Mundial Qatar 2022: Awer Mabil, el australiano que vivió once años en un campo de refugiados en Kenia y sentenció la eliminación de Perú en el repechaje

Awer Mabil, el trotamundos que representa a la selección de Australia
Awer Mabil, el trotamundos que representa a la selección de Australia - Créditos: @Albert Perez

“De niño tenía cinco sueños: venir a Europa, jugar la Champions League, marcar un gol en ese torneo, estar en una de las cinco grandes ligas y defender a mi país en una Copa del Mundo. Hasta ahora he conseguido cuatro y el Mundial completará el que me falta”. ¿Cuántos niños habrá en el planeta que compartan estos deseos? ¿Cientos, miles, millones? Cumplirlos, sin embargo, está al alcance de muy pocos. Mucho más si se atravesaron las peripecias del australiano Awer Mabil, un delantero trotamundo que hace pocos meses desembarcó en el Cádiz.

El llamado Cuerno de África ha sido una región “caliente” durante buena parte del siglo XX y lo que se llevan transcurridos del XXI. Su importancia geopolítica lo convirtió en fuente permanente de conflictos que, casi siempre alimentados desde el exterior, han provocado enfrentamientos de todo tipo: étnicos, religiosos, limítrofes. Una de esas luchas armadas fue la denominada Segunda Guerra Civil de Sudán, que se extendió desde 1983 hasta 2005, y además del inevitable reguero de muerte y miseria, expulsó de la región que hoy conforma el estado de Sudán del Sur a millones de personas. Muchas de ellas fueron encontrando refugio en campos instalados en países cercanos. Uno de ellos estaba en Kakuma, Kenia, y allí nació y creció Mabil en septiembre de 1995.

El remate de Mabil, en un clásico entre Australia y Nueva Zelanda
El remate de Mabil, en un clásico entre Australia y Nueva Zelanda - Créditos: @Albert Perez

Sobrevivir en sitios en los que ni la alimentación ni el cuidado de la salud ni el entorno son los ideales ya es una notable demostración de fortaleza. Crecer manteniendo un estado físico medianamente adecuado resulta una proeza y tener capacidad para soñar, jugar y alcanzar un equilibrio psíquico que no condicione el futuro es casi un milagro. Pero los milagros a veces suceden. En 2006 Australia le concedió asilo a la familia Mabil y el pequeño Awer pasó de patear descalzo pelotas hechas con calcetines enrollados, piedras envueltas o lo que se tuviera a mano a usar zapatillas y dominar pelotas de verdad. Lo increíble es que además demostró que tenía habilidad para hacerlo. En 2012, el Campbelltown City de la ciudad de Adelaida le hizo un lugar en su equipo y en ese instante la página donde venía escribiendo la mitad triste de su historia empezó a darse vuelta.

“Mi día a día está dedicado a tratar de ser un ejemplo que puedan seguir y admirar los niños de donde vengo. Para ellos no es fácil, pero quiero que vean que es posible alcanzar todos tus sueños”, dice este puntero que maneja los dos perfiles y por eso puede jugar pegado a cualquiera de rayas laterales del campo, y a quien en junio de este año no le temblaron las piernas para ejecutar y anotar el último penal de la serie con la que el equipo de Oceanía dejó a Perú fuera de Qatar 2022.

Como si fuese una obra sin género definido, los capítulos en la vida de Awer Mabil fueron mutando del cuento de terror al de hadas a velocidad vertiginosa. Apenas un año después de incorporarse a su primer club, ya desparramaba talento en los estadios de Primera División de Australia con la camiseta del Adelaida United, con la que se dio el gusto de ganar la Copa de la Federación la temporada siguiente, y en 2015 cumplió el primero de sus sueños. El Midtjylland danés, club que utiliza la Big Data para la captación de futbolistas, se lo llevó a Europa.

La adaptación a su nuevo destino no fue nada fácil. El idioma, el frío y la dureza de la liga de Dinamarca le costaron más de lo pensado. En su temporada inicial jugó apenas diez partidos, por lo que el club decidió cederlo a préstamo al más modesto Esbjerg. Allí sus números mejoraron: 36 encuentros y 6 tantos. Aun así, los algoritmos que determinan el destino de los jugadores del Midtjylland seguían sin conformar a los técnicos y la siguiente escala fue en el Paços de Ferreira de Portugal, donde tampoco pudo brillar antes de regresar al norte de Europa.

La tercera vez, por fin, fue la vencida. Mabil convenció a todos y se quedó en el Midtjylland cuatro años en los que su fútbol evidenció una mejoría llamativa, conoció a su actual novia y pudo seguir tachando deseos satisfechos. Fue campeón de Copa en 2019 y de la Superliga en 2020, año en el que también pudo disputar la Champions y marcarle un gol al Ajax en el Johan Cruyff Arena. Fue de penal y solo sirvió para maquillar una derrota por 3 a 1, pero los sueños no tienen porqué estar atentos a detalles menores.

La penúltima etapa de esta vida nómade fue breve. Apenas 3 meses, 11 partidos y 2 goles en el Kasimpasa turco antes de recalar en el Cádiz, de una de las cinco ligas más poderosas del mundo y quedar a un solo paso de completar el álbum de los deseos.

El 29 de octubre, cuando el equipo andaluz recibió en su estadio al Atlético de Madrid, el chico que jugaba descalzo en el campo de refugiados de Kakuma no resistió la tentación de pedirle una foto a Antoine Griezmann para enviársela a sus hermanos. Su saludo de despedida fue: “Nos vemos en el Mundial”. Eso será este martes en el estadio Al Jatoub, la tarde que Awer Mabil intente gambetas frente al vigente campeón y llegue a la conclusión que ningún sueño es del todo imposible.