Barcelona, un día antes del clásico

Barcelona, a un día antes del clásico, amaneció con el cielo despejado. Azul mediterráneo. Es viernes, víspera del primer partido entre el FC Barcelona y el Real Madrid CF en la temporada 2016-2017. Para algunos, incluso para quién esto escribe, uno de los dos partidos que define la Liga. Claro, el otro será el mismo duelo, pero en Madrid. Sin aspavientos. Este juego decide el desarrollo torneo. Sí, es la fecha 14 de 38. Falta todavía mucho. No es por menospreciar a los demás equipos. Sin embargo, así ha sido en los años más recientes. Un torneo bicéfalo que sólo disputan los dos grandes. Los dos millonarios del fútbol español. Con el Atlético de Madrid metiéndose a la fuerza por el factor Diego Simeone. El partido de mañana determina todo. Sin más.

Temprano, me he dado una vuelta por los alrededores del Camp Nou, que desde hace semanas muestra el letrero de “Tiquetes agotados para el Clásico”. Con mayúscula, aunque la fundación para el buen uso del español recomiende escribirlo con minúscula: el clásico. Hay filas de personas reclamando sus entradas. Cerca dan vueltas los revendedores ofreciéndolas a precios aún no tan desorbitados (entre 300 y 1000 euros). Mañana serán otros los números. “¡Hasta dónde quieran pagar!”, me dice uno de ellos. Lo cuestiono sobre el hecho de que el Barça pondrá un operativo para erradicarlos. “¡Lo de siempre!”, añade y me entrega en la mano uno de los flyers que dan a los transeúntes durante este y otros partido en el Camp Nou. En el papel, un poco más grande que una tarjeta de presentación, invitan al socio culé: “cede tus abonos para ‘EL CLÁSICO’. Confidencialidad. Máxima tasación. 100% seguro”. El negocio del fútbol.

Es la mañana del día anterior al clásico y los bares de Les Corts y cercanías del estadio, como muchos en Barcelona, ya tienen hechas sus reservas. Tienen listos litros de cervezas, un sinnúmero de bocadillos y tapas para los espectadores que concurran a ellos. Sólo dentro de los 150 puestos de comida del Camp Nou esperan vender cerca de 20 mil sánduches y 40 mil bebidas (no se vende alcohol). Por supuesto, sin importar el lugar de la ciudad, el tema de conversación es único con distintas variantes: que el Barça llega por debajo del rendimiento, que Iniesta será factor determinante, que Luis Enrique no encuentra el equipo, que la plantilla del Barça está cansada, que el Madrid ha tenido suerte, que Zidane no es un entrenador, que Modric y Casemiro están recién salidos de la enfermería. En últimas, los hinchas culés enfrentan el partido con su pesimismo natural y los del Madrid, con su soberbia de siempre. Clásico.

En otro lugar de Barcelona, rambla Guipúzcoa 120, sede de quizás la única peña oficial del Real Madrid en la ciudad, la ansiedad domina el ambiente. La peña se llama ‘Juanito’, en honor al futbolista fallecido, y su presidente Antonio Barroso cuenta que las dos salas, una con televisión de 60 pulgadas y la otra con proyector, están listas para recibir a quien quiera seguir el partido. Que se juega por primera vez a las 16:15, hora local. Todo para que telespectadores de, entre otros países, China, Japón, Emiratos Árabes Unidos y Sudáfrica, puedan verlo en directo. Sumando la no despreciable cifra de 650 millones por todo el mundo. En total, 230 medios y 650 periodistas estaremos acreditados para entrar al estadio.

A solo un día del Barça-Real Madrid, todo está listo en Barcelona para el juego. La policía de la ciudad ha declarado el nivel 4 de alerta antiterrorista (la misma que se aplica para los juegos de Champions League). Sólo falta que las 100 mil personas llenen el Camp Nou, que hagan el mosaico previsto por la organización en las tribunas; que se le rinda un minuto de silencio a la eternidad del Chapecoense, que ruede la pelota naranja y que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo se vuelvan a enfrentar sobre un campo de fútbol, para definir de una vez y por todas, esa vieja polémica de bar, de quién es mejor. ¿Usted, amable lector, qué dice?

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