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El Karma de Guillermo

Con Boca siempre en el foco de la opinión pública, la muñeca del director técnico es importante para disipar y evitar estas cuestiones.
Con Boca siempre en el foco de la opinión pública, la muñeca del director técnico es importante para disipar y evitar estas cuestiones.

Buenas y malas. Altas y bajas. Situaciones que son controladas y otras que se salen de control. Normal en cualquier plantel, sobre todo en los equipos llamados grandes. No es fácil manejar vestuarios de estrellas, hay que tener muñeca, personalidad y carácter,

Guillermo Barros Schelotto ha sido un futbolista con esos atributos. Siempre fue de frente, jamás se achicó ante la adversidad. Provocador, atrevido, habilidoso. Un profesional que cumplió con creces la responsabilidad y la apuesta de ponerse una camiseta tan pesada como la de Boca Juniors.

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Ahora, en su función de técnico la situación es diferente. Es el que toma las decisiones, no el que las cumple. Es que él debe actuar con rapidez y precisión. Un error puede ser fatal.

Pero no todo se cumple tal y como las reglas lo establecen. Guillermo no puede impedir ciertos comportamientos de los futbolistas.

Por eso desde que asumió como técnico de Boca se han producido acontecimientos que, aunque no quiera, manchan su gestión más allá de los logros que consiguió y pueda conseguir en el futuro.

Tuvo dificultades con Daniel Osvaldo, a quien no le perdonó el haber fumado en el vestuario tras un partido ante Nacional en Montevideo por la Copa Libertadores y lo echó. No le tembló el pulso.

En este caso preciso, Guillermo estaba ahí, lo vio y resolvió. Equivocado o no, actuó con autoridad.

Lo mismo sucedió cuando en una práctica José Insaurralde y Jonathan Silva se fueron a las manos tras un fuerte roce. Ambos fueron expulsados y castigados.

Lo que no pudo ni puede controlar son las situaciones que suceden en la vida privada de cada jugador, por más reglas y recomendaciones que existan y quiera imponer.

Ricardo Centurión protagonizó una serie de problemas inaceptables en un profesional. Chocó su auto tras salir de una discoteca en un hecho confuso y poco claro.

Tiempo después, cuando iba a renovar su vínculo, volvió a provocar una pelea en otro bar nocturno, lo que produjo el enojo del presidente Daniel Angelici quien desistió de contratarlo.

Otro ejemplo, tal vez el de menor trascendencia, fue el video donde se vio a Cristian pavón y Jonathan Silva fumando de noche en la concentración. Otro acto irresponsable.

El último, previo a este supuesto nuevo escándalo de los colombianos, fue el que tuvo como actor al uruguayo Nahitan Nández, quien golpeó a un joven en un bar de Punta del Este, hecho que fue resuelto tras un acuerdo con el agredido y que no pasó a mayores por eso motivo.

¿Puede este nuevo escándalo con Barrios y Cardona manchar su gestión? ¿Hasta dónde Guillermo es responsable de estos actos? ¿Carece de la autoridad necesaria para liderar un grupo problemático?

¿Es el único responsable en este sentido o lo son también Angelici y su directiva?

Boca vende en todos los sentidos. Cuando gana y cuando pierde. Y todos estos hechos son pan caliente para quienes aprovechan para sacar provecho de este tipo de noticias.

Más allá de lo que finalmente suceda, más allá de la defensa que expongan los acusados, más allá de todos eso, el único perjudicado es el club. Y quienes manejan los destinos de Boca Juniors deberían tomar medidas drásticas para evitar que estos episodios sigan manchando la imagen de la institución. O, en lo posible, estudiar a fondo los antecedentes de quienes contratan.

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