El análisis de Marcelo Gallardo de Binacional-River: el Millonario arrasa, pero el DT cree que es prematuro para decir que son candidatos en la Copa Libertadores

La conferencia de prensa telemática inquietó a Marcelo Gallardo más que un partido resuelto con una goleada sin sobresaltos. El director técnico pasó del dominio futbolístico ininterrumpido de River hasta plasmar el 6-0 sobre Binacional a las interferencias en su contacto a la distancia con la prensa. La imposibilidad de ver a los periodistas y las preguntas que llegaban por interpósita persona desorientaron a Gallardo. Su respuesta llegó clara a la consulta de si el nivel post-pandemia ante San Pablo y Binacional habilitaba para hablar de un River candidato al título, tras perder la final de 2019 ante Flamengo: "Es prematuro. Está claro que jugamos para ganar. Comprendo que tenemos aspiraciones y lo seguiremos intentando. Primero hay que asegurar la clasificación".

Binacional-River. Para el equipo de Gallardo no pasa el tiempo: goleó 6-0 en Lima y se acerca a los octavos de final

La satisfacción del Muñeco pasó por la capacidad de su equipo de llevar a la práctica las presunciones de superioridad sobre el endeble Binacional: "Fuimos muy serios ante un rival inferior. El equipo cumplió en un partido clave. Pudimos mostrar mucha presencia de principio a fin, con ideas y conceptos que manejamos desde hace tiempo. Es lo que más me gustó".

Para Gallardo, la producción de su equipo es consecuencia "del gran compromiso de todos los futbolistas". Y agregó: "Después de tanto tiempo de inactividad no es fácil. Lo suplimos con otras cualidades. Habla de un gran compromiso para seguir exigiéndonos y desafiándonos para tener el nivel de juego que en algún momento conseguimos. El equipo ya estuvo bien ante San Pablo".

Por demolición: 6-0

Por el momento, el perjuicio más evidente que la pandemia le provocó a Rver es haberlo privado de Milton Casco, que tiene en Fabrizio Angileri a un sustituido de un nivel bastante inferior. Cuando se apunta que Gallardo cuenta con un plantel bastante justo, esa carencia es más notoria en el lateral izquierdo. Casco se proyecta como un N° 3 y en los últimos 30 metros es capaz de resolver como un N° 10.

Por lo demás, River volvió de una inactividad de seis meses como si sus jugadores solo se hubiesen dejado de ver durante un par de semanas. El inesperado parón lo encontró con los mejores pertrechos para soportar la hibernación. El proyecto futbolístico consolidado por Gallardo y las ideas claras resistieron el óxido que podría haber causado el aislamiento. Después de tanto tiempo a la sombra había que suponer que los jugadores iban a volver con el deseo de competir, y en el caso de aparecer un remolón al técnico le sobra autoridad e influencia para espabilarlo.

Antes de que se expandiera la plaga, Lucas Pratto estuvo siete meses (29 partidos) buscando el gol que se le negaba. No convertía desde el 31 de mayo de 2019, en la final por la Recopa Sudamericana ante Athletico Paranaense. Esa noche en el Monumental se lesionó. La adversidad tuvo un efecto dominó: no hizo una buena pretemporada, lo pagó físicamente, resignó confianza, extravió el arco y fue a parar al banco de los suplentes. En la noche limeña, entró en los últimos 20 minutos y sus dos remates al arco fueron goles. El Oso encontró los anticuerpos contra su sequía. "En los últimos 25 hice cambios para que algunos jugadores tomaran confianza y actividad. Necesitaban minutos", dijo Gallardo, en un concepto que hay que incluir a Pratto.

En los dos encuentros por la Copa Libertadores disputados en cinco días, River se sacó unas cuantas dudas, las que se desprendían de su larga inactividad y las vinculadas con el menor rodaje con respecto a sus rivales. A San Pablo le jugó de igual a igual e inclusive fue superior en varios pasajes, y a Binacional le pasó por arriba como lo había hecho en la primera quincena de marzo en el Monumental.

Los abrazos son para Pratto (27), que volvió con dos goles después de 29 partidos sin convertir
Fuente: LA NACION - Crédito: Prensa Conmebol

Es cierto que en los dos casos, la falta de público relativiza la condición de visitante. Quita la presión ambiental que muchas veces empuja a los locales. En el Morumbí y en el Nacional, River se movió cómodo, con seguridad. Dejó muy encarrilada la clasificación a los octavos de final en un grupo que parecía mucho más complejo cuando debutó con una derrota por goleada en la altura de Quito ante Liga Deportiva, si bien ese día presentó una formación con varios suplentes.

La pandemia le jugó a favor a River al sacar a Binacional de los 3800 metros de Juliaca, donde San Pablo dejó en marzo tres puntos que le pueden costar caro a la hora de las cuentas finales. Gallardo reconoció anoche: "Claramente, para nosotros no es lo más sencillo ir a la altura. La decisión de que se jugara en Lima nos excede".

Dentro de un estilo reconocible de presión e intensidad para ocupar enseguida el campo rival, Gallardo hizo un ajuste en este regreso. Dejó la línea de tres zagueros con que encaró el tramo final de la Superliga por la venta de Exequiel Palacios y volvió a la línea de cuatro. Quitó a un defensor (Robert Rojas) y sumó a un delantero (Julián Álvarez) que se sacrifica en el retroceso. "Hace tiempo que trabaja con nosotros, tiene un gran potencial, esperemos que pueda seguir creciendo", dijo el entrenador sobre el juvenil cordobés, autor de tres goles en los dos encuentros.

Estos dos partidos promisorios no deben ocultar que el plantel se achicó con las salidas de Scocco y Quintero. Uno que se quedó y amenazaba con irse, Pratto, quizá Gallardo lo recupere para la causa. El próximo miércoles, River puede asegurar la clasificación con una fecha de anticipación cuando reciba a San Pablo. Para completar esta "nueva normalidad" tan extraña, será local en Independiente por las remodelaciones en el Monumental. Mientras, el equipo se siente a gusto de volver a verse después de tanto tiempo.