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Mundial Sub 20: la selección argentina pagó por sus chances perdidas y Nigeria castigó las desatenciones en la marca

Las lágrimas de Matías Soulé, Mateo Tanlongo y Valentín Barco ilustran la decepción de la selección argentina, eliminada del Mundial Sub 20 a manos de Nigeria en los octavos de final
Las lágrimas de Matías Soulé, Mateo Tanlongo y Valentín Barco ilustran la decepción de la selección argentina, eliminada del Mundial Sub 20 a manos de Nigeria en los octavos de final - Créditos: @Marcelo Aguilar

SAN JUAN (Enviado especial).- Se terminó el idilio. Las impresiones previas sobre cómo Nigeria podía representar el desafío más exigente de la selección argentina en lo que va del Mundial Sub 20 se convirtieron en una realidad ineludible, y el equipo que dirige Javier Mascherano expuso algunas situaciones que nunca pudo resolver por completo. La ventaja que ofrecieron el aliento local y el excelente estado del campo de juego en el estadio San Juan del Bicentenario tampoco fueron suficientes para un ataque que no mostró la misma conexión telepática de la etapa de grupos y una defensa sumamente vulnerable al fútbol más directo y veloz de sus rivales, y el 0-2 final marcó la despedida de la Copa del Mundo en los octavos de final.

El comienzo argentino fue sumamente prometedor. Acompañado de bombos, trompetas y aliento por parte del público sanjuanino, el seleccionado local tomó el protagonismo del partido desde temprano, controló la pelota y desactivó rápidamente las ocasiones contrarias. Pero faltó el pase final y agudeza en la definición; durante la primera mitad la Albiceleste no sufrió, pero tampoco generó grandes chances de gol, y las mayores aproximaciones llegaron por vía de Alejo Véliz, primero con un cabezazo que se fue apenas por arriba del travesaño y luego con un toque en el área chica que no conectó bien.

El 1-0 de Nigeria, por parte de Muhammad

La segunda parte parecía que iba a acercar a la Argentina al gol que tanto buscaba, como lo demostró una chance que tuvo Valentín Barco sobre la izquierda en el inicio, tapada por el arquero Kingsley Aniagboso, pero en los próximos minutos llegaría el peor momento. El conjunto africano comenzó a aprovechar con más asiduidad los espacios que fue dejando la defensa argentina, atacando con velocidad y conducción, y en particular Ibrahim Muhammad se convertiría en un dolor de cabeza para la dupla de Tomás Avilés y Valentín Gómez. El primer aviso llegó a los 12, cuando el número 11 reventó el travesaño desde el borde del área, pero tres minutos más tarde, la estocada: Umeh Emmanuel bajó una pelota de gran manera y dejó mano a mano a Muhammad, que definió ante la salida de Federico Gomes Gerth para amargar al organizador.

La respuesta del estadio Bicentenario no fue de silencio, sino que aumentó aún más el volumen de los cánticos para intentar levantar a los jóvenes. Y tras algunos minutos de zozobra y nerviosismo, los argentinos buscaron canalizar aquel aliento en empuje y búsqueda del empate. El primero en intentar fue Valentín Carboni, que enganchó desde la derecha y sacó un zurdazo potente que contuvo el arquero Aniagboso. Las entradas de Juan Gauto, Matías Soulé e Ignacio Maestro Puch indicaron la intención de salir a avasallar al contrincante, y las ocasiones siguieron llegando: otro cabezazo cercano de Véliz, un tiro de Maestro Puch tras un córner que se fue apenas desviado y un tiro desde el borde del área de Luka Romero que reventó el palo. Pero el tan ansiado gol nunca llegó.

El tiro de Romero que impactó el palo

Nigeria supo aguantar los momentos más complicados que pasó sabiendo que, al ejecutar un pelotazo largo, la defensa argentina iba a sufrir. Y eso fue exactamente lo que pasó en tiempo de descuento. Una de esas pelotas divididas vio envueltos en un mano a mano a Agustín Giay y Victor Eletu, y el defensor de San Lorenzo salió perdiendo de aquel mano a mano, lo que le permitió al número 10 enviar el centro para la llegada libre de Rilwanu Haliru Sarki, cuya palomita en el área chica estampó el 2-0 final.

El 2-0 de Haliru Sarki para el triunfo nigeriano

La esperanza se disipó entre los hinchas en el estadio, que reaccionaron con frustración ante los jugadores propios y ajenos; se llegaron a ver botellas cayendo sobre los nigerianos en el festejo, y uno de los suplentes agarró una de ellas, tomó lo que quedaba y la volvió a tirar hacia la tribuna. El plantel argentino compartió esta frustración con algunas duras faltas para intentar frenar los ataques rivales, pero no dejó de intentarlo, y tuvo el descuento en el quinto minuto de adición con otra jugada en la que Maestro Puch y Gino Infantino se estorbaron entre sí.

Cuando se cumplieron los ocho minutos del tiempo de descuento, ante el sentimiento inevitable de la derrota, el estadio intentó entonar un tímido cántico de “Cada día te quiero más”, pero no prosperó hasta que el árbitro Glenn Nyberg decretó el final. Los aplausos para los futbolistas y los coros de “Argentina, Argentina” tampoco duraron: la desazón era demasiado grande. La ilusión que se había generado alrededor de este grupo de jugadores chocó con la realidad, un rival que expuso las siempre latentes falencias defensivas del equipo de Mascherano, y se terminó el sueño de repetir la hazaña de 2001.

Javier Mascherano decidió ser quien dé explicaciones de la derrota, y ninguno de los jugadores hizo declaraciones al final del encuentro
Javier Mascherano decidió ser quien dé explicaciones de la derrota, y ninguno de los jugadores hizo declaraciones al final del encuentro - Créditos: @Marcelo Aguilar

La decisión del cuerpo técnico tras el pitazo final fue una clara directriz para defender a los protagonistas, a quienes se los vio devastados y entre lágrimas mientras caminaban por la zona mixta, y que solo el DT deba hablar y dar explicaciones frente a la caída. “Creo que la actitud fue la que teníamos que tener y en ese en ese sentido se lo dije a los chicos de vestuario, creo que no hay ningún reproche. Si tengo que perder, prefiero que sea de esta manera ”, los defendió, y luego rescató el apoyo que sintió en Santiago del Estero y San Juan a lo largo del torneo.

Mientras tanto, el clima en el vestuario visitante fue de pura fiesta, y se escucharon gritos de “Olé, olé, olé” desde las afueras del estadio; también hubo gestos más agresivos de corte de cuello, en respuesta a la animosidad que expresaron los hinchas cuyanos. Por el momento hay poco espacio para el análisis, eso llegará en los próximos días. Ahora, el momento solo se presta para el luto por la esperanza y el optimismo perdidos.