Atlético Nacional: Cuando la vida es una rueda de Chicago

Atlético Nacional - El equipo de Reinaldo Rueda volvió a ubicar al fútbol colombiano a competir con los argentinos y brasileños en los torneos internacionales. El equipo de Medellín ganó la Copa Libertadores y llegó a la final de la Sudamericana en el mismo año. /Foto: AP
Atlético Nacional - El equipo de Reinaldo Rueda volvió a ubicar al fútbol colombiano a competir con los argentinos y brasileños en los torneos internacionales. El equipo de Medellín ganó la Copa Libertadores y llegó a la final de la Sudamericana en el mismo año. /Foto: AP

Era una noche de enero atípicamente fría en el sur de la Florida. Fue muy gratificante volver a verme a solas con Reinaldo Rueda, asunto que no ocurría desde hacía por lo menos 12 años desde que éramos dos primíparos: Él en su experiencia como entrenador de una selección de mayores de Colombia y yo, como un periodista recién egresado que comenzaba su carrera en Radio Caracol Colombia.

Desde ese entonces han pasado muchas cosas en la vida de ambos, él dirigió y clasificó con dos selecciones diferentes a las Copas Mundiales de 2010 y 2014, y yo fui fortaleciendo mi carrera como periodista internacional de fútbol. De esa charla, que se dio a media noche, derivó el escrito publicado en Yahoo Deportes y que titulé Reinaldo Rueda: El hombre que se atrevió a soñar, el cual provocó la gratitud del técnico días después cuando me envió un mail lleno de generosas palabras.

Hablamos de todo: de la vida, del fútbol, de cómo nos habíamos visto rápidamente en varios países pero nunca habíamos podíamos volver a hablar en persona, de su talentosa hija Alejandra quien es periodista en Canadá, de la distancia, del tiempo familiar perdido y de tantas otras cosas. En esa conversación hubo dos momentos específicos que me marcaron, el primero fue cuándo le pregunté por qué había decidido regresar a Colombia a dirigir un equipo siendo que ya era técnico de Selecciones, a lo que me respondió: “Gabriel, a Atlético Nacional no se le puede decir que no. Tiene una propuesta muy seria y muy generosa deportivamente hablando”.

El segundo momento es cuando nos despedimos y me dijo: “En este 2016 vienen cosas muy buenas. Estamos haciendo un gran trabajo en Nacional y seguro dará frutos muy positivos. Hablemos a final de año y ojalá no me equivoque”. Lo que nunca se imaginó Reinaldo, ni nadie, fue el nivel de emociones extremas que viviría el equipo verde en esos 12 meses.

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El año comenzó muy bien, con Atlético Nacional ganando sin objeciones la Superliga Águila al Deportivo Cali con un marcador global de 5 a 0. Cabalgó en el torneo local en Colombia y dominó a placer la Copa Libertadores de América. Con una columna vertebral fortalecida en un gran trabajo defensivo, un despliegue rápido en el mediocampo y un poderoso ataque, el “verde” de Antioquia competió a gran nivel en los dos torneos, llegando a ser el 2do equipo en puntos del semestre y conquistando la tan ansiada Copa Libertadores de América. A pesar también de los compromisos con las diferentes selecciones de sus integrantes principales.

El rendimiento en el torneo continental fue supremo: Disputó 14 partidos, ganó en 10, empató 3 y perdió solo 1. Anotó 25 goles y solo recibió 6, para un rendimiento total del 78.6%, superando en la tabla histórica de rendimiento al Boca Juniors de 2003, quien ostentaba dicha estadística. En solo un año, Atlético Nacional ganaba 2 torneos en Colombia y uno internacional. Todo a pedir de boca.

“La vida es un rueda de Chicago, un vagón trae alegrías y otro tristezas”, me dijo sabiamente un amigo hace algunos años. Y no encuentro una mejor definición a la hora de describir el segundo semestre de Atlético Nacional.

El equipo verde comenzó nuevamente con paso ganador en el torneo local y en la Copa Sudamericana. Otra vez fue el segundo mejor equipo en puntos en Colombia y en el torneo internacional venció con claridad a importantes rivales del continente, hasta llegar a ganarse el derecho a disputar la final con el Chapecoense brasileño, equipo novato en este tipo de instancias pero que había sorprendido a varios de los mejores equipos del cono sur.

Tristemente los dos partidos nunca se celebraron gracias al nefasto episodio del equipo el pasado 29 de noviembre, cuando el avión en el que viajaban se accidentó cerca del aeropuerto de Rionegro en Colombia y 71 de sus 77 tripulantes, en su gran mayoría miembros del equipo, fallecieron. El siniestro aéreo fue una de las peores tragedias de los últimos años y de toda la historia del deporte mundial.

Pocas horas después, las directivas del Atlético Nacional en un gesto de nobleza, solidaridad y compasión, entregaron la solicitud a la Conmebol para que declarase campeón al equipo brasileño, renunciando a la posibilidad histórica de convertirse en el único equipo que ganara la Copa Libertadores y Sudamericana el mismo año.

Aunque el partido no se iba a disputar, el estadio Atanasio Girardot de Medellín, en el que suele jugar como local Atlético Nacional, acogió en la noche del 30 de noviembre un acto de homenaje a las víctimas del accidente de avión del Chapecoense.
Aunque el partido no se iba a disputar, el estadio Atanasio Girardot de Medellín, en el que suele jugar como local Atlético Nacional, acogió en la noche del 30 de noviembre un acto de homenaje a las víctimas del accidente de avión del Chapecoense.

El primero de diciembre a las 6:45 p.m. hora en la que debía comenzar el partido de ida de la final, el Atlético Nacional y la ciudad de Medellín realizaron en el Estadio Atanasio Girardot un sentido y recordado homenaje a las víctimas del accidente. Los jugadores rindieron tributos con flores, con cánticos y con aplausos, a sus colegas fallecidos que 4 días después, fueron declarados por la Conmebol como campeones de la Copa.

Atlético Nacional siguió adelante en la Liga Águila II quedando eliminado en semifinales frente a Santa Fe de Bogotá, en una de las pocas polémicas en que ha estado envuelto el técnico Reinaldo Rueda. El estratega acusó públicamente a la División Mayor del Fútbol Colombiano, de poca solidaridad en acomodar el calendario por el compromiso de la Copa Mundial de Clubes, que se jugaría pocos días después. El cuadro verde cayó 0 – 4 con un equipo de juveniles, cerrando de una manera poco apropiada su participación en el torneo colombiano.

La Copa Mundial de Clubes reúne los mejores equipos de cada continente y Atlético Nacional ganó su derecho a participar por ser el mejor de la Conmebol. Mucho se especuló que el rival a vencer era el Real Madrid en la final, pero pocos contaron que el campeón de la Liga de Japón, el Kashima Antlers, iba a vencerlos en la semifinal por un amplio marcador de 3 a 0, cerrando de una manera muy triste el que paradójicamente, fue uno de los mejores años de su laureada historia.

En general, el 2016 fue un año extremo para Atlético Nacional: conoció la gloria del triunfo, el dolor de la derrota, el desconsuelo de la muerte, el sabor de la victoria. Vivió como pocas instituciones el punto máximo de lo cambiante y hasta efímero que llega a ser el resultado de cada compromiso. Quizá como la vida misma.

Tremenda decepción para Atlético Nacional de Medellín, que aspiraba a hacer un buen papel en el Mundial de Clubes como vigente campeón de la Libertadores sudamericana y se fue por la puerta de atrás: el Kashima Antlers japonés le derrotó por un contundente 3-0 en semifinales. (Reuters)
Tremenda decepción para Atlético Nacional de Medellín, que aspiraba a hacer un buen papel en el Mundial de Clubes como vigente campeón de la Libertadores sudamericana y se fue por la puerta de atrás: el Kashima Antlers japonés le derrotó por un contundente 3-0 en semifinales. (Reuters)

Para Pitu.

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