Baréin invierte en el Paris FC, una intromisión en el territorio del PSG

Durante años, el fútbol en París ha sido el centro de las ambiciones globales de Catar. Gracias a su control sobre el equipo más grande de la ciudad, el Paris Saint-Germain, Catar ha soñado en grande, gastado en grande y ganado en grande. Al hacerlo, el país también ha usado la popularidad del deporte para mejorar su perfil en el escenario mundial.

Pronto podría tener competencia.

El lunes, una segunda dinastía del golfo entró a la escena del fútbol de la ciudad. El Paris FC, un equipo que juega en la segunda división de Francia, anunció que el Reino de Baréin había comprado una participación minoritaria en el club.

Por ahora, el precio de compra y las ambiciones de los inversionistas parecen ser más modestas que los esfuerzos empapados de efectivo de Catar, los cuales han convertido al PSG en un campeón perene de Francia y uno de los equipos más formidables de Europa. Sin embargo, el objetivo inmediato del Paris FC es claro: llegar a la primera división de Francia, la Ligue 1, en los próximos tres años y elevar su equipo femenil a “lo más alto posible” en el máximo circuito.

Los directivos del equipo también dejaron poco lugar a dudas sobre el objetivo de Baréin: como en el PSG, los dueños esperan que el equipo de fútbol actúe como valla publicitaria para el Estado del golfo y atraiga a turistas a una nación que sigue tambaleándose debido al daño que produjo a su reputación la represión ejercida por la monarquía del país frente a los levantamientos en pro de la democracia durante la cúspide de la Primavera Árabe.

“Creo que vieron una oportunidad fantástica para invertir y el Paris FC es una buena herramienta de comunicación para promover el país”, comentó en una entrevista Fabrice Herrault, director general del equipo. Como parte del acuerdo en el que el fondo soberano de inversión de Baréin asumió el control de una participación del 20 por ciento en el club, la próxima temporada, el Paris FC enaltecerá sus uniformes con las palabras “Explora Baréin”.

El Centro Nacional de Comunicación de Baréin no respondió a las solicitudes, enviadas por medio de su embajada en el Reino Unido, para ofrecer comentarios sobre la inversión en el Paris FC ni sobre las acusaciones de varias agrupaciones e incluso sus ciudadanos que lo involucran en abusos a los derechos humanos cuando reprimió las protestas en contra del gobierno.

Al invertir en el fútbol, Baréin está siguiendo a sus vecinos del golfo por un camino muy trillado. Desde 2011, Catar posee el PSG, y el hermano multimillonario del mandatario de los Emiratos Árabes Unidos ha despilfarrado dinero para armar uno de los mejores equipos del mundo en el Manchester City de Inglaterra. Un príncipe saudita es dueño de otro club de la Liga Premier, el Sheffield United, y el fondo soberano de inversión de ese reino ha buscado comprar un tercero, el Newcastle United. Los propietarios del golfo también controlan equipos en España y Bélgica.

A veces, esas inversiones directas, y algunas relacionadas con la piratería de los derechos de televisión en control de beIN Media Group de Catar, han convertido el fútbol europeo en un campo de batalla en la guerra diplomática entre Catar y varios de sus vecinos, incluidos Arabia Saudita y Baréin.

“Se nos unieron para muchos objetivos, principalmente para ayudarles a difundir la imagen de Baréin en Francia y Europa”, mencionó Herrault.

Esa imagen todavía no se ha recuperado desde los levantamientos de 2011 que realizaron miembros de la mayoría musulmana chiita del país en contra de la familia en el poder, que es musulmana sunita. Para contenerlos, las autoridades fueron acusadas de haber torturado a cientos de personas puestas bajo custodia durante la represión, entre ellas algunos líderes de las manifestaciones, pero también profesionistas, como doctores y atletas, que simpatizaban con los manifestantes. La acción del país incluso se convirtió en un problema para la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial, cuando un poderoso funcionario de Baréin se postuló a la presidencia de la organización en 2016.

En 2019, el destino del exseleccionado nacional Hakeem al-Araibi llamó la atención de los titulares del mundo cuando Baréin intentó extraditarlo de Tailandia, donde fue detenido mientras pasaba su luna de miel. Araibi había huido a Australia después de las protestas de la Primavera Árabe, pero fue encarcelado cuando llegó a Tailandia, bajo presión de las exigencias de Baréin; a la postre fue liberado y regresó a Australia únicamente a causa del clamor internacional.

Baréin, un aliado clave de Estados Unidos en el golfo Pérsico, había prometido efectuar reformas tras la violencia pero, desde entonces, la mayoría de los principales disidentes del país han sido forzados al exilio o encarcelados en prisiones donde son comunes la tortura y otros abusos, según agrupaciones en pro de los derechos humanos.

“Lo primero que pensé fue que era otro intento de Baréin por encubrir su terrorífico historial en contra de los derechos humanos y otra manera de comprar influencia en Europa”, opinó Sayed Ahmed Alwadaei, director de la defensoría en el Instituto Bareiní de Derechos y Democracia.

Alwadaei fue encarcelado después de participar en las manifestaciones en pro de la democracia y huyó al Reino Unido después de su liberación. Las autoridades bareiníes le revocaron la ciudadanía en 2015.

Herrault, el ejecutivo del Paris FC, se rehusó a hablar sobre las acusaciones de abusos a los derechos humanos.

La inversión en el fútbol no es la primera incursión de Baréin en los deportes internacionales. El país ha albergado quince grandes premios de Fórmula Uno, el primero en 2004, y tiene un equipo profesional de ciclismo que compite en el Tour de Francia. También ha naturalizado a algunos atletas extranjeros de élite, en particular corredores de media distancia originarios de África, para competir con sus colores en los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales. Desde hace tiempo, agrupaciones activistas como Amnistía Internacional han argüido que estas acciones fueron diseñadas para cambiar la opinión pública sobre Baréin.

En el caso del Paris FC, Baréin ha invertido en un equipo con una historia curiosa. El club nació en 1969, pero tres años más tarde se dividió en dos y la otra mitad se convirtió en el Paris Saint-Germain. El Paris FC languideció durante años en el fútbol no profesional hasta que el dueño Pierre Ferracci —un empresario con vínculos cercanos al presidente de Francia, Emmanuel Macron— supervisó su más reciente ascenso al nivel profesional.

El plan de Ferracci, con el respaldo actual de los millones de Baréin, es consolidar el equipo como una de las mejores áreas de entretenimiento en Francia y más allá. La mitad de todos los jugadores nacionales en los dos máximos circuitos galos provienen de la región de París, al igual que una tercera parte de la selección nacional francesa que obtuvo la Copa del Mundo en 2018. No obstante, hasta hace dos años, cuando el Paris FC recibió una ansiada licencia para dirigir una academia, el PSG tenía el único programa acreditado de desarrollo de juveniles en la región.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company