Ángel Di María: con récord de asistencias y elogios hasta de Puyol, fue el que más mereció ganar en un PSG que no supo evitar la derrota ante Manchester City

Ángel Di María, siempre dispuesto a colaborar en la recuperación, persigue a Kevin De Bruyne.
Thibault Camus

En el primer capítulo de la serie que emparejó a los dos clubes regidos por fondos petroleros de Emiratos Árabes y Qatar, Manchester City mostró que es un producto más refinado que Paris Saint-Germain. Cuando entró en combustión en el segundo tiempo dejó expuesto a un rival al que se le secó el pozo competitivo que había desplegado en los primeros 45 minutos.

En 13 años de gestión del Abu Dhabi Group, Manchester City nunca había estado tan cerca como ahora de su primera final de Champions League. Logró esa proximidad a la definición en Estambul al revertir una desventaja y vencer por 2 a 1 en la ida de la semifinal, en París. El martes próximo, en el Etihad Stadium, el equipo de Pep Guardiola intentará superar la mejor campaña histórica del City en la competencia, la de la semifinal perdida por el conjunto al que dirigía Manuel Pellegrini en 2016, ante Real Madrid.

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PSG venía de dejar en el camino a Barcelona y al campeón Bayern con un sistema de repliegue defensivo y un contraataque vertebrado por Ángel Di María, Neymar y Kylian Mbappé. El más letal de Europa. Con esa fórmula había hecho fortunas. La derrota de este miércoles fue en contra de sus previsiones. El conjunto francés se puso en ventaja con una jugada de pelota detenida: córner de Di María, por lejos la mejor individualidad de PSG, al primer palo y cabezazo del brasileño Marquinhos llegando desde atrás, tras desprenderse de la marca de Ilkay Gündogan y anticiparse a Ruben Días. En esa primera etapa, PSG llevó el peso del juego ante un City desconocido, inconexo, que se desempeñaba como si no interpretara la relevancia de la cita. El día anterior, Guardiola había advertido: “No estamos en la elite de esta competencia, pero queremos estar ahí”.

Compacto de la victoria de Manchester City en París

En el segundo tiempo, PSG naufragó en su plan de contención defensiva y de activación de sus flechas de ataque. Keylor Navas, el arquero que acaba de renovar su contrato y tuvo atajadas decisivas en las series anteriores, no leyó bien un centro de Kevin De Bruyne y fue un testigo sorprendido de cómo la pelota entraba por el segundo palo.

Manchester City ya era otro equipo, más dominante y posicionado en campo del rival, aunque sin generar claras situaciones de gol. “En el segundo tiempo no los dejamos respirar”, dijo Guardiola sobre la reacción de su equipo. Así como Navas había facilitado el 1-1, una fisura de la barrera –la pelota pasó entre Leandro Paredes y Presnel Kimpembe– posibilitó el gol de tiro libre de Riyah Mahrez. “Lamento perder el partido con dos goles así”, expresó Pochettino. En seis minutos, el equipo inglés daba vuelta la historia ante un adversario que en el segundo período no contabilizó un remate al arco. Apenas una corrida de Mbappé, lanzado por una asistencia de Di María, que Marco Verratti no llegó a conectar frente al arco.

Mientras Rodri se cae, Di María va en apoyo del Mbappé
Thibault Camus


Mientras Rodri se cae, Di María va en apoyo del Mbappé (Thibault Camus/)

Autor de ocho goles en nueve partidos anteriores, Mbappé pasó por el partido sin rematar al arco por primera vez desde que juega la Champions como titular. La caída dejó confundido y con puntos de vista contrapuestos a PSG. Mientras Pochettino señaló que el equipo había perdido la energía en el segundo tiempo, el lateral Alessandro Florenzi estimó que “no hubo cansancio”.

Si alguien de PSG no merecía el sinsabor de la derrota, ése es Di María. Jugador de toda la cancha, se ofreció en ataque y se sacrificó en defensa. En el enmudecido estadio Parque de los Príncipes, la voz de Pochettino se filtró más de una vez por el micrófono de ambiente: “Ángel, Ángel, Ángel”. El entrenador les pedía a sus jugadores que buscaran Di María, una culebra inquieta. A los 33 años, sus piernas desmienten el ingreso en la veteranía, y su toque de pelota y su visión del juego son las de un futbolista de primer nivel internacional. Una pieza necesaria para cualquier equipo que se plantea el alto objetivo de ganar la Champions League. Los que no estuvieron a su altura fueron dos de sus más reputados compañeros: Neymar, que primero desaprovechó los buenos momentos de su equipo y luego no apareció cuando el panorama era adverso, y Mbappé.

Los compañeros felicitan a Riyad Mahrez, autor del gol del triunfo de Manchester City con un tiro libre que pasó entre la barrera.
ANNE-CHRISTINE POUJOULAT


Los compañeros felicitan a Riyad Mahrez, autor del gol del triunfo de Manchester City con un tiro libre que pasó entre la barrera. (ANNE-CHRISTINE POUJOULAT/)

Con su equipo más desplegado en la ofensiva, Di María le dio mucho trabajo a João Cancelo. Su asistencia en el gol de Marquinhos lo metió en la historia del club. En sus casi seis años en París suma 103 pases-gol, rubro en el que igualó el récord del bosnio Safet Susic, que pasó por PSG entre 1982 y 1991. Entre los futbolistas activos de la Champions, Fideo ocupa el tercer lugar en asistencias, con 31, por detrás de las 35 de Messi y las 34 de Cristiano Ronaldo, y por delante de las 27 de Neymar y las 24 de Karim Benzema. En un momento del partido, Carles Puyol, que se enfrentó con el argentino en varios clásicos Barcelona-Real Madrid, escribió en las redes sociales: “Di María no solo rompe cinturas, cómo centra”.

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Y el ex zaguero podría haber agregado “cómo defiende”, porque en la segunda etapa el rosarino se sacrificó yendo a los pies y al cruce de las proyecciones de Cancelo y cualquier otro rival que apareciera por su sector. Guardiola buscó una alternativa por esa zona con el ingreso de Oleksandr Zinchenko por el lateral portugués.

Luego de la expulsión a Idrissa Gueye por un violento foul a Gündogan, Pochettino reemplazó a Di María por Danilo. Fideo salió cabizbajo, sin la recompensa que debía premiar su esfuerzo. En dos semifinales en PSG –la anterior fue ante Leipzig–, el rosarino suma tres asistencias y un gol. Las ilusiones del club francés para el desquite pasan por su mejor campaña como visitante (cuatro victorias y una derrota) que como local (tres caídas, una igualdad y dos triunfos). Y también por la capacidad que tenga el resto del equipo de contagiarse del espíritu y la solidaridad de Di María.