctico, sino como persona: dicen que, aunque se trata de, con diferencia, el más famoso de los integrantes del equipo, tiene asumido su papel de recién llegado y de jovenzuelo con mucho que aprender, y no reclama ningún tipo de privilegio.

LeBron senior, a su edad, también tenía muchos ojos detrás, aunque en su caso se debía única y exclusivamente a su talento con la pelota, que ya llamaba la atención. No venía condicionado por el apellido. Ni había, como ahora, redes sociales que magnificaran cualquier nimiedad a niveles grotescos. Hay paralelismos claros entre las dos generaciones de la familia, pero también hay enormes diferencias que pueden hacer que a Bronny todo le resulte más fácil... o, al contrario, que el juguete se rompa antes de tiempo. Habrá que esperar para ver por qué camino le lleva la vida.

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