Kellyn Acosta, de sufrir bullying a liderar la selección de Estados Unidos en Qatar 2022

Kellyn Acosta, referente del seleccionado de EE.UU. que disputará la Copa del Mundo de Qatar
Kellyn Acosta, referente del seleccionado de EE.UU. que disputará la Copa del Mundo de Qatar - Créditos: @Aitor Alcalde

“Hagas lo que hagas en la vida, juega con libertad. Sé valiente. No te escondas. Olvídate de lo que piensen los demás. Solo decides quién eres”. La cita casi con seguridad no es estrictamente literal ni la escribió un filósofo chino o un gurú de la India. Pertenecería a José Marcio Pereira Da Silva, un ex futbolista brasileño más conocido como Zequinha que pasó por Flamengo, Botafogo, San Pablo y Gremio entre 1967 y 1975 antes de marcharse a probar suerte a Estados Unidos , donde se radicó para siempre, y la dio a conocer quien es sin duda su discípulo más destacado, Kellyn Acosta, el polifuncional e incansable volante de la selección norteamericana.

Infinitas veces la conducta de un jugador en el campo refleja la vida que tuvo antes de ganarse un lugar en el cielo del fútbol. En pocas, lo hace con tanta exactitud como en el caso de este texano de 27 años que debió sobrellevar desde muy pequeño el tremendo peso de la discriminación y el bullying , la crítica cruel y el desasosiego de sentirse diferente.

El polifuncional Kellyn Acosta, figura de la selección de EE.UU. en Qatar 2022
El polifuncional Kellyn Acosta, figura de la selección de EE.UU. en Qatar 2022 - Créditos: @Tim Nwachukwu

El famoso “crisol de razas” que compone la esencia de la población estadounidense -mal que le pese a la mayoría blanca y de herencia sajona de esa misma población- se conjuga en el fibroso cuerpo de Acosta. Su padre Kennith y su abuela Mimi nacieron en Japón, su madre Kanikah es portorriqueña, por su sangre también corren gotas irlandesas, y el apellido deriva de un padrastro mexicano a quien el jugador de Los Ángeles FC considera su abuelo. Semejante mezcla dio como resultado un chico de piel oscura a quien iba a buscar a la escuela una señora de ojos rasgados que hablaba un inglés con acento indescifrable. En resumen, un “bicho raro” para la mirada algo pueblerina de una ciudad de tamaño medio en el interior vaquero de Texas. Si además a los cinco años de edad ese “personajito extraño” dice que prefiere jugar al soccer (un deporte “para nenas”, según la creencia local) en lugar de fútbol americano, el plato queda servido para la marginación y la burla permanente.

“Un día no aguanté más y le lancé una tijera a una compañera. No le di pero quedó clavada en una puerta que había detrás de ella. Me sorprendí a mí mismo, no podia creer que hubiera hecho eso porque sabía que yo no era así. Llamaron a mis padres, me separaron del resto de los niños. Fue horrible”, recuerda Acosta en un artículo escrito para The Players Tribune, el medio donde los jugadores relatan sus vivencias en primera persona.

Kellyn Acosta, en acción

Fue entonces, a los siete años y cuando se encontraba en medio de una nebulosa, sin saber quién era ni lo que quería ni a qué comunidad pertenecía cuando el destino lo cruzó en el camino de Zequinha. Célebre en la capital texana por su exitoso pasado en los equipos de fútbol y futsal de la ciudad, el hombre nacido en Leopoldina, Minas Gerais, entrenaba a los infantiles del Dallas Tornado y enseguida percibió en Kellyn tanto las virtudes naturales como los vacíos de autoestima de una personalidad insegura. Acosta tenía casi la misma edad que Joao, el hijo de Zequinha, los pibes se hicieron amigos y el pequeño japo-americano ganó un padrino que le cambiaría la vida.

Por supuesto, la transformación no fue de un día para otro, pero de a poco la futura estrella de la MLS fue despreocupándose de la opinión de los demás y aceptándose en sus diferencias, abandonó el fútbol americano que en algún momento había empezado a practicar como un intento por integrarse a sus compañeros de clase y se centró en lo que de verdad le gustaba, la número cinco, y lo hizo con una ventaja sobre los demás: su maestro lo invitaba a ser creativo y alegre a la hora de jugar. Es decir, bien brasileño.

Así se fue forjando un futbolista de características muy particulares. Su ficha estadística muestra que en su carrera (debutó en la Primera de Dallas en 2013, cuando acababa de cumplir 18 años) ya ha jugado ocupando todos los puestos de la defensa y el mediocampo. Puede tanto ser zaguero central como enganche, lateral derecho o izquierdo, el doble cinco que conserva la posición o el que se suelta en ataque, y por supuesto, el único volante central, quizás su hábitat predilecto. Y casi desde todos ellos ser un experto en poner pases de gol, en pisar el área rival y cada tanto, también festejar sus propias conquistas.

El mediocampista de Estados Unidos Kellyn Acosta, recibiendo una falta del bosnio Amar Begic en un amistoso en diciembre de 2021, en California
El mediocampista de Estados Unidos Kellyn Acosta, recibiendo una falta del bosnio Amar Begic en un amistoso en diciembre de 2021, en California

La polifuncionalidad de un jugador puede explicarse de muchas maneras pero rara vez puede ser la expresión de una multiculturalidad absorbida desde la infancia. Detrás del despliegue incesante suelen residir el argumento de la generosidad con los compañeros y la estrategia para esconder falencias técnicas. Casi nunca se ven como un modo de comprometerse con quien necesita un amigo en quien apoyarse. Lo hace Kellyn Acosta fuera de la cancha con las múltiples minorías incomprendidas y/o maltratadas en su país; lo traslada sobre el césped para ser la indispensable rueda de auxilio de todo el equipo.

Por eso se ha convertido en un jugador respetado y querido, un líder en el vestuario y un futbolista completo que afronta su primer Mundial con todo para triunfar.

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