No darle la espalda al puma es la razón que pudo salvarle la vida
Es el ABC de todo aprendiz de guía de safari, o de cualquier cazador que aspire a sobrevivir al encuentro con un gran felino. Si te topas con uno “lo último que debes hacer es darle la espalda”. Al hablar de encuentros con grandes gatos, probablemente este sea uno de los primeros mandamientos, siendo el segundo probablemente: “jamás te acerques demasiado a una hembra que cuide de sus crías”.
Ahora podéis imaginar lo que debió de sufrir Kyle Burgess al incumplir el segundo mandamiento flagrantemente, ya que se acercó demasiado a la cría de una puma con la intención de grabarlo todo con su móvil. Todo sucedió en una conocida pista circular para senderistas llamada Slate Canyon (un anillo de 13,7 kilómetros de recorrido) situado cerca de Provo, en el estado de Utah.
Como podéis ver en el vídeo bajo estas líneas, la osadía pudo salirle cara a Burgess, que no contaba con la ferocidad y determinación de la madre, que le hizo pagar el atrevimiento sometiéndole a seis minutos de pesadilla. Por fortuna el senderista puede contarlo, ya que pese a todo no incumplió el primer mandamiento y en ningún momento le dio la espalda al felino con la intención de huir corriendo.
WATCH: "C'mon dude! I don't feel like dying today!"
A cougar stalked a man for over 6 minutes during his run through Slate Canyon near Provo. pic.twitter.com/h5WATRNTVG— KSL NewsRadio (@kslnewsradio) October 12, 2020
Y es que esta es la estrategia de ataque preferida por los felinos, esconderse entre la vegetación hasta que la presa se encuentre lo suficientemente cerca. Luego, cuando esta se percata de la presencia del depredador y emprende la huida, los felinos sienten la irrefrenable llamada de la sangre. Siempre por la espalda y dirigiendo la mordida hacia la nuca, cuello o cabeza, zonas letales de necesidad para la presa. No solo lo hacen para inmovilizar y facilitar la muerte de su presa, sino que la intención es también preventiva ya que impide que esta se revuelva e intente morder o cornear al felino.
En este caso, la maniobra de amedrentamiento de la hembra es simplemente defensiva. No es que el puma haya visto en Kyle a una presa potencial, sino simplemente a una amenaza contra sus cachorros a la que hay que expulsar inmediatamente. No obstante, seguir el primer impulso y emprender la huida dándole la espalda al felino habría sido igualmente un error fatal.
Cuando un gran gato se topa con un humano, lo normal es que sienta cierto respeto, sabe instintivamente que somos una presa que conviene evitar. Lo nota especialmente cuando no seguimos el patrón normal de avistamiento y huida que siguen en el resto de criaturas de tamaño medio. De hacerlo, les estamos mostrando miedo y debilidad, dos comportamientos que automáticamente les indican que están en ventaja.
En los safaris siempre explican que lo único que se puede hacer es caso de encuentro cercano con un gran gato es quedarse de pie observándole hasta que sucedan dos cosas: que la fiera pierda el interés o que llegue alguien con un arma.
Curiosamente, esta forma de acecho les acompañará siempre, aunque los felinos se encuentren en cautividad dentro de un hábitat vallado, como podéis observar bajo estas líneas en un vídeo grabado hace unos años por un voluntario, en un refugio para grandes felinos situado en Tampa, Florida.
Volviendo sobre el vídeo viral grabado por Kyle Burgess, la única ventaja de enfrentarse a una hembra es que el tradicional dimorfismo entre ambos sexos juega a tu favor. Hay que tener en cuenta que un macho corpulento de puma puede alcanzar los 100 kilos de peso, mientras que una hembra grande “solo” pesa 64.
Ya sé lo que estáis pensando, lo normal es que un puma no mate a un humano. Así es, normalmente estos felinos, que se distribuyen por todo el continente americano (con excepción de Alaska y las tierras más septentrionales, evita a los humanos. Pero eso no impide que de tanto en tanto se produzcan ataques. Desde comienzos del siglo XX, solamente en los Estados Unidos hay documentados unos 120 ataques aproximadamente (según fuentes del Ministerio de Caza y Pesca con sede en Washington). De estos, un total de 25 resultaron fatales para los humanos.
Y eso solo teniendo en cuenta los ataques al aire libre con fieras salvajes, claro. Si se contabilizara los accidentes en zoológicos, circos, refugios para vida salvaje, y colecciones privadas, habría que sumar otras 21 vidas. ¡Las imprudencias se pagan!
Por cierto. ¿Sabíais que el año pasado se produjo otro ataque en el que el peor parado no resultó el humano, sino el puma? En efecto, en un parque del estado de Colorado, otro corredor sufrió un ataque por la espalda de un ejemplar joven, que lo atrapó por el cuello. A pesar de resultar malherido de consideración en la cabeza, espalda y extremidades, el deportista pudo revolverse, atrapar a su atacante y estrangularlo con sus propias manos.
En fin, así es la naturaleza de estos depredadores. Criaturas que llevan poblando nuestras pesadillas desde el principio de los tiempos, cuando los tigres dientes de sable cazaban en África a nuestros ancestros los Australopithecus, hace 3 millones de años. Recordadlo si alguna vez tenéis que enfrentaros cara a cara con uno de estos preciosos y letales depredadores. Nunca les deis la espalda.