Las amenazas de muerte en el nombre de Naomi Osaka demuestran que su lucha no se ha entendido

Naomi Osaka se rompió durante la rueda de prensa de Cincinnati.
Naomi Osaka se rompió durante la rueda de prensa de Cincinnati.

La convulsa rueda de prensa de Naomi Osaka en el Masters de Cincinnati ha tenido consecuencias, y éstas han sido muy desagradables. Para poner en contexto, se trataba de la primera vez que la tenista nipona se ponía delante de los medios de comunicación desde mayo. Antes, la número 2 del mundo había renunciado a Roland Garros alegando el estrés y ansiedad que este compromiso con los medios le causaba, y también se saltó Wimbledon para cuidar su salud mental. Se trataba, por tanto, de un evento especial, lejos del protocolo tedioso y anodino que estas comparecencias suelen ser.

Lamentablemente, la experiencia salió mal. Osaka, tras una cuestión, la cuál tuvo que ser repreguntada varias veces, terminó rompiéndose y, entre lágrimas, abandonó la sala de prensa, aunque después regreso. Algunos, como el periodista especializado del New York Times, Ben Rothenberg, o el agente de la tenista, Stuart Duguid, acusaron a Paul Daugherty, reportero del Cincinnati Enquirer, de haber sido especialmente duro o inquisitivo con el tono de su intervención.

La versión de Daugherty difiere. La publicó, obviamente, en el medio en el que trabaja, y en su crónica no escatimó elogios hacia Osaka. De ella, por ejemplo, escribió que le había dado "la respuesta más honesta, reflexiva e inesperada" de sus 34 años de carrera cubriendo la información deportiva de Cincinnati.

Al mismo tiempo, se defendió explicando que, en ningún momento, trató de intimidar a la japonesa, como por ejemplo le acusó Duguid. "Quizá no entendió la pregunta o quizá la hizo sentir incómoda. En una entrevista por Zoom no hay lugar para discusiones o matices. Le repetí la pregunta dos veces", expone de su versión de lo que fue el incidente.

Sea como fuere, la interacción acabó mal, pero ha tenido repercusiones que explican que, quizá, no hemos entendido nada.

Según cuenta Quentin Moynet, periodista de L'Equipe, Daugherty y su familia habrían recibido amenazas de muerte tras el incidente de la rueda de prensa. Para el reportero francés, además, la pregunta realizada por el norteamericano era totalmente legítima, y en ningún momento percibió que tuviese intenciones aviesas.

Desde esta rueda de prensa con Naomi Osaka ayer, el periodista en cuestión y su familia han recibido amenazas de muerte. Todo esto por una pregunta absolutamente legítima. Intolerable...

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¿Cómo un asunto tan delicado, como la salud mental, puede terminar con amenazas de muerte a un periodista y a su familia? La escalada de los acontecimientos demuestra que, en el fondo, no se ha entendido nada. Ni se ha entendido la lucha de Osaka por visibilizar un problema que, hasta ahora, estaba opacado tanto en el deporte como en la sociedad, ni se ha comprendido que, ante la vulnerabilidad del ser humano, la respuesta no puede ser la agresión y la violencia.

Sin entrar a valorar las intenciones de Daugherty, lo cual con la transcripción de la rueda de prensa únicamente resulta imposible, la pregunta en cuestión: "No estás loca por tratar con nosotros... pero sin embargo tienes varios intereses fuera del tenis en los que necesitas a los medios de comunicación como plataforma. ¿Cómo haces para balancear ambas cuestiones?", no parece fuera de lugar. Más bien al contrario. En su lucha interna, Osaka debe mantener el equilibrio entre algo que le genera angustia, el escrutinio de la prensa en una comparecencia pública, con la necesidad del altavoz que esta supone para las diferentes causas en las que se ha implicado: la última, donar el premio que consiga en Cincinnati para las víctimas del terremoto de Haití. Preguntarle por ello es, de hecho, relevante.

Cómo Osaka lo gestione, claro, es algo personal y ahí es necesario el respeto y el apoyo máximos. Al fin y al cabo, de eso va todo. De empatizar con el que lo pasa mal, de ponerse en su lugar y no exigirle más de lo que puede dar. Todo lo que exceda esa posición, especialmente si incluye ataques a terceros, como lo puede ser la familia de Daugherty, simplemente demuestra que no se ha entendido el fondo del asunto y que todavía queda un gran trabajo por hacer.

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