Boca festeja: una Bombonera feliz sabe que algo bueno (y nuevo) está naciendo

La Bombonera continúa de festejo: de la Superliga a la Libertadores

Se siente en el aire. La Bombonera apenas empezaba a poblarse de hinchas y ya se percibía. En el reencuentro con la Copa Libertadores, ese objeto de deseo que es también una obsesión, Boca pudo permitirse anoche enfocarse en otra cosa. Una licencia, un alto en la huella, un momento autocelebratorio: ¿cómo no regalárselo, después de haber tragado tantas penas? Todo se resumía en dos palabras: "¡Dale campeón, dale campeón!", cantaban, mucho antes de que el capitán Tevez y sus cortesanos saltaran a la cancha. Esa energía nueva, esa respiración profunda, esa espalda sin mochilas sí que se siente. Está en el aire.

Puestos a jugar, los flamantes campeones de la Superliga debían hacer un esfuerzo. Apenas habían pasado tres noches desde la consagración, un tiempo insuficiente para que sus cuerpos asimilaran lo que acababan de vivir y se concentraran en un nuevo objetivo. Estaban, casi casi, como los de afuera. "¡Boca ya salió campeón, Boca ya salió campeón!", bramaba su dedicatoria la platea. Hasta que, avanzado el primer tiempo, llegó la primera referencia al motivo de la reunión a orillas del Riachuelo: "¡Queremos la Copa!", se acordaron. Iba ya media hora de un primer tiempo en el que solo la falta de colmillo de Independiente Medellín -el presunto partenaire de la fiesta- había permitido que el asunto siguiera empatado. Por tres veces, Leonardo Castro se había acurrucado ante Andrada en el área, allí donde los delanteros muestran de qué madera están hechos.

El resumen del partido