Özil, cuando el mago se cansa de agitar la varita

Londres, 18 ene (EFE).- Ninguno de los aficionados que asaltaban al reportero de Sky Sports que anunciaba en directo el fichaje de Mesut Özil por el Arsenal podía presagiar un desenlace más funesto para la carrera del futbolista alemán en la Premier League.

Özil, uno de los últimos estertores de la estirpe del '10' que habita en los campos de fútbol, se marcha de Inglaterra. Descose de su piel la camiseta que ha llevado impresa en los últimos ocho años y dice adiós a una etapa que ha ido de más a menos y que ha terminado con un agujero negro en forma de huida a Turquía.

De la alegría por su llegada ya no queda nada en Londres. Özil aterrizó a cambio de 40 millones procedente del Real Madrid. De ahí salió justo antes de la etapa gloriosa de las Copas de Europa y tras el período Mourinho. El que había sido gran socio de Cristiano Ronaldo se marchó tras unas negociaciones de renovación en las que el padre del alemán intentó apretar las tuercas de Florentino Pérez.

Con mal resultado. Özil no logró lo que quería y se tuvo que ir. Llegó al Arsenal de Arsene Wenger, un equipo ya en descenso de lo que fue y al que el fichaje de un superclase como era por entonces el del '10' e venía como anillo al dedo.

Solo por comparar, en el verano de la llegada de Özil los otros dos fichajes del Arsenal fueron Mathieu Flamini y Yaya Sanogo.

En aquella primera temporada marcó siete goles y repartió 14 asistencias en un equipo cuya referencia arriba era Olivier Giroud. La magia de Özil no se quedó en el Santiago Bernabéu escondida. Era capaz de fluir en un ecosistema completamente distinto y alejado de la pomposidad y los focos de la capital española.

Atrás quedaban sus peleas con Mou o sus cabalgadas por el Camp Nou. Özil ahora esparcía sus hechizos en la Premier, donde previo paso por la captura del Mundial de Brasil, logró su mejor temporada.

En la campaña 2015/2016, Özil hizo 19 asistencias en la liga inglesa, igualando los registros de sus dos primeras temporadas en el Real Madrid y convirtiéndose en el gran '10' de la competición.

Pero con eso no le dio al Arsenal ni para estar cerca de un Leicester City que se proclamó campeón de manera sorprendente. El Özil que se había acostumbrado a ganar en Madrid o al menos a pelear en las últimas instancias de todos los títulos se tenía que conformar en Londres con probar las mieles de la FA Cup y la Community Shield.

Además, para 2017 el equipo había perdido su estatus de equipo de Champions League, motivación que aún el Arsenal no ha sido capaz de recuperar.

Se fue Wenger, su gran valedor, se retiró de la selección nacional tras el Mundial de Rusia y ni Unai Emery ni Mikel Arteta consiguieron recuperar al '10' para los intereses del Emirates Stadium.

Este último ni siquiera le ha utilizado desde el pasado mes de marzo.

Condenado al ostracismo en el campo, sus noticias han llegado por negarse a una reducción de sueldo durante la pandemia -alegó que era mejor que cada futbolista supiera en qué ayudar con ese dinero- y por ofrecerse a pagar el salario íntegro a la mascota del Arsenal, despedida por la excedencia de personal.

Lejos quedan los años de su pase de gol a Cristiano Ronaldo en el Camp Nou que valió una liga o de su golazo con los 'Gunners' al Ludogorets, uno de los mejores de la década.

Ahora Özil se marcha al Fenerbache, poniendo el punto y aparte en la élite. Y es que a veces los magos también se cansan de agitar la varita.

Manuel Sánchez Gómez

(c) Agencia EFE